Porsche 928, retroprueba

Porsche 928, retroprueba
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El mes pasado tuve la oportunidad de probar los dos últimos modelos deportivos de Porsche que han llegado al mercado. Primero fue el nuevo Porsche Boxster (parte 1 y parte 2), un coche que ha evolucionado mucho desde la anterior generación a la actual. Le siguió el nuevo Porsche 911 Cabrio (parte 1 y parte 2) que bajo mi punto de vista ha supuesto el perfeccionamiento casi absoluto de la versión descapotable del mito.

Hoy voy a seguir con más Porsche, porque éste va a ser un mes dónde la marca alemana va a tener un peso bastante grande en mis artículos. En éste caso, me voy a ir tres décadas atrás para ofreceros esta retroprueba del Porsche 928, un deportivo de cuatro plazas que supuso una novedad bastante rompedora para su época.

Presentado por primera vez en el año 1977, comenzó a venderse al año siguiente y se mantuvo en el mercado hasta 1995 sin apenas modificaciones, por lo que ha sido uno de los modelos más longevos de la marca alemana. Éste que he tenido ocasión de probar es una unidad del año 1981, tiene la misma edad que yo y creo que también se conserva mejor que yo.

Porsche 928

Nacido para competir con modelos como el Mercedes SL o el Jaguar XJR, el Porsche 928 tenía una característica que todavía hoy sigue llamando la atención. Tiene cuatro plazas reales a pesar de su carrocería coupé de marcadas líneas deportivas.

Tal vez algunos me tachéis de loco o exagerado, pero personalmente estoy convencido de que los diseñadores del Porsche Panamera se inspiraron en el 928 a la hora de diseñar la parte trasera de la berlina que tuvimos oportunidad de probar hace unos meses (exterior e interior; conducción y dinámica; equipamiento y seguridad; vídeo, valoración y ficha técnica).

Aunque el Porsche Panamera es una berlina de cuatro puertas, con cuatro plazas y un tamaño muy superior al pequeño Porsche 928, las formas que tienen las zagas de ambos coches tienen muchas similitudes. El cristal de la luneta trasera muy inclinado, casi paralelo al suelo y las formas redondeadas con las que acaban, hacen que inevitablemente el Porsche 928 me recuerde al Panamera.

Porsche 928

No ocurre lo mismo en la parte delantera, dónde las similitudes con otros modelos de la marca de Stuttgart brillan por su ausencia. Las líneas afiladas que le dan forma al frontal, acaban en un “paragolpes” delantero que lleva integrados los faros de niebla e intermitentes de gran tamaño, siguiendo los patrones que gustaban en aquella época.

Los faros delanteros escamoteables por desgracia son cosa del pasado, imposibles de ver en un coche actual por motivos de seguridad principalmente. Es una pena, porque como salta a la vista le daban mucha personalidad al coche y más si sus formas eran redondas como es el caso del Porsche 928.

Un Porsche de motor V8 delantero

Cuando en Porsche comenzaron a trabajar en el proyecto del Porsche 928, se barajaron varias configuraciones posibles. Finalmente se optó por utilizar un motor delantero, ya que de otra forma el espacio que quedaría disponible para las plazas traseras sería ridículo y para eso ya estaba el Porsche 911.

Porsche 928

Así pues, la posición delantera del motor V8 permite dejar espacio suficiente para cuatro pasajeros. Si si, habéis leído bien. Éste Porsche no tenía un motor bóxer, sino que recurrieron a una configuración más tradicional con arquitectura V8 que le permitiría alcanzar gran éxito en el mercado norteamericano.

A pesar de que no llega a los 4,5 metros de largo, el interior es bastante amplio para cuatro pasajeros. Los que ocupen las plazas traseras no viajarán precisamente cómodos, ya que el techo es bastante bajo y la forma de los asientos delanteros hacen que el ambiente desde atrás no invite a disfrutar.

Al menos, la superficie acristalada es muy grande gracias a la luneta trasera y a las ventanillas laterales traseras fijas. También el espacio disponible para las piernas permite que dos adultos viajen sin sentirse como en una prensa.

Porsche 928

No tengo demasiada experiencia conduciendo coches antiguos ya que hasta ahora “solo” he podido llevar joyas como el Mercedes 300 SL Roadster, un SS Jaguar 100 y un MINI Cooper original. Así pues, todo lo que vi en el Porsche 928 me llamaba poderosamente la atención.

La forma de la consola central muy elevada que separa ambos asientos, me recordó a la que lleva el actual Porsche 911. La de ahora es como una reinterpretación moderna de ésta, ya que ambas tienen el cometido de poner a disposición del conductor todos los mandos necesarios.

El volante tiene un tamaño muy pequeño, como debe ser en un coche deportivo. Los mandos de las luces, las ventanillas eléctricas o el climatizador tienen un tacto muy duro y son poco intuitivos, y es precisamente ahí dónde noté más diferencias respecto a un coche moderno.

