Hasta hace unos pocos años, Porsche no podía conseguir un 901 original para su colección del museo Porsche. Y es que la marca, que tiene sus orígenes como un estudio de ingeniería, no siempre conservaba alguna unidad de los modelos que producía.
Sin embargo, un llamada de teléfono en 2014 lo cambió todo. El chasis número 057 estaría de vuelta en Zuffenhausen ese mismo año, pero con más del 50 % de su carrocería desaparecida. No es de extrañar, por tanto, que tardasen más de tres años en restaurar el coche por completo. Y este modelo, por fin, se podrá ver en el Museo Porsche.
Un auténtico barn find
En 1964, Porsche fabricó tan sólo 235 unidades del 911. La producción comenzó el 14 de septiembre de ese año y tan sólo 82 unidades del coche salieron de fábrica con el tipo 901 (hasta que Peugeot les recordó que tenía registradas las denominaciones comerciales de tres dígitos con un cero en medio y se cambió a Porsche 911). Ninguno de esos 82 coches fue vendido como Porsche 901, aunque algunos salieron de fábrica luciendo el logotipo “901”.
La historia del Porsche 901 número 057 es similar a la de muchos otros coches clásicos. El coche le fue comprado a su primer dueño por un fan de la marca, hace varios años. Después de su matrimonio, el 901 pasó a ser secundario en su lista de prioridades. Con el tiempo, se compró otro 911 para restaurar y como ha pasado muchas veces, el coche se convierte en un proyecto eterno que nunca termina. Mientras tanto, el 901 número 057 estaba guardado en una antigua granja de la zona de Brandenburgo. Pronto, el segundo 911 se uniría a él.
En 2014, mientras evaluaban una colección de objetos olvidados en un granero, un equipo de televisión alemán de un programa sobre antigüedades se encontró con dos modelos 911 de los años sesenta. Tras llamar por teléfono al Museo Porsche para pedirles ayuda a la hora de averiguar qué coches eran exactamente, se descubrió que uno de los dos deportivos, con el número de chasis 300.057, era en realidad un Porsche 901.
La gente del departamento de clásicos de Porsche se desplazó hasta la granja para ver el coche. Primero se encontraron con un 911 L amarillo de 1968 en pésimo estado, pero al fondo, en un rincón, estaba el 901 rojo, o lo que quedaba de él. Las aletas delanteras habían desaparecido y el resto de la carrocería era pasto de la corrosión. En el interior, solo el salpicadero seguía intacto, el resto eran fragmentos de lo que un día fue. Obviamente, ni los frenos ni el motor funcionaban. Vamos, que se caía a trozos.
De todos modos, el motor y la transmisión de 057 no eran los originales, sino unidades del mismo tipo. Y para colmo, una buena parte de los ejes delanteros y traseros estaban inutilizables debido a la corrosión. Finalmente, Porsche compró el 901 rojo y el 911 L amarillo. Pero ambos coches tendrían un destino muy diferente. El 901 sería restaurado por completo, mientras que el 911 se conservará en su jugo, como ejemplo de barn find.
Uno de los elementos que Porsche conservó en la restauración es la pegatina de la asociación deportiva de la policía de Berlín, del cual el primer dueño del coche era miembro. Y el segundo dueño no la quitó por se dio cuenta que nunca le multaban... Otros elementos que se conservan del modelo original son los específicos a los 901, como el forro de cuero del pomo de cambio.
Historia, artesanía y tecnología actual
Restaurar un coche no es solamente una cuestión de habilidades mecánicas, de carrocería y de artesanía en general, también implica un trabajo de investigación y de historiador importante. Así, en 057 había unos soportes rectangulares en la base donde iban los asientos, pero nadie sabía qué hacían ahí. Resulta que era una opción de fábrica que permitía regular el asiento en altura (entonces, no se hacía).
Del mismo modo, con los coches, llegaron un montón de piezas, entre ellas dos asientos. Los técnicos de Zuffenhausen dieron por hecho que se trataban de los asientos del 901. Hasta que se dieron cuenta que las costuras de los asientos formaban cinco columnas en el cojín central del respaldo. ¿El problema? Que las costuras de los asientos de los primeros 911 formaban seis columnas.
Para la restauración de la carrocería se emplearon técnicas al alcance de pocos talleres. Para eliminar la corrosión y los restos de pintura y demás productos de la carrocería, casi todo el mundo emplea un chorro de arena. Pero en Porsche consideraron que era un técnica muy agresiva así que pusieron a remojo la carrocería en un baño químico que lo quita todo sin atacar el metal como lo haría el chorro de arena.
Otras técnicas empleadas, sin embargo, son habituales en este tipo de restauraciones, como moldear y soldar un trozo de chapa con la forma deseada para completar un panel de carrocería comido por el óxido o bien usar un segundo coche como donante de piezas (aletas, puertas y otros elementos de carrocería provienen de un 911 de 1965).
La idea es intentar mantener el coche lo más fiel posible al original. Aunque en este caso, en Porsche se permitieron una licencia a la hora de pintar el coche. No usaron las técnicas de la época sino las actuales, incluyendo la misma protección contra el óxido que se aplica actualmente a los Porsche 911 por electrofóresis catódica.
Después de tres años de restauración, el Museo Porsche puede, por fin, presentar una de las más importantes incorporaciones a su colección y que se convierte en el 911 más antiguo de los que posee. Se expondrá del 14 de diciembre al 8 de abril en una exhibición especial con el nombre “911 (901 Nº 57): Despega una leyenda”