No podía esperar más tiempo para ponerme en carretera con el Mercedes SLS AMG. Era jueves por la tarde, salíamos de Madrid en torno a las 20 horas y teóricamente no deberíamos tener demasiado tráfico hasta nuestro destino.
Algunos os preguntaréis porqué decidí hacer un recorrido tan largo con el Mercedes SLS AMG en lugar de quedarme en Madrid con él y disfrutarlo por las carreteras de la sierra de Madrid.
La respuesta la tendréis al final de la prueba, después de un análisis en video que llegará en la parte 4 de la prueba. Os aseguro que no os va a dejar indiferentes, tenemos algo único. ¿Salimos a carretera?
A medida que llegábamos hacia la A6 en Moncloa, atravesando las calles del centro de Madrid en plena hora punta, la sensación de miedo iba creciendo en mi.
Hay dos cosas que lo hacen especialmente delicado en ciudad, por un lado su tamaño y las dimensiones de largo del morro y el ancho del coche, y por otro lado que el resto de conductores tienen tendencia a quedarse viendo hacia él y por tanto dirigir su trayectoria hacia lo que ven.
Al volante del Mercedes SLS AMG eres como el centro de la diana. Tras un par de kilómetros de calles abarrotadas de coches en las que tenía que ir midiendo con escuadra y cartabón cada movimiento de volante, por fin enfilé la A6 que también estaba a tope de tráfico. Un suspiro inevitable salió de mi interior, ahora estaría mucho más tranquilo para disfrutar al volante.
En autovía con el Mercedes SLS AMG
Con sus 571 caballos de potencia y los 1.695 kilos de peso del conjunto, el Mercedes SLS AMG es capaz de alcanzar velocidades punta de 317 km/h, más que suficiente para aparecer en la portada de todos los periódicos nacionales si se te ocurre alcanzarlos y tener la mala suerte de que un radar te coja.
Así que por supuesto, no se me ocurrió en ningún momento tentar a la suerte y me planteé el viaje como un recorrido ameno, tranquilo y en el que poder disfrutar del carácter dócil y manejable del que también hace gala el SLS AMG.
A medida que nos comenzábamos a alejar de Madrid, la densidad de tráfico era menor y la carretera se mostraba más despejada. Subir hacia el túnel de Guadarrama con el Mercedes SLS AMG es toda una experiencia.
Cada vez que el coche que nos precedía por el carril izquierdo se apartaba para dejarnos paso, pisar a fondo el acelerador y sentir como te pegas al asiento se convertía en maniobra adictiva.
Es espectacular la respuesta contundente y sin titubeos que tiene este coche. Nunca en mi vida había sentido algo así circulado en carretera, me recuerda más a la sensación que sentí en el Pagani Zonda R en Ascari que a cuando probé el Audi R8 V8 en carretera.
Dejas que el cuentarevoluciones baje hasta las 2.000 RPM mientras circulas en séptima velocidad, esperas a que el coche que te precede se aparte y desde 70 km/h pisas a fondo sin dudarlo. En un suspiro, el coche ha bajado dos marchas automáticamente y te está catapultando hasta los 110 km/h sin que apenas tengas tiempo de darte cuenta.
Es más, lo habitual es tener que pisar el freno para mantenerte dentro de la legalidad cada vez que haces una de estas maniobras.
Por lo demás el Mercedes SLS AMG es un deportivo de lo más confortable que te puedas imaginar. Las suspensiones del Mercedes SLS AMG en el modo de conducción “confort” te permiten conducirlo cómodamente como si estuvieses a los mandos de un SL. Es más, en ocasiones durante el recorrido llegué a olvidar que estaba conduciendo un SLS AMG y pensé que estaba a los mandos de cualquier otro coche de la marca de la estrella…hasta que el sonido que emiten los escapes me devolvió de nuevo a la realidad.
Hicimos 580 kilómetros en él y hasta que estábamos a escasos 40 km de nuestro destino no nos dimos cuenta de que la radio había estado apagada todo el camino.
