Probamos el Mercedes-AMG C 63 S Coupé: 510 CV de visceralidad para un deportivo que emociona
En el universo del motor donde los coches poco a poco pierden ese factor emocional que los hace especiales hay unos pocos modelos que se merecen reservar un espacio en nuestros corazones. Este es el caso del Mercedes-AMG C 63 S Coupé, un coche que tuerce cuellos a su paso.
Esta versión deportiva del Clase C está equipada con un motor 4.0 V8 y doble turbo que desarrolla una potencia de 510 CV. Pero no sólo impresiona la cifra, sino también la manera en la que la presenta sobre el asfalto, sin demasiados remilgos y envuelto en lujo.
Mercedes-AMG C 63 S Coupé: duro y discreto a partes iguales
El Mercedes-AMG C 63 S Coupé es uno de esos coches que no pueden no gustar. De gestos marcados y aplacados por el color Gris Grafito mate de su carrocería, el C 63 S intenta pasar desapercibido, pero no lo consigue.
En cada ocasión que hemos salido con él a la calle ha sido extremadamente fácil despertar miradas furtivas, gestos de admiración y bastantes comentarios alabando las líneas del coupé alemán. En lo que a mí respecta es el coche que ha despertado más conversaciones con desconocidos, e incluso alguien más motivado de la cuenta dejó las huellas de sus manos plantadas en las ventanillas por asomarse al interior.
Sus líneas bajas y estilizadas quedan rotas por unos pasos de rueda ensanchados para albergar unas grandes llantas de 19 pulgadas rematadas en dos colores. Por delante la gran parrilla de líneas verticales cromadas sobresale, aunque el carácter lo aportan las grandes entradas de aire y el splitter colocado en la parte inferior.
Por detrás cuatro grandes salidas de escape poligonales (falsas) acaparan buena parte de la atención y quedan unidas por un difusor inferior. Sobre la tapa del maletero un pequeño alerón remata un conjunto siniestro que mete miedo gracias a los elementos en negro brillante, dejando sólo los cromados para la parrilla, manetas y emblemas.
Interior digital, limpio y funcional
Si por fuera es un coche llamativo, por dentro no lo es menos, y es que Mercedes-Benz le pone mucho empeño a sus interiores, aunque en este caso se nota que es un coche que empezó su vida comercial en 2015 y su configuración de la generación anterior queda evidenciada.
Tras haber conocido las últimas incorporaciones en los habitáculos de la casa de la estrella como el Mercedes-AMG A 35 que probamos hace sólo unos días, este C 63 S Coupé se percibe ligeramente desfasado. No se siente un coche viejo ni falto de calidad, pero sí que empieza a pedir una renovación que le ponga a la altura de sus parientes cercanos.
El cuadro de mandos es completamente digital con una pantalla de 12,3 pulgadas, configurado en dos esferas principales y una parte central de las que la esfera derecha y la pieza central podremos configurar de diferentes maneras: navegación, entretenimiento, indicadores dinámicos AMG, fuerzas G y diferentes parciales entre oras funciones, además de poder visualizar los contenidos en formatos Clásico, Deportivo o Supersport (muy vistoso pero poco práctico).
Sobre el salpicadero se ubica una segunda pantalla volada 10,25 pulgadas con una definición de 1.920 x 720 píxeles que se controla desde los mandos de la consola central. Un controlador que mantiene su ruleta giratoria y que es mucho más voluminoso que los de nueva generación utilizados en la marca, aunque su funcionamiento es correcto.
Toda esta configuración es la misma prácticamente que conserva desde su lanzamiento salvo por algunos cambios menores y el volante. Este elemento sí se ha renovado e incluye los botones Touch Control: el izquierdo controla el cuadro de mandos y el derecho la pantalla central.
El volante por cierto sigue los mismos cánones que los utilizados en otros modelos AMG. En el Mercedes-AMG C 63 S lo encontramos forrado en cuero y microfibra, sus dimensiones y espesores siguen siendo igual de correctas, es agradable de utilizar y sólo resulta raro el achatamiento por los laterales y el inferior.
Como también ocurre en el A 35, la pieza inferior de plástico que simula ser metal no aporta la sensación de calidad que debería, al igual que los mandos con pantallas integradas bajo los brazos del volante. Su tacto, crujido y soportes de plástico de no demasiada calidad no están a la altura de un coche de más de 100.000 euros.
A nivel de habitabilidad las plazas delanteras no tienen tacha alguna. Los asientos deportivos son regulables eléctricamente y en esta unidad estaban calefactados y ventilados, por lo que resultan bastante cómodos y con muy buen ajuste lateral una vez que nos metemos en faena.
Las plazas traseras en cambio están bastante limitadas y su uso es bien para niños o para pasajeros ocasionales. El acceso es complicado por la línea coupé del techo y los asientos delanteros no dejan demasiado espacio para el acceso. Una vez sentados no hay mucho espacio para las piernas pero sí para la cabeza, ya que aunque el techo es bajo, los asientos están un poco hundidos.
