Probamos el Renault Mégane RS Ultime: 300 CV y un chasis que enamora para una despedida épica, de las que duelen
Por desgracia parece que nos estamos acostumbrando a las despedidas. Los modelos icónicos del mundo del motor se van diluyendo en el mar de la electrificación y, dejando al margen las frases profundas, sí, es justo lo que estás pensando: una putada.
Que no te voy a decir ni que los coches eléctricos (o electrificados) sean mejores ni peores, pero tener que decir adiós a modelos tan representativos como el Mégane RS escuece bastante. Para celebrar algo tan triste hemos probado al coche que cierra una saga extremadamente especial: el Renault Mégane RS Ultime.
Renault Mégane RS Ultime: cerrando el rombo
Allá por 1976 cuando muchos aún no habíamos ni nacido nació en Les Ulis (Francia) una división especial bajo el paraguas de Renault. Destinada a crear coches de competición, Renault Sport ha sido la división de automovilismo encargada de algunos de los éxitos deportivos más icónicos de la firma francesa.
Dejando al margen el Renault F1 Team que iba por su cuenta, en Renault Sport se hicieron grandes nombres como el Alpine A442 B que ganó en las 24 Horas de Le Mans de 1978 o Jean Ragnotti y el emblemático Renault 5 Maxi Turbo del mundial de Rally, pero también coches de calle que siempre han destacado.
Destacaron bien por su locura como cuando desarrollaron el Clio V6 de 2001 para reencarnar al Renault 5 Turbo 'culogordo' metiendo el motor 2.9 V6 del Laguna con 285 CV, lo colocaron en posición trasera-central y tracción trasera creando posiblemente uno de los coches más difíciles de conducir de la historia: potente, ligero (poco más de 1.300 kg) y una distancia entre ejes de apenas 2,5 metros.
O destacaron por su buen hacer a nivel de puesta a punto de chasis labrándose una fama entre la comunidad petrolhead tal y como la conocemos ahora con los magníficos Renault Clio RS y Renault Mégane RS. El primer Clio RS nació en 1998 y sentó las bases de un desarrollo más ambicioso.
En 2004 nació el primero de los Mégane RS y ahora, justo 20 años después, se cierra el ciclo. El Renault Mégane RS Ultime nace como un homenaje a la trayectoria de Renault Sport, a una filosofía. Una despedida limitada a solo 1976 unidades en honor al año de nacimiento de las siglas RS.
Por supuesto que el coche con el que se despide Renault Sport para siempre (a partir de ahora todo lo que sea deportivo irá bajo el paraguas de Alpine, y será eléctrico) tenía que ser fácilmente identificable, así que lo primero era teñir la carrocería con los colores corporativos RS: amarillo y negro.
Amarillo Racing para la pintura y negro para los dobles rombos de los vinilados que se reparten por el capó, laterales, techo y paragolpes trasero. Tampoco falta el distintivo Ultime dentro del paragolpes delantero y los umbrales de las puertas además de los detalles R.S. en la parrilla, las aletas y la zaga, y elementos que ahora vienen en negro en el frontal, los logotipos, retrovisores, manillas, marcos de las ventanillas, difusor, llantas y retrovisores.
Bueno, en realidad el Ultime podía encargarse en blanco, naranja o negro además de este amarillo. Permíteme la pequeña trampa, pero siendo amarillo el color oficial de Renault Sport no se me ocurre un color mejor para su despedida.
En verdad esta diferenciación era un poco necesaria aunque fuera con un poco de maquillaje, porque el kit de carrocería es igual que el del Trophy.
El RS Ultime es un Mégane más ancho, con aletas más pronunciadas, un frontal más agresivo con tomas de aire abiertas y un labio inferior, antinieblas simulando la bandera de cuadros, llantas de 19 pulgadas más ligeras, paragolpes con difusor integrado y salida de escape central y un alerón sobre el portón del maletero.
Quitando lo llamativo del color, no resulta un coche ni mucho menos exagerado como sí puede parecer por ejemplo en el Honda Civic Type R. Se ve gordo en su justa medida.
