Si hace unas semanas os decía que el pequeño MINI John Cooper Works GP que tuve ocasión de probar sería un coche elegido para ocupar una de las diez plazas de mi garaje soñado, también os digo ahora que si la economía me lo permitiese, este Mercedes Clase G 63 AMG, cuya prueba comienza hoy sería su compañero en la plaza de al lado.
Uno y otro nada tienen que ver entre si, pero ambos desprenden un encanto especial, un halo diferente que los coches comunes no tienen. Es ese halo de exclusividad, irracionalidad y extravagancia que tanto gusta a los afortunados que pueden hacerse con un coche de estas características.
Si te compras un G 63 AMG no lo haces porque creas que es el coche que cumple con todas tus necesidades. No al menos que seas un bicho muy raro con unos hábitos muy extraños, vivas en Rusia, los Emiratos Árabes Unidos, te llames Dimitri o te apellides Al-Algo.
¿Para que vas a necesitar un todoterreno con 544 caballos de potencia? El Mercedes Clase G es uno de los mejores todoterrenos del mercado. Nada de SUV ni mariconadas modas por el estilo. El pasado verano tuve la suerte de probar el G 350 Blutec (prueba), un coche que me demostró que en esencia sigue siendo fiel al modelo original de los años 70, para bien y para mal.
Ahora Mercedes nos ha dejado durante un fin de semana esta bestia que podéis ver en las fotos. Básicamente es aquel mismo G 350 Blutec, pero en este caso bajo el capó se esconde un motor V8 biturbo de 5.461 centímetros cúbicos, 544 caballos de potencia y 760 Nm de par entre 2.000 y 5.000 RPM.
Es como si a una cosechadora le pones un motor de Lamborghini. Bueno, creo que la comparación no ha sido muy afortunada ahora que recuerdo la marca del tractor que tienen unos amigos en su finca de Extremadura.
Voy a volver a intentarlo. Es como si intentas mezclar un coche pensado para el campo con un Mercedes SLS AMG. ¿El resultado? Lo tenéis ante vosotros luciendo un precioso color negro mate que cuesta 6.228 euros y se llama Mercedes Clase G 63 AMG. Por si no lo veis bien, de ahora en adelante os lo pongo a pantalla completa.
Es tan bestia que no cabe en las fotos normales, de ahí este tamaño extra que estrenamos en las pruebas. Cuando llegué a recogerlo a la sede de Mercedes España, admito que sentí de nuevo ese cosquilleo, esas mariposas en el estómago que solo sientes cuando tienes una cita con algo o alguien especial.
Firmé las autorizaciones que me hacían responsable de esta máquina que tiene un precio base de 164.000 euros (más de 180.000 euros con extras) durante tres días. En otros tiempos la matrícula alemana me eximiría de las multas de radar. Por desgracia hoy en día el flujo de información entre los países está a la orden del día, así que nada de pasarse de los límites legales.
Cuando ya en la calle me paré a ver el G 63 AMG en detalle, una sonrisa pícara se dibujó en mi cara. No es para menos, ya que la planta de este coche no pasa desapercibida. Puede que haya a quienes su carrocería de líneas cuadradas y casi cinco metros de largo no le guste, pero no hay quien no se gire a su paso.
El G 63 AMG es una mezcla perfecta entre un todoterreno puro y un superdeportivo de la marca de la estrella. Como las formas angulosas no podían cambiarlas, lo que han hecho para convertirlo en un verdadero AMG ha sido cambiar una serie de detalles que lo hacen diferente.
Son específicas para este modelo las ópticas delanteras, que carecen de la rejilla protectora que lucía el G 350 Blutec. La parrilla delantera también es hecha a medida para la ocasión, y cuenta con dos barras cromadas que la atraviesan denotando el estilo AMG. Además es más abierta que la del resto de modelos de la Clase G.
El paragolpes delantero tiene tres enormes aberturas, y en este caso no son simplemente estéticas. En su interior albergan los radiadores que permiten mantener el control de la temperatura que alcanza la mecánica en el verano de Dubai, así que ten cuidado con no golpearlos.
La tapa del capó tiene forma semitriangular, y este es completamente paralelo a la línea del suelo. Si lo abres encuentras el monstruoso motor V8 biturbo firmado en este caso por un tal Pierre Snabuick o algo similar, ingeniero de motores de AMG quien se encargó de montarlo a mano desde el principio hasta el final del proceso. Gracias amigo Pierre, si quieres te invito a una cerveza alemana por el buen trabajo que has realizado.
La pintura negro mate que luce esta unidad le sienta como anillo al dedo. No soy muy fan de estos colores tan de moda últimamente, pero en un G 63 AMG todo vale. Cualquier cosa antes que elegirlo blanco. Eso si, el que lo quiera mate deberá pagar 6.233 euros más, aunque eso no debería suponer ningún quebradero de cabeza después de haber decidido comprar uno de los coches con menos sentido (teórico) del mercado.
