Cuando te pones al volante de un coche como el Citroën DS3 Racing, pequeño, musculoso, potente y realizado en una exclusiva edición limitada de 2.000 unidades, esperas que lo que te transmita sea realmente único, diferente y sobre todo que te emocione cada vez que trazas una curva o pisas a fondo el acelerador.
Esto es lo que ocurre cuando conduces un Abarth 500 (más si es el essesse) y en menor medida cuando conduces un Mini Cooper S. Estos, junto con el Renault Clio Sport y el Opel Corsa OPC, son los teóricos rivales directos del Citroën DS3 Racing, coches que ya tienen un hueco hecho por méritos propios en el segmento de los pequeñajos que vuelan raso.
Así pues, el Citroën DS3 Racing tenía como objetivo situarse como mínimo al mismo nivel que estos, y recuperar el espíritu deportivo de algunos modelos como el Visa GTI, el AX GTI o el Saxo 16 válvulas. Este último debería ser al que por concepto más recordase el Citroën DS3 Racing, un coche de solo 125 caballos que era capaz de dejar en ridículo a muchos en una carretera de curvas de montaña y que por tanto marcó una época en los rallyes en España.
Así pues, nada mejor que dejarse de palabrería y ponerse al volante del Citroën DS3 Racing. Cuando te sientas sobre los asientos deportivos tipo backet, es fácil encontrar una posición de conducción cómoda. La única pega es que el asiento está para mi gusto un tanto alto, pero tampoco demasiado.
Nada más girar la llave de contacto y poner en marcha el motor 1.6 THP de 203 caballos de potencia, tal vez esperes que un sonido abrumador se cuele en el interior. Pero no es así para nada, al ralentí el DS3 Racing es todo lo discreto que no es su decoración. Y cuando estás en marcha, el sonido en el habitáculo aunque si es algo deportivo, no llega a molestar en ningún momento.
Primera y arrancamos. Pisando a fondo el acelerador a medida que vamos subiendo vueltas, lo primero que notamos es que el motor empuja de forma muy progresiva. Es el mismo motor que probamos en el Peugeot RCZ 1.6 THP 200 CV, prueba (parte 1, parte 2, parte 3 y parte 4) y ya me había parecido que su carácter poco tiene que ver con el que te puedes esperar de un motor turbo.
Hay que estar fino con el acelerador y el cambio de marchas para llevar siempre el motor arriba, que es dónde se entrega la potencia máxima. El motor empuje con fuerza, pero en ningún momento pega ese tirón tipico del turbo al que estábamos acostumbrados en los coches de antaño.
Me gustó mucho el tacto del cambio, y aunque los desarrollos son para mi gusto algo largos, es una auténtica delicia cambiar de marchas, bajar cuando hay que parar el coche a la entrada de una curva y maniobras por el estilo. Es más, llega a ser casi adictivo el uso de la palanca de marchas, que está muy a mano.
Por otro lado, el motor parece que tiene dos carácteres. Si lo quieres llevar en “modo deportivo” debes hacer maravillas para que la aguja del cuentarevoluciones se mantenga bien arriba. Por contra, si quieres rodar tranquilo, el motor tiene un tacto muy suave y agradable en bajos, que te permite rodar en marchas largas sin problema.
De ahí los consumos que homologa, que no pasaron de los 8,3 l/100 km de media. Si ibas al ataque, los consumos eran bastante moderados, no pasaban demasiado de los 10 l/100 km.
Suspensiones, chasis y dirección en el Citroën DS3 Racing
Para poder probar bien como se comprota el Citroën DS3 Racing, nada mejor que irse hacia una carretera de curvas, con subidas, bajadas y todo tipo de firmes. Ahí es dónde la mano de Citroën Sport debería notarse más, ya que el motor ya hemos visto que aunque empuja bien, no tiene un comportamiento demasiado llamativo.
Salgo de Madrid rodando por una autovía de las afueras, concretamente la A1. No hay tráfico, es sábado y son las 15 horas. El calor aprieta y para más motivo, hay carreras del Campeonato de España de GT en el Jarama. Así pues, el tramo de curvas al que me dirijo va a estar completamente libre de “quemados”.
Pronto cojo una salida de la autovía, después de haber comprobado como el motor del DS3 Racing es muy elástico y como las suspensiones por autovía no castigan para nada la espalda, es más, son muy suaves para un coche de este carácter.
Empiezo a encarar la zona de curvas, y me gusta el tacto que tiene el equipo de frenos. Es fácil cogerle el punto, y a pesar de que me explayé en esa carretera de curvas, el tacto y el mordiente se mantuvieron estables durante todo el recorrido.
También me gustó el tacto de la dirección. Aunque es bastante directa y precisa, si tienes que corregir un poco la trayectoria una vez dentro de la curva, no es demasiado brusca y junto con el chasis permiten cierto nivel de error.
Lo que no me convenció demasiado fue el tacto de las suspensiones. Son duras pero no rígidas. Es complicado de explicar como se comportan las suspensiones, pero lo que tengo claro es que ni dan la confianza que esperas del coche para exprimir al máximo los 203 caballos de potencia, ni están al nivel del resto del conjunto.
Para que el coche de confianza, necesitas que en la curva el aplomo sea total, que la carrocería se mantenga firme y que no surjan pequeños movimientos extraños que te pueden llevar a levantar el pie del acelerador. En este sentido el Citroën DS3 Racing falla, y posiblemente no le han dejado hacer todo lo que querían a la gente de Citroën Sport para premiar el confort. ¿Confort en un Racing? No gracias.
Continuará...
En Motorpasión | Citroën DS3 Racing, prueba (exterior e interior, conducción y dinámica, valoración y ficha técnica)