Continué el proceso de rodaje del CLC 220 CDI recorriendo la costa, otros 250 km para el saco. En este recorrido, incluyendo pueblos y carreteras secundarias lentas, la cifra media seguía en torno a 7 l/100 km, siempre con una velocidad moderada. El cálculo de autonomía mas los kilómetros recorridos rascaba los 900 km casi todo el rato.
La costa es bastante lisa en general, así que su incidencia en el consumo es más bien mínima. En algunos momentos del trayecto, como el parque de la Albufera, eran de tal belleza que bien merecía la pena disfrutar más de la carretera, y sin gente a la que “molestar” bien se podía circular a 70-80 km/h.
Esos kilómetros se hicieron con el coche cargado de cuatro adultos, aproximadamente 380 kilogramos en seres humanos. La ocasión sirvió para comprobar que aunque delante se siente un hombre corpulento de 2 metros, atrás se puede viajar con relativa comodidad si no se supera 1,75 metros de estatura. En cualquier coupé eso no siempre es posible.
Cuando tocó volver a Madrid ya iba con la idea de que había que repostar sí o sí, y no mucho más tarde. La autonomía ya bailaba entre 200 y 100 kilómetros en muy poco tiempo, tan pronto como cambiaba de una situación más favorable a una menos favorable. La salida de Valencia es fundamentalmente cuesta arriba. La quinta aguantó perfectamente los viaductos (~2.000 m de altura máxima) sin reducir.
Ya en Cuenca marcaba el odómetro parcial 763 km cuando se encendió el testigo de reserva, aún tenía para 100 kilómetros más según ordenador. Decidí no parar inmediatamente y seguir apurando la reserva. Cuando debían quedar unos 60 km de autonomía el ordenador dejó de indicarla y pasó a decir simplemente “Reserva de combustible”. ¡Como el Logan 1.4! (que por cierto, vaya gracia me hizo en su día).
No quise arriesgar demasiado y finalmente me detuve cuando el odómetro marcaba 831,4 km. En teoría el sobrante debía durar 50 km más, lo que nos da aproximadamente 880 km de autonomía, 7 l/100 km. En ese momento la lectura del ordenador coincidió con la media real, el margen de error es mínimo.
Al repostar 20,64 litros la autonomía subió a 360 km, lo que necesitaba para llegar a casa y la posterior devolución. La mayor parte del tiempo mantuve 120 km/h, pero cerca de Madrid fui ligeramente más rápido en algunos tramos. Intentaba igualar el tiempo de la ida, era seguro hacerlo, y así ver qué pasaba con el gasto. Esperaba que subiera. La reserva volvió a saltar a los 1.074 km.
Una vez en destino y aparcado, habiendo tardado sólo cinco minutos más que en la ida, la media bajó a 7,1 l/100 km, tanto la parcial como la total desde que recogí el coche. La interpretación es sencilla, de los 1.000 a los 2.000 km el motor se va volviendo más ahorrador ya que las piezas se van asentando. Tenía entendido que el efecto era más suave, pero está visto que no. Como 0,5 l/100 km de diferencia, más o menos.
No disponía de tiempo para hacer otro repostaje, así que estiré la autonomía al máximo. De mi casa a la sede de Mercedes, que está a 30-35 km dependiendo de la ruta, fui con el cálculo de autonomía de 50-60 km al arrancar. Hice la conducción más económica posible aunque pillé retenciones, sólo tardé cinco minutos más que con la carretera despejada y sin preocuparme por el gasto (a la velocidad máxima de las vías que recorro).
En condiciones de máxima eficiencia se me quedó el parcial en 5,9 l/100 km, por debajo de la cifra de 6,6 l/100 km oficial y contando con los factores adversos (neumáticos, motor en rodaje, tráfico desfavorable). Con los neumáticos de serie (16 pulgadas) y con el motor ya rodado estoy convencido de que a nada que se conduzca con cuidado iguala o reduce levemente esos 6,6 l/100 km homologados.
Calculo que lo devolví con una autonomía aproximada de 10-20 km. Contando la distancia recorrida con el combustible utilizado mas la tímida estimación de autonomía, haciendo una proporción sale 7,0-7,1 l/100 km. Es decir, lo que declaró el ordenador de a bordo, de modo que es bastante preciso.
Para quien no sea amigo del cambio manual o valore ante todo la comodidad, el automático me parece recomendable si obvia la diferencia de precio, que es un tanto elevada. Sería apostar por una tecnología que no es puntera, pero desde luego bastante fiable, tanto por el motor (2.2 150 CV) como por la transmisión. Lo más novedoso no es siempre lo mejor.
Cuesta en manual 33.950 euros, en automático 36.397 euros. No digo que gaste poco, está tecnológicamente superado, pero tampoco está demasiado lejos de sus oponentes más eficientes, en torno a un litro de diferencia nada más.
En Motorpasión | Mercedes-Benz CLC 220 CDI automático, prueba de consumo (parte 1)