Las llantas opcionales (1.430 euros) de cinco radios y 20 pulgadas de color negro solo están disponibles en el G 63 AMG y en el G 65 AMG. Al montarlas, las enormes pinzas de freno necesarias para detener esta mole de 2,5 toneladas cuando los 544 caballos lo han puesto a velocidad de crucero, destacan por su color rojo de sobremanera en un conjunto negro, muy negro.
Negros son también los cristales de las plazas traseras (593 euros) y el que se sitúa en el enorme portón trasero, ese que para abrirlo necesita mucho espacio porque tiene bisagra lateral. Además incorpora la rueda de repuesto, un elemento más de la característica imagen del Clase G que además se convertirá en el primer elemento que golpeará contra la trasera al aparcar marcha atrás.
Si en la trasera esperas encontrar las cuatro salidas de escape propias de los Mercedes AMG, que sepas que te equivocas. En el G 63 AMG esa doble salida de escape la encuentras en los dos laterales, justo debajo de la puerta trasera en un nivel inferior incluso a los estribos, ese elemento tan necesario para no tener que tirar del equipo de escalada cuando te quieres montar en el coche.
El equipo de escalada para subir al Mercedes G 63 AMG
Y ya que nos vamos al interior, toca abrir las puertas. Estas siguen siendo tan rudas como las del G 350 Blutec, te obligan a abrirlas y cerrarlas con fuerza si quieres que el movimiento se haga completo, y a pesar de ello tendrás que cerrarlas por segunda vez en la mayoría de los casos.
Así pues, el Mercerdes G sigue siendo igual de duro que sus hermanos con menores pretensiones, a pesar de que los compradores de este 63 AMG se van a gastar en el más de 164.000 euros y muchos de ellos, van a la manicura a diario. Es el coche que se compraría el ahora tan de moda Chuck Norris.
En el interior encontramos un mundo de contrastes que personalmente me apasiona. El habitáculo es el mismo de los G de toda la vida, con su posición de conducción elevada, las líneas verticales en los mandos del salpicadero y detalles como el famoso posavasos formado por una red en el lateral derecho.
Todo ello se mezcla perfectamente con unas molduras de las puertas que lucen el logo AMG, que se enciende para recordarte que no te estás montando en un coche cualquiera.
Por su parte, los asientos van forrados en este caso en una perfecta combinación de piel de color negro y piel de color marrón formando rombos, ya que esta unidad equipaba el cuero Designo bicolor que cuesta 5.496 euros. Por ese precio ofrecen calefacción para el duro invierno siberiano, aireación interior para los veranos en Dubai y además múltiples ajustes eléctricos para adaptarlos a la talla que sea. Esa tapicería se extiende además a las puertas y el portón trasero.
En el interior me encanta todo lo que veo. Hay una mezcla de elementos necesarios y otros puramente ornamentales que lo hacen único. Toda la consola central va forrada en fibra de carbono, de la de verdad, de la cara. Tan cara que esa opción cuesta 5.263 euros. Por supuesto su función es meramente estética, ya que en un coche de 2,5 toneladas, el ahorro entre usar carbono y usar plástico es tan inapreciable como el amor por la discreción de su comprador tipo.
El cuadro de relojes luce el estilo típico de los AMG, con sus características grafías en color plateado y algún detalle más como la pantalla central dónde tendremos toda la información que necesitemos con solo pulsar algunos de los botones del volante multifunción.
En las plazas traseras encontramos una fila de asientos amplia, casi con asiento corrido y en el caso de la unidad de pruebas los ocupantes de esta fila de asientos disfrutarán de dos pantallas de 17,8 centímetros situadas en los respaldos de los asientos delanteros. Forman parte del sistema de entretenimiento opcional y cuestan 2.579 euros, pero incluyen auriculares inalámbricos.
El maletero por su parte sigue siendo igual de grande que el del G 350 Blutec, con 480 litros de capacidad. En su interior cabe casi de todo, desde la compra del día hasta ese oso que has cazado en la última cacería a la que te invitó Dimitri en los montes Urales.
La bestia en marcha
Giras la llave y el impresionante motor V8 de 5.461 centímetros cúbicos cobra vida, emitiendo un aullido digno de un lobo hambriento recorriendo las montañas más altas de Siberia. El sonido del motor impresiona, y más cuando alguien se atreve a pararse a tu lado en un semáforo y lo utilizas como caja de resonancia para amplificar el sonido que emiten los escapes laterales.
La palanca de marchas que te permite seleccionar entre N, R, D y P es la misma que puedes encontrar en un AMG de los de toda la vida, pequeña y con el logotipo de la casa de Affalterbach. También son idénticas las levas situadas detrás del volante...