Interior con lo justo de racing
Pasando al interior tenemos un habitáculo muy Renault. O al menos muy Mégane teniendo en cuenta el cambio de tercio (a mejor) de los últimos lanzamientos del rombo.
El protagonismo se lo llevan los asientos Recaro de tipo semi-baquet con el logo RS bordado que parecen mucho más incómodos de lo que son en realidad. Tienen una pinta extremadamente deportiva y parece que te van a torturar, pero a mí me han resultado realmente cómodos y con un mullido agradable.
Están tapizados en Alcantara, al igual que otras piezas del interior como el reposabrazos o el volante. Algunas molduras tienen un acabado imitando la fibra de carbono. Imita, no es real.
El volante por su parte me ha gustado por varias razones. Por un lado combina de forma inteligente la Alcantara con el cuero en el aro creando un tacto y una estética muy buenos. También me ha parecido bastante grueso y con agarre perfecto y por último las levas para el cambio están fijas en la columna de dirección.
Esto último suele generar opiniones enfrentadas. A mí también. Creo que la respuesta depende del tamaño de las levas y en este caso al ser fijas pero de proporciones generosas me ha gustado la experiencia que ofrecen.
Detrás del volante tenemos una instrumentación totalmente digital. Es una pantalla de 9,3 pulgadas con diferentes modos de visualización y buena legibilidad. La disposición es muy Renault con mucha información disponible y menús intuitivos.
En el centro del salpicadero tenemos una pantalla táctil en disposición vertical con 10,2 pulgadas con Apple CarPlay y Android Auto sin cables. Los menús son sencillos de entender y encierran el control de las ayudas a la conducción, pero por suerte han mantenido mandos físicos para las funciones principales de la climatización. Para la radio no.
El toque de exclusividad es realmente discreto: una simple placa con la numeración de la unidad y la firma de alguien que posiblemente no conozcas pero que merece todo el respeto: el piloto que se encargó de poner a punto el Mégane RS.
Por lo demás sigue siendo un Mégane como otro cualquiera con un espacio interior correcto, habitabilidad muy correcta para cuatro ocupantes (y justa para cinco si fuera necesario) y un maletero de 384 litros de capacidad. Ni mucho ni poco.
A nivel de interior el feeling es el de un compacto equilibrado en términos generales, agradable para utilizar en solitario o acompañado y bien de polivalencia.
Satisfacción total en movimiento
En realidad con las ganas que teníamos nos faltó tiempo para subir y arrancar este Ultime. El motor es un bloque de gasolina de cuatro cilindros con 1.8 litros y soplado por un turbo que ofrece unos muy buenos 300 CV a 6.000 rpm y 420 Nm de par motor a 3.200 rpm. Todo dirigido a las ruedas delanteras a través de una caja de cambios automática de doble embrague y seis relaciones.
Es un motor progresivo y de reacciones neutras con una estirada muy buena a partir de una magnífica gama de medios. Se siente alegre subiendo de vueltas sin llegar a asustarte en ningún momento y la respuesta al pedal derecho es bien directa. Es fácil llevarse bien con él y establecer una relación simbiótica.
Es exactamente el mismo bloque que utiliza el Alpine A110 R que probé unos días antes, pero el carácter sí cambia. Por un lado la transmisión automática tiene una velocidad menos (seis en vez de siete) por lo que las relaciones son obviamente más largas.
Algo que estoy convencido se ha hecho para aplacar el nerviosismo que transmite a conciencia acelerando fuerte. Usando el cambio manual veremos que el motor llega a cortar sin saltar de marcha, y normalmente en las primeras velocidades esto vendrá acompañado con una pérdida de tracción en las ruedas delanteras. Tiene mal genio, y se encarga de que lo sepas.
Por otro lado también hay más peso. Son 1.509 kg para ser exactos en este caso y el centro de gravedad está más alto y adelantado por lo que las sensaciones son totalmente diferentes. Ni siquiera son coches comparables; es lógico. Ahora bien, no es un coche que se sienta lento precisamente entre curvas.