El sonido del motor V8 es de otro mundo, es música para los oídos y a pesar de que no es nada molesto cuando estás en el habitáculo, tengo dudas sobre como habrá conseguido pasar las homologaciones en algunos países muy estrictos en este sentido.
Salimos de Madrid con el depósito de combustible casi lleno, solo le faltaba una indicación. Pero a mitad de camino tuvimos que parar a hacer un reportaje y estirar un poco las piernas, lo cual nos vino bien a ambos porque, a pesar de ser un coche cómodo y confortable, la posición de conducción es la de un deportivo. Vas sentado muy bajo, casi sobre el eje posterior y con las piernas y brazos bien estirados. Una maravilla.
Estaba un poco asustado sobre los consumos del coche, algún colega de profesión que lo había probado me había advertido que “me fuese preparando”. Pero lo cierto es que en este sentido me sorprendió gratamente, ya que circulando en la legalidad en carretera tipo autovía te permite mantener consumos bastante ajustados en torno a los 13 litros cada 100 kilómetros.
Llenamos el depósito y al momento estábamos deseando volver a salir a carretera. Creo que el Mercedes SLS AMG debería entregarse con una advertencia como la de algunos medicamentos que dijese: “acelerar en este coche puede provocar adicción”.
Y es que la incorporación a la autovía de nuevo, a través de un carril de aceleración con buena visibilidad no la olvidaré en mi vida. ¡Qué manera de acelerar y qué sonido! Estoy seguro de que si hubiese habido una patrulla de la Guardia Civil cerca nos hubiese parado solo por el ruido, y eso que no habíamos infringido ninguna norma de tráfico.
Devorar puertos de montaña en el Mercedes SLS AMG
Echamos gasolina poco después de Benavente, ya en la A-52 que lleva hasta Vigo. Largas rectas seguidas de dos puertos de montaña, la Canda y el Padornelo que separan Galicia del resto del país.
La noche era cerrada y en el horizonte se veían los resplandores de una tormenta lejana. Ponía los pelos de punta circular con el Mercedes SLS AMG en esas condiciones, y entonces entendí perfectamente porqué los “gentleman drivers” prefieren siempre viajar en su deportivo antes que hacerlo en un simple avión. Placer de conducción en estado puro.
Poco a poco la tormenta se fue acercando a nosotros y nosotros a ella. Los rayos descargaban con fuerza a los lados de la carretera, y la estampa al final del largo morro del coche era un tanto apocalíptica.
He de decir que encontré un defecto en el Mercedes SLS AMG imperdonable, aunque es uno de los pocos que tiene este coche. La velocidad del limpiaparabrisas en la posición más rápida es demasiado lenta para evacuar el agua cuando llueve con fuerza. Es solo un detalle, pero puede jugar más de una mala pasada a los conductores del SLS AMG.
Afortunadamente se trató solo de un chaparrón sin demasiada importancia, pronto volvió ante nosotros el ambiente despejado y volvimos a disfrutar al volante. Subir la Canda y el Padornelo en el SLS AMG es una delicia. La dirección del coche es muy precisa y directa, te permite marcar las trayectorias desde el principio y no mover el ángulo de volante hasta que estás encarando la salida de la curva.
Para disfrutar sin pasar de 110 km/h hay que buscarse las castañas en un coche de este potencial. Dejarlo bajar de vueltas, colocar la rapidísima caja de cambios de siete velocidades en posición manual y jugar a “me ha entrado prisa y tengo que bajar dos” mientras exprimes el V8 desde abajo es toda una experiencia.
Sin apenas darnos cuenta habíamos llegado a Vigo, era algo más de la una de la madrugada y la ciudad descansaba en plena noche. Dejé a mi amigo en su casa con una sonrisa que no olvidaré, la sonrisa que provoca viajar en uno de los mejores coches del mundo.
Silenciosamente sin pisar demasiado el acelerador para no despertar a nadie, atravesé la ciudad de Vigo por la zona del puerto, que en unas horas despertaría con el ajetreo de la lonja de pescado. Todavía quedaban cuatro días al volante del Mercedes SLS AMG…
Continuará...
En Motorpasión | Mercedes SLS AMG, prueba en carretera (parte 1, parte 2, parte 3 y parte 4);