Las autopistas alemanes, conocidas como Autobahn, ocupan un sitio especial en el corazón y el imaginario de todo apasionado del motor. Para una gran parte de la población alemana es una seña de identidad y un reducto de libertad intocable. Claro que no todos están de acuerdo, especialmente, las asociaciones ecologistas y el partido político de los verdes.
Entre los que no ven bien que haya zonas sin restricciones y con el poder de hacer algo al respeto está Winfried “Winne” Hermann, el ministro de transportes de estado de Baden-Württenberg, un Land al que Mercedes-Benz, Porsche, Audi Quattro GmbH y Bosch llaman casa. Bajo el impulso de Winne, el Land está planeando la imposición de un límite de velocidad de 120 km/h en más tramos de las Autobahnen.
Winfried “Winne” Hermann, del Partido Verde, explicó que esta medida es sólo un ensayo que duraría 4 años. Ha seleccionado largos tramos de Autobahn representativos del resto de autopistas del país. La intención del Partido Verde es utilizar los datos recolectados en esos 4 años para proponer un límite de velocidad nacional. En 2013 ya propusieron un límite de velocidad nacional, pero nadie les hizo realmente caso.
Los límites se aplicarían a partir de mayo de 2016 y supone un incremento de tramos limitados del 10 %. Actualmente, el 30 % de la red de autopistas del Baden-Württemberg tiene un límite de velocidad. Este anuncio está causando cierto revuelo en Alemania.
La industria alemana, por su parte, se ha apoyado durante años sobre sus Autobahnen para forjar su reputación de ingeniería superior, diseñando coches capaces de circular horas y horas a grandes velocidades. Y claro, ésta medida no les hace ninguna gracia.
Más allá del hecho que Alemania sea uno de los pocos países en los que ir rápido no sea considerado un crimen contra la humanidad, la ausencia de límites en las Autobahn tiene un trasfondo más grave que el del simple hecho de poder ir, en determinadas circunstancias y zonas, a más de 200 km/h.
Ya sabes que las Autobahnen no son el caos ni la anarquía que algunos te quieren vender. Hay reglas muy estrictas de conducción y de cuándo poder ir rápido y cuando no.
Por experiencia propia, si hay un tramo libre, algunos vamos rápido, unos pocos van más rápido aún y otros no pasan de los 140 km/h. Eso sí, en cuanto llegas a un tramo con límite todo el mundo respeta ese límite. Del mismo modo que nadie se queda horas en el carril central o el izquierdo si el de la derecha está vacío. Y si llueve, nieva o hay niebla, ya no existen tramos libres: hay un límite general de 130 km/h, que puede ser incluso menos en los tramos de velocidad variable.
Además, en caso de accidente, los servicios de emergencia llegan en 15 minutos máximo desde que recibieron el aviso. El seguro a todo riesgo de tu coche, si te has visto implicado en un accidente a más de 130 km/h en un tramo libre, como mínimo te echará el 50 % de la culpa. Eso si no se lava la manos directamente y actúa como si tuvieses un seguro a terceros. Por cierto, si en un determinado tramo hay tres accidentes con víctimas mortales en el mismo año, deja de ser libre y se impone el límite de 130 km/h.
Éstas son sólo algunas de las normas que rigen las Autobahn, todas ellas orientadas a responsabilizar al usuario. "Te dejamos correr en estos tramos, hazlo con sabiduría y responsabilidad", es así como percibo la ausencia de límites en las autopistas alemanas. Alemania, por su historia, ya ha conocido de primera mano qué consecuencias tiene que un gobierno considere al pueblo como un niño pequeño que no sabe lo que quiere y debe que ser guiado hacia un destino brillante (ejem).
Por eso, querer imponer un límite de velocidad porque tú crees que sabes qué es lo mejor para todo el mundo, equivale a quitarle al pueblo esa capacidad de pensar por sí mismo. No solamente es quitarle al pueblo una libertad que ya usa de forma muy moderada y con la que, salvo algunas raras excepciones, todo el mundo está conforme, es decirle a la cara: "no sabes lo que es bueno para ti".
Las estrictas normas que rigen la circulación en una Autobahn están orientadas a responsabilizar al usuario, a que él mismo decida si puede o no puede hacerlo.
Por si alguien piensa comparar esto con el derecho a llevar un arma en Estados Unidos, debería saber que los límites de velocidad creados en los años 70 lo fueron por cuestiones financieras, no de seguridad: reducir la compra de petróleo a los países de la OPEP. Reducir el consumo medio de los automóviles es también la motivación de "Winne".
Si bien nadie pone en duda que la velocidad pueda ser un factor agravante en un accidente, no es la velocidad per se, la causa de todos los accidentes. En Francia, por ejemplo, se persigue mucho -demasiado- la velocidad y el número de fallecidos no para de aumentar año tras año. Poco trabajo hacen sobre el consumo de alcohol o estupefacientes y sobre normas de conducción, mientras dejan (o dejaban) usar auriculares para hablar por el móvil al volante. Por cierto, en ese sentido y aunque a veces no lo parezca, en España lo hacemos mucho mejor.
Resumiendo, lo que veo de los tramos de autopista libres de límites en Alemania, de la Stuart Highway en Australia y de las carreteras de la Isla de Man es que los gobiernos y la policía de esas regiones responsabilizan y educan al automovilista, no lo tratan como a un delincuente potencial o un niño pequeño que hace una pataleta porque no le dejan jugar. Y al final, esas políticas son las que dan mejores resultados en el terreno (aunque, a veces, quizá no tanto en votos).
Fotos | CC BY-SA «A20 bei Langsdorf» de Darkone y "Hermann, Winfried, MdL - LTBW de Sven Teschke.