Mención aparte para el sonido. Suena gordo, suena fuerte y suena bonito. Es que suena más que el Alpine y petardea con mayor descaro al ahuecar o cambiar de marcha, y aún así no llega a ser exagerado nunca. Excitante sí. Exagerado no.
Sobre el papel acelera hasta 100 km/h desde parado en 5,7 segundos, que está bastante bien. No solo es rápido objetivamente, sino que a nivel de percepción también te hace sentir que vas rápido y al mismo tiempo controlado.
El cambio de marchas me ha parecido muy bueno en el día a día aunque para rodar entre curvas siempre es mejor realizar los saltos uno mismo. Las costuras entre marchas con rápidas y precisas, respetando la orden que ejecutamos sobre las levas. También es posible cambiar marchas con la propia palanca del cambio en posición manual.
Tomando como punto de partida el ya de por sí magnífico Mégane RS Trophy se le ha aplicado una pizca de sal con amortiguadores un 25% más duros, muelles un 30% más consistentes y barras estabilizadoras reforzadas.
Si a esto le añadimos un diferencial Torsen en el eje delantero tenemos un coche que hila muy bien las curvas, que es ágil en giros cerrados y se muestra preciso en virajes más rápido, no hay que andar haciendo nada más que las correcciones justas y tendremos pérdidas de agarre si vamos a buscarlas. Es más. Cuando estas pérdidas llegan lo hacen de forma predecible y controlable.
Para que esto sea así hay un muy buen trabajo en equipo por parte del eje trasero direccional 4Control, el chasis Cup con una altura más próxima al suelo, las llantas forjadas de 19 pulgadas más ligeras y neumáticos semi-slick Bridgestone Potenza S007.
El resultado no solo es un coche compacto picante que va bien, posiblemente no sea el más efectivo (penaliza frente a hot hatch con tracción integral), pero es un coche que te ofrece unas sensaciones muy, muy buenas. En serio. Realmente buenas.
El tacto es el de un coche deportivo que no llega a ser incómodo, que es utilizable en el día a día y que si le quieres sacar un regusto picante te va a dejar encantado porque se deja hacer muy bien.
El Mégane RS Ultime es muy participativo. La mejor virtud de este coche es que te involucra en la experiencia de conducción desde el momento en el que te subes, arrancas, y te envuelve con un comportamiento que puede llegar a ser descarado y precede a sonrisa tras sonrisa.
El feeling de la dirección inicialmente es bastante duro sobre todo para hacer maniobras. Luego cobra todo el sentido cuando empezamos a trazar curvas a ritmo alegre. Nos ofrece mucha información y los movimientos del aro se traducen de manera precisa hacia las ruedas. Te permite sentir que estás controlando tú el coche en todo momento sin esa sensación que tenemos en algunos coches más o menos deportivos actuales en los que vas muy rápido pero sientes que es el coche el que está haciendo por ti.
El Ultime equipa de serie los frenos que la versión Trophy puede llevar opcionalmente. Se trata de unos discos de dos piezas que evacúan mejor el calor y van mordidos por pinzas de freno Brembo que ofrecen muy buen tacto y dosificación, y ni siquiera en un uso intenso hemos notado que cojan recorrido.
Me ha gustado que sea uno de los pocos coches en los que los modos de conducción se pueden gestionar de una manera inteligente. Lo habitual es que siempre acabemos usando el modo que más nos guste porque los demás no nos acaban de enamorar. En este caso Renault permite cambiar entre cuatro modos predefinidos y además regular un quinto en más parámetros de los habituales para conseguir una mejor experiencia.
De esta manera pulsando el botón RS Drive podemos cambiar entre Save, Regular, Sport, Race y My Sense. En este último podremos ajustar el funcionamiento de la transmisión, la dirección al eje trasero, la respuesta del acelerador, el sonido del motor, el sonido del escape, el ajuste del control de estabilidad, las gráficas del cuadro de instrumentos, la iluminación ambiental y la climatización.
