El mayor campo de experimentación y, posiblemente, la mayor fuente de avances tecnológicos en la historia de la humanidad sean las aplicaciones militares. En una industria que cuenta con un presupuesto casi ilimitado siempre se intenta buscar cualquier mínima ventaja operativa, por absurda o rebuscada que pueda parecer. Pero cuando hablamos de Estados Unidos y de los más que tensos años de la Guerra Fría ya son palabras mayores.
Seguro que te suena hoy, aunque sea de lejos, el nombre de la empresa Lockheed Martin. Esta sociedad se dedica a presentar ideas al gobierno norteamericano que luego se transformen en proyectos, y en 1967 sorprendieron con un prototipo de vehículo blindado multipropósito muy especial, el Lockheed Terrastar. Un anfibio de 12 ruedas agrupadas en cuatro estrellas que podían rotar sobre sí mismas para sortear las zonas más complicadas. ¡Una idea muy loca!
Lockheed Terrastar, una idea loca en tiempos de paranoia
La iniciativa nace en las mentes de Robert y John Forsyth, una pareja de hermanos ingenieros que tienen un cheque en blanco para desarrollar sus ideas en el seno de Lockheed. Tener un paraguas de millones de dólares que destinar únicamente a la realización de tus bocetos tiene que ser una sensación magnífica para gente con iniciativa, pero además es un caldo de cultivo excepcional para experimentar con soluciones alternativas.
El primer prototipo de Terrastar aparece en 1967 llevando más lejos la invención de un sistema previo de transporte unipersonal en el que se emplea por pimera vez el concepto de ruedas Tristar. La extraña configuración emplea tres ruedas en cada eje que en condiciones normales se impulsa con ocho ruedas motrices y en terrenos complicados es un 4x4 que sabe andar.
Con 1.550 kilos para un tamaño bastante contenido, el Terrastar no es precisamente un peso pluma, pero hace todo lo que se supone que tiene que hacer: moverse en tierra firme, agua y barrizales sin detener su marcha. Para hacer frente a los obstáculos y las entradas y salidas del agua, los ángulos de ataque son de 60 grados y 56 de salida, lo que está mejor que bien.
Propulsado por un motor de 41 caballos y fabricado en acero, es capaz de transportar una carga de 200 kilos a una velocidad máxima de 40 kilómetros por hora en tierra y 7 km/h dentro del agua. Lo que no hay es espacio para mucho más que el conductor.
Poco tarda en llegar la segunda versión, menos de un año. Ésta mejora sus puntos débiles y crece en tamaño para albergar a algún ocupante. Se recurre al aluminio para reducir el peso hasta 1.300 kg y aumenta su capacidad de carga a 515 kg, el motor es más potente con 53 cv y la velocidad máxima ahora llega a 60 km/h sobre suelo firme y 10 km/h en modo acuático.
¿Y qué es eso de las ruedas Tristar?
La imagen en movimiento superior explica bastante bien el funcionamiento del sistema Tristar pero, para que os hagáis una idea de forma sencilla, consiste en una aplicación doble de la dinámica de una rueda. La diferencia es que cada rueda en vez de tener una zona exterior redonda nos encontramos con un triángulo. Y en cada una de las tres puntas del triángulo, otra rueda.
En condiciones normales, el Lockheed Terrastar funciona como un 8x8 con dos de cada grupo de tres ruedas apoyadas en el suelo. En realidad era un 12x12 pero cuatro ruedas se mantienen en una posición superior sin entrar en contacto con el suelo hasta que uno de los ejes se queda atrancado o pierde adherencia. En ese momento el triángulo gira sobre sí mismo y echa a andar hasta que dos ruedas pueden volver a mover el conjunto con normalidad.
Lo cierto es que no es una aplicación demasiado complicada técnicamente, pero sí muy costosa. Para transmitir la fuerza hasta cada una de las doce ruedas se recurre a un conjunto de engranajes simples que llevan el giro desde el punto central de la transmisión del eje hasta los extremos del triángulo por dentro de estructuras muy sólidas de tres puntas. Este mismo engranaje central es el que hace girar las tres ruedas al mismo tiempo mediante un bloqueo automático cuando la cosa se ponía fea.
De hecho, la transmisión guarda muchas similitudes con los métodos empleados en los vehículos de oruga, tanto es así que, igual que aquéllos, el Terrastar no esta dotado de capacidad de giro como tal, sino que hay que variar la velocidad de las ruedas de un lado y las del otro para que pivote sobre sí mismo.
Las capacidades dentro del agua no son una maravilla, pero bastan para mantener a flote al Terrastar y poder cruzar un río sin tener que preocuparse por las capacidades de vadeo. Para impulsarse mientras flota, los cuatro ejes rotan a la vez haciendo la función de remos, pero con unas formas tan rudimentarias (náuticamente hablando) el Terrastar es más efectivo, como su nombre indica, en tierra.
Lo bueno de la configuración Tristar es que permite superar obstáculos impensables para otros vehículos de ruedas como las zonas de barro profundo, subir y bajar escaleras o funcionar con uno o varios de sus neumáticos pinchados. Y menos mal, porque cambiar un neumático viendo la estructura no parece tarea de un ratito.
Finalmente, la ausencia de un conflicto real en el que fuera necesaria la tecnología del Terrastar termina por caer en el olvido y sólo queda un prototipo descansado en un estado de semi-abandono.
Extra 1: el Landmaster de El Callejón Infernal (1977)
Un vehículo derivado del Terrastar protagonizó en parte una película que ilustraba muy bien el miedo a un conflicto de magnitudes catastróficas: El Callejón Infernal (Damnation Alley, 1977). En ella, los únicos supervivientes dentro de unas instalaciones militares a un bombardeo masivo en Estados Unidos emprenden un viaje de Tipton (California) a Albany a bordo de un Terrastar modificado, el Landmaster. Entre ellos está Hannibal Smith (George Peppard, de El Equipo A), pero casi no le reconozco sin un puro.
Aquél cacharro completamente funcional mantiene las características del prototipo militar pero es mejor aún. Se le aumenta la agilidad incluyendo una parte central articulada que pivota sobre sí misma para no tener que frenar la transmisión de uno de los lados al girar, recibe una carrocería completa y es capaz de alcanzar velocidades superiores a las de los prototipos militares. Y sí, sorprendentemente también mantiene las capacidades anfibias.
Pero mejor de lo que yo os puedo contar es que veáis el siguiente documental de 10 minutos en el que el creador del engendro nos cuenta todo sobre su vehículo.
Extra 2: M2A2 Terra Star
Como las ruedas Tristar son una idea que tiene bastantes ventajas en según qué circunstancias, Lockheed desarrolla ente 1969 y 1977 una nueva aplicaión. Tomando una pieza de artillería ligera M2A2 de 105 mm se sustituyen ambos ejes por sendas Tristar y se le añade una unidad de propulsión con una sola rueda consiguiendo una pieza de artillería autopropulsada que se podía desenvolver con bastante soltura por sí misma y con la intervención de un único soldado.
El único prototipo superviviente del proyecto M2A2 Terra Star que no fue achatarrado se conserva en la actualidad en el Rock Island Arsenal Museum.
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