En cuanto al maletero la capacidad es de 355 litros. No está mal para ser el tipo de coche que es pero incluso nos sorprende en un primer momento porque es bastante aprovechable, aunque el acceso queda un tanto limitado por una tapa trasera que es bastante pequeña.
510 CV de genio alemán con pocos filtros
El interior está bien y es agradable, pero después de entrar por su enorme puerta lo que nos interesa se esconde bajo el capó. Conectamos el arranque y el Mercedes-AMG C 63 S Coupé arranca zambulléndose en un estruendoso bramido.
El sonido que emana por los escapes del C 63 S es de esos que ya apenas se escuchan en las carreteras. Poderoso, ronco, contundente incluso con los escapes en su posición más recatada. El gorgoteo de sus ocho cilindros no es nada discreto ni siquiera al ralentí, y eso nos encanta.
Ponemos la directa y salimos a recorrer nuestros primeros metros, deleitándonos con esa melodía petrolhead que nos saca una enorme sonrisa. La suavidad del motor es encantadora, típica de estas configuraciones y del carácter recatado de los Mercedes-Benz. Todos los mandos tienen un tacto preciso y cumplen su función, aunque eso sí, la visibilidad no es demasiado buena.
Durante los primeros kilómetros nos movemos en el modo Confort, recorriendo de una manera relativamente cómoda la ciudad y las carreteras aledañas. Y es que sí, un coche de este porte puede ser también un coche cómodo, dentro de lo confortable que puede ser un coche deportivo con asientos deportivos y llantas de 19 pulgadas con neumáticos de perfil bajo.
Las suspensiones regulables se suavizan así como las reacciones de la mecánica y los viajes por autopista son un paseo agradable. No así las partes más bacheadas y repletas de resaltos en la ciudad. La altura libre al suelo también es un handicap ya que el splitter delantero se encontrará de frente con muchos bordillos.
Sin tardar demasiado nos buscamos un tramo de carretera con buen asfalto para ver qué ocurre bajo el pedal derecho aunque a poco que hemos insinuado el V8 biturbo ya nos ha dado un par de teasers de los que te aceleran el pulso, así que engranamos el modo Sport, o mejor... el Sport+.
Automáticamente el coche configura la suspensión en posición dura, se abren las válvulas de escape, la dirección se vuelve más firme y tanto la caja de cambios como el motor varían su comportamiento hacia un mundo de reacciones directas y extremadamente contundentes.
Bajo el largo capó delantero se esconde un propulsor de ocho cilindros en uve y 4.0 litros de cilindrada sobrealimentado mediante dos turbos. Sus cifras imponen casi tanto respeto como su sonido: 510 CV y 700 Nm de par motor.
El empuje del motor es simplemente soberbio. El tarado que se ha querido implementar en este modelo es el de un coche deportivo con cierto descaro y que en cada juego de pies nos deleita con un buen puñetazo de emociones. No se ha refinado demasiado, es gamberro, y eso también se nota en un sonido brutal que nos deja su máximo apogeo en reducciones, donde los petardeos son de todo menos comedidos.
Por debajo de 4.000 revoluciones sí es cierto que se ha primado una entrega dulce y que en novena velocidad a velocidad legal de autopista el régimen de giro se sitúa por debajo de las 2.000 rpm. De ahí hacia arriba, hasta el corte a las 7.000 revoluciones, hay que tener mucho terreno y manos para llevar este coche.
El Mercedes-AMG C 63 S Coupé es una dosis de visceralidad encerrada en un coche de 1.820 kg. Sí, es cierto que pesa, pero en AMG han hecho un muy buen trabajo para que se comporte como un deportivo entre curvas y se siente pegado al asfalto. Su precisión es excelente y sólo se ve perturbada acelerando a la salida de las curvas, donde el control de tracción acostumbra a entrar bastante rápido para impedir que la zaga nos adelante.
Las grandes ruedas que equipa de serie el C 63 S tienen medidas 255/35-R19 delante y 285/30-R19 detrás. Las delanteras no tienen problema en mantenerse apuntando hacia donde queremos ir, las traseras en cambio sí, quizá por estar más desgastadas de la cuenta.
En cualquier caso, este coche es la perfecta encarnación de una variante aspiracional. Su esquema de propulsión convierte el asfalto en un patio de recreo sobre el que jugar. Las supensiones le hacen girar como una tabla y el juego del acelerador le pone un extra de pimienta a la conducción con movimientos constantes en la zaga.
La caja de cambios 9G-TRONIC en posición automática tiene un funcionamiento bastante preciso, ya sea en conducción relajada como en conducción deportiva. Eso sí, no llega a alcanzar el nivel de intencionalidad del modo manual cuando queremos preparar un adelantamiento, donde tiene que tomarse unas décimas de segundo para pensar después de que pisemos a fondo el acelerador.
Después de haber hecho unos cuantos cientos de kilómetros con el Mercedes-AMG C 63 S el regusto que nos deja es el de un coche que es relativamente práctico porque su tamaño no es tan descomunal como puede aparentar, pero que penaliza con un consumo fuera de lo habitual.