Renault Mégane RS Ultime: orgullo galo con sabor español
El consumo hay que reconocer que también es bastante aceptable. Teniendo en cuenta el tipo de coche que es con tantas connotaciones deportivas y que no ha habido muchos remordimientos con el acelerador en nuestra prueba, la media que nos ha dejado es de 9,4 litros a los 100 km.
Para quien busque un coche especial, el Mégane RS Ultime por supuesto que es una opción recomendable. Se puede usar a diario porque no llega a ser incómodo aunque su chasis y sus reacciones sean duras. Otra cosa será que te puedas hacer con una de las pocas unidades que se han producido. Por cierto, producido en Valladolid.
Su precio es de 55.280 euros (47.057 euros con el descuento que aplicaba la marca). O mejor dicho: era. Las 1976 unidades producidas han volado y ya no queda ninguna salvo que pesques una de segunda mano. Y dirás "'¡50.000 euros por un Mégane!". Pues sí.
No solo es un Mégane. Es el Mégane RS definitivo, literalmente. Un coche que puede gustarte más o menos por razones subjetivas (faltaría más) o con una estética que te puede parecer mejor o peor, pero lo que es evidente es que tiene un comportamiento excelente y te regala una experiencia muy satisfactoria.
De hecho ya rondan algunas unidades de segunda mano y su precio... en fin. Como era de esperar ya ha subido. No deja de ser un coche con renombre, pedigrí y buenas aptitudes dinámicas que lo hacen muy coleccionable.
Si se siguiera vendiendo, su principal rival sería el Honda Civic Type R, pero actualmente tiene que conformarse con otros como el Hyundai i30 N 8DCT (47.600 euros), CUPRA León VZ 1.5 eHybrid (52.250 euros), Volkswagen Golf GTI (49.160 euros) o Ford Focus ST (43.567 euros).
Renault Megane RS Ultime 2024 - Valoración
7,0
A favor
- Motor vivo
- Chasis súper participativo
- Sonido picante
- Tacto preciso de la dirección
En contra
- Precio alto para ser un Mégane
- Poca diferenciación estética
- Se acabaron los RS
Es una pena, pero para poder disfrutar de coches maravillosos como este Renault Mégane RS Ultime tenemos que pasar por peajes como despedirnos para siempre de RS. Las siglas de Renault Sport se jubilan para dejar paso a Alpine como división deportiva y este homenaje a la estirpe RS puede ser el último deportivo de Renault con motor de gasolina.
Desde 1976 nos ha dejado grandísimos coches y ha sido un honor poder probar este Ultime. Un coche que gana muchísimo en persona, sobre todo si te pones al volante, porque es dificilísimo que no te guste cómo va.
Es ágil, es preciso y es rápido. Quizá no sea estrictamente el más rápido, pero sí es un coche con el que ir rápido se puede hacer de manera accesible para todos y te garantiza unas dosis de diversión elevadísimas.
Renault Megane RS Ultime 2024 - Ficha técnica
Alpine A110 R |
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Motor térmico |
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TIPO |
Gasolina. Cuatro cilindros en línea |
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CILINDRADA |
1.798 cc |
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POTENCIA MÁXIMA |
300 CV a 6.300 rpm |
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PAR MÁXIMO |
420 Nm a 3.200 rpm |
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TRANSMISIÓN |
Automática de seis velocidades |
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TRACCIÓN |
Delantera |
etiqueta |
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C |
dimensiones |
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LARGO |
4.364 mm |
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ANCHO |
1.875 mm |
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ALTO |
1.447 mm |
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BATALLA |
2.672 mm |
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PESO |
1.509 kg |
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CAPACIDAD MALETERO |
384 litros |
Prestaciones y consumos |
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0-100 KM/H |
5,7 segundos |
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VELOCIDAD MÁXIMA |
255 km/h |
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CONSUMO HOMOLOGADO |
8,5 l/100 km |
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CONSUMO MEDIO PRUEBA |
9,4 l/100 km |
precio |
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55.280 euros |
El coche para esta prueba ha sido prestado por Renault. Para más información consulta nuestra guía de relaciones con empresas.