Porsche 928

Conduciendo el Porsche 928

Pero dejémonos de interiores y exteriores y vayamos a lo que veníamos, conducir un Porsche 928 que acaba de cumplir 30 años y ver de lo que era capaz. La llave de contacto está situada en el lado izquierdo derecho del volante. Hay cosas que nunca deberían cambiar y esta es una de ellas. (La memoria me ha jugado una mala pasada).

Nada más poner en marcha el motor, me sorprende el rugido que emite. Al ralentí pocos podrían adivinar que estamos al volante de un coche con motor V8, pero cuando empiezas a circular con él, el tacto del motor se hace notar.

Para ello tendrás que pisar con fuerza el duro pedal de embrague, otra de las características de los Porsche de antaño que afortunadamente ha desaparecido en los modelos actuales. Después de pisar el embrague hasta el fondo toca meter primera, lo cual se hace desplazando la palanca de marchas hacia atrás.

Porsche 928

Como ocurría en otros modelos de la época como el Mercedes-Benz 190 EVO, la primera se mete desplazando la palanca hacia la izquierda y atrás. Cuesta acostumbrarse, pero no pasa nada si como yo te equivocas un par de veces porque el motor V8 tiene tanto par que te permite arrancar en segunda sin demasiada complicación.

En ésta unidad la caja de cambios era manual de cinco velocidades, aunque según he podido leer en varias páginas dedicadas a este modelo, el 80% de las unidades fabricadas tenían caja de cambios automática de tres o de cuatro velocidades. Es lógico porque gran parte de las ventas del Porsche 928 fueron al mercado americano.

Solo conduje el Porsche 928 durante apenas media hora, pero he de admitir que pocas veces me he bajado de un coche con una sonrisa más grande que ese día. El campo de pruebas fue una desierta carretera de montaña con asfalto en perfectas condiciones, en la que pude sacarle el máximo partido a los casi 240 caballos del motor 4.5.

Porsche 928

El motor estira mucho y lo hace de manera muy progresiva, aunque es a partir de las 4.500 revoluciones cuando realmente comienza a mostrar su garra y su carácter. La sensación de aceleración poco tiene que ver con la de un Porsche actual, pero para la época tenía que ser realmente impresionante.

El peso del conjunto es muy reducido, apenas llega a los 1.500 kilos y eso junto con los 240 caballos se nota en aceleración y también cuando llegas a las curvas. Se muestra ágil e invita a pisarle cada vez más y más, acelerando cada vez un poco antes a la salida de las curvas.

El par motor es muy alto, aunque no tanto como el de los motores V8 americanos de la época. Eso unido a unas ruedas de aspecto bastante nuevo pero que debían estar cristalizadas, me llevó a pegarme alguna cruzada de auténtico infarto. También ayudó la completa ausencia de ayudas a la conducción, ya que yo tengo la suerte de ser de la generación de la electrónica y a eso uno se acostumbra pronto.

Porsche 928

La progresividad del motor y un chasis muy bien puesto a punto me invitaron a provocar éstas derrapadas en más de una curva, de ahí que el humo que se puede ver en alguna foto haya sido fruto de dejar los neumáticos traseros bien marcados en el asfalto a la salida de las curvas.

Las suspensiones como es evidente, eran el punto más débil. Acostumbrados a los modelos actuales con suspensiones súper avanzadas, las del Porsche 928 me parecieron muy blandas y hacían que el coche balancease más de la cuenta en las curvas.

Así pues, había que andarse con ojo a la hora de apoyarlo en las curvas o al enlazar dos curvas en las que la transferencia de pesos fuese muy acusada. Y eso a pesar de que el Porsche 928 tenía una solución bastante novedosa conocida con el nombre de “eje Weissach”, que hacía que la caída de las ruedas variase dentro de las curvas para evitar derrapajes.

Porsche 928

El hecho de que la primera velocidad se metiese hacia atrás y una palanca selectora no todo lo precisa que me esperaba hizo que tuviese más de un error a la hora de meter la marcha adecuada. Una vez más la gran elasticidad del motor V8, que en todo momento hacía notar su gran cilindrada, me permitió no tener que corregir el error para seguir a buen ritmo.

La adrenalina que sentí estirando cada una de las marchas, notando como el coche incitaba a pisarle cada vez más a la salida de las curvas y apurando las frenadas a pesar de que el equipo de frenos no tenía un tacto fácil de acostumbrarse, hizo que disfrutase de lo lindo durante la media hora de la prueba.

Poco tiene en común este Porsche 928 con cualquier modelo actual de la gama Porsche, pero lo que me quedó claro es que tanto ahora como hace 30 años, en Porsche saben imprimirle un carácter muy especial a sus coches que los hacen piezas únicas.

Porsche 928

Y en el caso concreto del Porsche 928 es un coche único también por otros motivos, ya que es el único modelo de la historia de Porsche que ha conseguido el reconocimiento de Coche del año en Europa, concretamente en el año 1978.

También fue el coche que conducía un jovencísimo Tom Cruise en la película Risky Business, y con las imágenes de esa película cerramos esta retroprueba que servirá como aperitivo para un nuevo Porsche que ocupará muchos espacios en Motorpasión en las próximas semanas. Será el nuevo Porsche 911 Carrera S que he podido probar a fondo durante toda una semana.

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