Acostumbrados a las medias de gasto de propulsores de cuatro cilindros turboalimentados cada vez más ahorradores, la sed de un motor de ocho cilindros sorprende, por mucho downsizing y mucho doble turbo que se incorpore. A poco que nos pesa el pie derecho los consumos suben por encima de 20 y 30 litros a los 100 km, pero esforzándonos por rebajar esa cifra finalmente la media de consumo se quedó en 13,6 litros a los 100 km.
Tecnología a un paso de los mejores de la marca
El sistema de infoentretenimiento incluye conectividad con Apple CarPlay y Android Auto. Su funcionamiento es correcto al igual que la navegación entre menús y opciones. Pese a que estéticamente y a nivel de contenidos es muy parecido sí hay que reconocer que el software se nota un pequeño escalón por detrás de los modelos que equipan las versiones más modernas.
Mención aparte se merece el sistema de sonido Burmester. Su equipo de sonido está dotado de altavoces de alto rendimiento y sonido envolvente que aportan una experiencia sonora contundente, con una definición perfecta y que no distorsiona ni con música plagada de bajos y con el volumen al máximo.
En el apartado de ayudas a la conducción hay que tener en cuenta que la mayoría forman parte de paquetes opcionales y hay que pagarlos aparte, pero el C 63 S puede equipar el control de crucero adaptativo marca de la casa que funciona bastante bien, aunque el reconocimiento de señales de vez en cuando nos regala algún frenazo que otro al detectar límites de velocidad en vías de servicio.
También está disponible la asistencia para el mantenimiento de carril que es capaz de hacerse cargo de la dirección durante periodos limitados de tiempo. Su funcionamiento es bastante fluido y poco intrusivo con la conducción, así que como medida de seguridad es un buen aliciente que puede evitar algún que otro susto en viajes largos.
Aparte también está en opción el asistente de aparcamiento con cámara de 360º, aunque no resulta demasiado práctico el modo automático porque necesita mucho espacio para aparcar. Las cámaras y los avisadores sí que nos resultaron prácticos en un coche que no brilla por su ángulo de giro.
Sensaciones y lujo por encima de 100.000 euros
El precio básico del Mercedes-AMG C 63 S Coupé es de 112.500 euros. Añadiendo al equipamiento de serie los paquetes de asistencia a la conducción Plus, paquete aerodinámico AMG, paquete de aparcamiento 360º, paquete AMG Night, paquete Premium Plus, además de otros accesorios el precio de la unidad que hemos probado es de 137.118 euros.
Poniéndolo en contexto, el C 63 S Coupé podría rivalizar contra otros coches también alemanes como el Audi RS 5 Coupé de 450 CV equipado con tracción quattro y 102.950 euros u otro tracción trasera como el BMW M4 Coupé de 431 CV desde 96.550 euros. El Mercedes-AMG está un paso por encima en cuanto a precio, pero también ofrece más potencia y, según gustos, un interior más elaborado.
En cualquier caso, no, el Mercedes-AMG C 63 S Coupé no es un coche asequible, pero no sólo a nivel económico. Quien pueda permitirse este deportivo, si además quiere sacarle partido a su motor V8 de 510 CV, tendrá que tener manos para saber llevarlo. Con ayudas es un coche nervioso; sin ellas es un coche que sobrepasa la habilidad media.
En un mundo donde reina el downsizing (y que también afecta a este coche) y la ausencia de carácter, coches así son los que nos hacen reencontrarnos con nuestra afición. Es más, agradecemos que el C 63 S sea un coche relativamente veterano, pues modelos más modernos e incluso más potentes, ya tienen un sonido menos emocionante.
Mercedes-AMG C 63 S - Valoración
.6
A favor
- La visceralidad del motor
- Chasis cómodo pero deportivo
- Estética impactante
En contra
- Precio elevado
- Ciertos acabados interiores
- Consumo fuera de lo normal
- Exigente para manos inexpertas
Mercedes-AMG C 63 S Coupé - Ficha técnica
Versión probada | C 63 S Coupé | |||
Cilindrada | 3.982 cm³ | Tipo de tracción | Trasera | |
Bloque motor | Ocho cilindros en uve biturbo | Combustible | Gasolina | |
Potencia | 510 CV a 5.500 - 6.250 rpm | Capacidad del depósito | 66 litros | |
Par motor | 700 Nm a 2.500 – 5.000 | Consumo urbano | 14 l/100 km | |
Masa en vacío | 1.820 kg | Consumo extraurbano | 7,8 l/100 km | |
Velocidad máxima | 290 km/h | Consumo combinado | 10,1 l/100 km | |
Aceleración 0-100 km/h | 3,9 segundos | Capacidad maletero | 355 litros | |
Transmisión | AMG 9G TRONIC | Precio | Desde 110.350 euros |
El coche para esta prueba ha sido prestado por Mercedes-Benz. El servicio de fotografía ha corrido a cargo de Guillermo Cruzado. Para más información consulta nuestra guía de relaciones con empresas.