Tal vez el nombre de Peter W. Schutz no te suene demasiado. Fue el Presidente y CEO de Porsche desde 1981 hasta 1987, sin duda los años más difíciles para la compañía que en 1980 había dado grandes pérdidas y navegaba sin timón hacia una situación peor si cabe en la que el Porsche 911 estaba llamado a desaparecer.
Peter W. Schutz falleció esta semana a los 87 años de edad. Él fue el encargado de dar un cambio de rumbo a la estrategia de la compañía, salvando el icónico 911, desarrollando otras líneas de producto como los Transaxle y consiguiendo muchos éxitos en competición. Por todo eso, merece un repaso de su vida.
Su vida
Peter W. Schutz nació en Berlín (Alemania) el 30 de abril de 1930. El auge del nacismo llevó a su familia a huír de su tierra natal, y el primer destino fue Cuba, donde se instalaron en La Habana en 1937.
En la isla caribeña estuvieron solo dos años ya que en 1939 se marcharon a Estados Unidos, donde se instalaron en Chicago (Illinois). Allí creció Schutz y allí estudió su carrera como Ingeniero Mecánico.
Poco después de graduarse, comenzó a trabajar en Caterpillar, donde estuvo 15 años. De allí a Cummins Engine donde estuvo 11 años, de los cuales ocho ocupó el puesto de Vicepresidente de ventas para Estados Unidos y Canadá. Sus resultados fueron fantásticos, llevaba a las compañías a niveles de rentabilidad nunca alcanzados.
Mientras tanto, Porsche atravesaba el peor momento de su historia. 1980 fue un año fatal para la compañía, que llegó a arrojar pérdidas millonarias. Los motivos eran varios, pero uno de los de mayor peso era el poco éxito comercial en Estados Unidos de los nuevos modelos 924 y 928.
Además se daba la circunstancia de que los 911, que todavía se vendían relativamente bien, daban infinidad de problemas mecánicos, lo cual estaba minando la reputación de Porsche en todo el mundo. Un desastre, vamos.
El CEO de Porsche por aquel entonces era Ernst Fuhrmann, quien sabía que tenía los días contados. Cuando empezaron a buscar sustituto, fue el propio Ferry Porsche en persona quien pidió a Schutz que aplicara al puesto. Solo 12 fueron los candidatos, y el elegido fue él.
Un acertado cambio de rumbo inmediato
La llegada de Peter W. Schutz a la compañía fue un revulsivo inmediato. Ni el ni la red de concesionarios entendían por qué los Porsche 911 eran coches tan caros y estaban dando problemas mecánicos tan a menudo.
Preguntó a la central cuál era el motivo de esos fallos mecánicos, y dijeron que se debían a problemas en los árboles de levas. El problema estaba identificado, pero no había intención de solucionarlo.
¿Por qué? Pues porque en la línea de producto de Porsche, la vida del 911 estaba llamada a llegar a su fin en 1981 en favor de los 928 y 944, así que no tenía sentido invertir esfuerzos y recursos en poner remedio a un problema que tenía los días contados.
El Porsche 911 debía seguir fabricándose
Schutz también detectó que esos planes para finalizar la producción del 911 estaban minando la moral de los ingenieros, que veían como su producto estrella se estrellaba. Así que solo tres semanas después de entrar en el cargo, revisó la decisión de cesar la producción del Porsche 911.
Fue en el despacho de Helmuth Bott, Jefe de Ingenieros, donde Schutz vio dibujado en una pizarra el timeline de los 928, 944 y 911. El último tenía marcado el final en diciembre de 1981. Dicen que entonces Schutz cogió el rotulador y alargó la línea del 911 fuera de la propia pizarra, por la pared incluso, pidiendo así a Bott que lo llevara a cabo.
En paralelo solucionó los problemas de los árboles de levas y la satisfacción de los clientes y concesionarios de todo el mundo comenzó a recuperarse. La gente estaba dispuesta a pagar mucho dinero por un 911, pero por un 911 sin problemas mecánicos.
Ese giro en el timón de la compañía hizo que todo comenzarse a verse con mayor optimismo en Porsche. Los números comenzaban a salir, así que Schutz también se centró en el impulso de la gama 911 Cabrio, así como el lanzamiento al mercado de los 944 Turbo, 944 S y 944 S2.
Frente a lo que suelen hacer los CEO que llegan a compañías en situación financiera delicada, Schutz no cortó la inversión en Motorsport. Debía ser consciente de que cada vez que un Porsche ganaba en una carrera durante el fin de semana, las ventas de sus coches crecían el lunes siguiente.
Por eso apoyó a la división Porsche Motorsport. Tenían plenado participar en las 24 Horas de Le Mans con los 924, pero las posibilidades de ganar con ese modelo eran nulas. Schutz una vez más cambió los planes, al decirles que o iban a la carrera a ganar, o mejor que no participasen.
Entonces tomaron la decisión de coger literalmente tres 936 del Museo Porsche, ponerles los motores que estaban desarrollando para la Indy Car americana y salir a la carrera francesa. Una decisión acertada ya que Porsche ganó ese año las 24 Horas de Le Mans.
En 1982 Porsche también dominó en Le Mans con el 956, el 953 de tracción total ganó el Paris-Dakar en 1984 y más tarde el 959 en 1986. Los éxitos en Motorsport ayudaron a que la imagen de la marca en todo el mundo se reforzase notablemente.
En paralelo a los éxitos en competición, la línea de producto iba avanzando. El Porsche 911 3.2 de tercera generación nació bajo la batuta de Schutz, y fue un éxito sin precedentes.
Tanto es así, que las ventas de Porsche vivieron entonces un crecimiento sin igual. Mientras en 1981 se vendían aproximadamente 28.000 Porsche en todo el mundo, en 1986 la cifra alcanzó las 53.000 unidades. Cinco años de récords, de cifras históricas y de una recuperación que llevó a Porsche a no desaparecer.
Solo un cambio de ciclo como el vivido en 1987, en el que Estados Unidos sufrió una de sus mayores crisis financieras de la historia con el lunes negro, coincidiendo con que los tipos de cambio aumentaron haciendo los Porsche demasiado caros para la realidad que se vivía en ese momento, fueron capaces de tumbar a Schutz.
D.E.P. Peter W. Schutz.