Hace apenas un año que tuve mi primer contacto con el protagonista de nuestra prueba que hoy comienza. En aquella ocasión ya me di cuenta de que no se trataba de un coche cualquiera. Por su planteamiento está situado dentro del exclusivo elenco de los superdeportivos más admirados. 571 caballos de potencia, tracción trasera, biplaza…y dos puertas con apertura vertical que lo convierten en el “alas de gaviota” del Siglo XXI.
Se trata del Mercedes SLS AMG, el mismo coche que tuve oportunidad de “catar” durante aquella fría y húmeda jornada de pruebas en el Circuito de Monteblanco en Huelva. Aquel día algo cambió en mi vida, he de admitir que desde entonces comencé a adorar los modelos de la marca de la estrella, que nunca habían sido mis favoritos.
Y es que el Mercedes SLS AMG no es un Mercedes cualquiera, de hecho es el primer modelo fabricado íntegramente por AMG. Desde entonces, todas las noches soñaba con que me tocase la lotería para poder disponer de los 215.000 euros que cuesta esta maravilla. Y ahora, he podido reencontrarme con él y probarlo durante cinco días para saber como se comporta fuera del circuito. Me ha tocado el reintegro pero también pasado por agua…
Dispondría del Mercedes SLS AMG durante “sólo” cinco días, frente a los siete días que se suelen utilizar los coches de pruebas. Lo comprendí a la perfección cuando así me lo comunicaron desde el Departamento de Prensa de Mercedes, porque este no es un coche cualquiera. Es el modelo más especial que ha lanzado Mercedes desde el Mercedes McLaren SLR, y un coche que hará historia en los tiempos que corren.
El coche tenía que recogerlo un jueves, y desde el martes anterior notaba cierto cosquilleo en el estómago. El mismo jueves, puse en mi perfil de Facebook que estaba “algo nervioso” y los que me conocen y sabían que iba a reencontrarme con él, entendieron a la perfección el porqué.
Cuando llegué a la sede de Mercedes en Alcobendas (Madrid) a recoger el coche, una sonrisa se dibujaba inevitablemente en mi cara. Bajo a la planta del garaje, y de refilón veo asomar el morro de un Mercedes SLS AMG negro, espectacular. Tenía el presentimiento de que ese sería mi compañero de viaje durante los próximos cinco días, y así fue.
Cogí las llaves con el pulso temblando, debía calmar mis nervios antes de ponerme al volante del Mercedes SLS AMG porque nada podía fallar. Pulsé el botón de apertura y de las puertas hacia fuera salió la manilla que permite abrir la puerta con ese movimiento tan mágico, tan único y en ocasiones un tanto incómodo. ¿A quien la importa la comodidad en estos momentos?
La llave del Mercedes SLS AMG es presencial, es decir, no necesitas introducirla en ningún sitio para poder poner en marcha la bestia. Abrí la puerta tras agacharme bastante para echarle la mano a la manilla, la dejé en su posición más vertical y me quedé unos segundos admirando la estampa dentro del garaje.
El Mercedes SLS AMG tiene un aspecto espectacular. He tenido la suerte de montar y ver muchos “supercoches” a lo largo de mi vida, y he de decir que éste junto con el Ferrari Enzo y el Pagani Zonda, son los dos que más me han impresionado en persona.
Tiene la mezcla perfecta entre deportividad y elegancia. Un morro largo, gigante que deja muy atrás el habitáculo. Y detrás de éste una zaga espectacular, delicada, elegante, minimalista y redondeada que enamora a todo el que la mira. Sin duda el largísimo capó delantero es su mayor seña de identidad. Y cuando te sientas al volante es lo primero que “temes”.
El Mercedes SLS AMG es un coche bastante largo, mide 4,63 metros y desde el puesto de conducción situado muy bajo, da cierto respeto sacarlo de un garaje estrecho como en el que estaba. Parece que no llegas a ver el final del morro, y tomar referencias es complicado. Afortunadamente todos los Mercedes SLS AMG incorporan de serie sensores de aparcamiento delanteros y traseros que hacen que cada maniobra delicada sea más tranquila para quien se encuentra al volante.
Ya me encontraba sentado en el puesto de conducción, con la puerta del conductor todavía abierta. Dejo la llave en una de las dos guanteras situadas entre ambos asientos (la delantera con capacidad para dos latas y la trasera más pequeña). Busco el botón de “Start engine” situado a la izquierda de la consola central.
Lo pulso y de forma rápida se activa el contacto, las agujas de velocidad y revoluciones suben hasta el límite haciendo el “check control”. Acto seguido sin todavía haber apartado el dedo del botón, el motor V8 de 6.208 centímetros cúbicos de cilindrada cobra vida. El momento “puesta en marcha” es espectacular, emite un estruendo capaz de activar las alarmas de los coches que se encuentran a nuestro alrededor en el garaje. El sonido del Mercedes SLS AMG es de otro mundo, es uno de sus puntos fuertes, música para los oídos. Pero de eso ya hablaremos más adelante porque tenemos 1.500 kilómetros por recorrer en cinco días.
Los primeros kilómetros en el Mercedes SLS AMG
A medida que recorría los primeros kilómetros en el Mercedes SLS AMG, me iba dando cuenta de algo que me acompañó durante toda la prueba. En el Mercedes SLS AMG, es imposible no ser el centro de atención. La configuración de la unidad de pruebas, con carrocería en color negro y tapicería roja, además de espectacularmente bonita, debería ser discreta. Pero olvidaos, el SLS AMG nunca es discreto.
Todo el mundo se queda mirando, todo el mundo se gira a su paso, y he vivido experiencias que nunca me habían pasado con otros coches “comparables”. En el tercer semáforo que me paré en el Paseo de la Castellana, el conductor del coche de delante se bajó para hacerle una foto al coche con su móvil. Y esto era lo habitual entre el resto de conductores que me rodeaban, sacar el móvil e inmortalizar el coche para enseñárselo después a sus amigos.
Hacía solo unas semanas que había visto por la calle otro Mercedes SLS AMG, en ese caso en color blanco, con tapicería roja y conducido por el mismísimo Cristiano Ronaldo acompañado por su novia Irina Shaynk. Llamativo no, lo siguiente. No se quien llamaba más la atención, si el coche, el delantero del Real Madrid o su espectacular acompañante.
Tengo dudas entre el primero y la última, pero lo cierto es que el SLS AMG no pasa desapercibido ni aunque lo pintes de camuflaje y lo escondas entre unos matorrales.
El interior del Mercedes SLS AMG
NOTA: Por motivos técnicos y por la incesante lluvia que nos acompañó durante casi toda la prueba, no tenemos fotos del interior del coche, por eso hemos cogido fotos de archivo.
Después de escasos 10 kilómetros por el centro de Madrid con el SLS AMG, midiéndome para evitar tener una desgracia en cada giro, en cada esquina y en cada cambio de carril, recogí a un amigo que sería mi compañero de viaje. ¿A dónde? Por delante nos quedaban 580 kilómetros de autopista y autovía hasta llegar a Vigo, 580 kilómetros en los que los 110 km/h de velocidad máxima permitida iban a ser nuestro mayor suplicio.
Mi amigo traía una pequeña maleta de mano, típica de fin de semana. Entró justa en el maletero ya que yo, además de un “trolley” de mano, llevaba dos ordenadores portátiles y la mochila de la cámara de fotos. Son en total 176 litros de capacidad, justo para un medido equipaje de dos ocupantes durante un fin de semana.
Una de las primeras cosas de las que te das cuenta cuando llevas a alguien al lado, es la gran distancia que hay entre ambos. El Mercedes SLS AMG es muy ancho, mide 1,93 metros de ancho y los asientos van situados en los extremos. La consola central es por tanto muy ancha, tanto que es casi imposible que los codos de ambos se rocen aunque vayan apoyados sobre dicha consola.
Otro aspecto destacable, es que el habitáculo es amplio incluso para una persona que mida más de 1,85 metros de altura. Este era el caso de mi amigo, que pensé que se sentiría como dentro de una sala de torturas cuando se sentase en el asiento. La forma de las puertas en la parte que correspondería al techo del coche, deja un cierto hueco hacia arriba que permite “encajar” ahí la cabeza a las personas más altas. Buen punto para las tallas estilo alemán.
Además los asientos permiten elegir entre muchas posiciones diferentes a través de los ajustes eléctricos. Los altos podrán situar la banqueta muy baja, casi a ras de suelo y los más bajitos podrán situarse altos para ver después del largo morro que nos precede.
También dispone de un mando, situado en la parte delantera interior de cada una de las banquetas de los asientos, dónde podemos elegir entre más y menos apoyo lumbar o más o menos sujección lateral.
Esto, unido a la regulación eléctrica de la posición del volante, permite encontrar siempre la posición idónea de conducción.
Como es lógico, las puertas carecen de cualquier tipo de hueco dónde dejar objetos pequeños. ¿Porqué? Pues simplemente porque si los tuviese, al abrirla hacia arriba todo se caería encima de nosotros. En cambio dispone de dos guanteras centrales, una amplia con capacidad para dos latas u otros objetos, otra más pequeña justo detrás y una última “guantera de tela” situada en la parte trasera entre los dos asientos, muy útil para dejar la cartera, gafas de sol y otros objetos personales por el estilo.
Continuará...
En Motorpasión | Mercedes SLS AMG, prueba en carretera (parte 1, parte 2, parte 3 y parte 4);