Un fin de semana en el WTCC

Probablemente haya visto decenas y decenas de competiciones de motor diferentes en directo: Fórmula 1, WEC, rallyes, turismos, monoplazas varios, camiones... ¡hasta dragsters! Pero el Mundial de Turismos (WTCC) era una de esas competiciones de las que aún no había podido disfrutar en directo, por lo que esperaba con ganas la cita de este fin de semana en el impresionante circuito urbano de Vila Real para sumar una nueva competición a la lista.

Además, el innegable atractivo de poder vivir esta octava cita del WTCC al lado del equipo Honda Racing, en el que militaba la gran estrella del fin de semana, el local Tiago Monteiro, le daba un plus añadido a la experiencia ya de por sí única. Tener la fortuna de vivir tan de cerca como un país entero se vuelca en animar a "su" piloto es algo que siempre tiene ese aire mágico.

Coches de verdad en una pista apasionante

Debo admitir que no esperaba llevarme una sensación tan positiva de ver a esos coches exprimiendo las trazadas en cada una de las curvas. El WTCC tiene como señal de identidad el lema "Real cars, Real racing", y desde luego, responde muy bien a lo que es. Son coches de calle potenciados y especialmente preparados para competición, y sin lugar a dudas, al verlos pasar a fondo por la pista uno siente ese cosquilleo especial de estar viendo un coche de carreras de los de verdad, con carácter propio y un precioso sonido de su 1.6 turbo.

Supongo que el circuito de Vila Real también puso mucho de su parte. Se trata de un histórico trazado urbano del que reconozco no tenía referencias hasta que sonó para albergar una prueba del Mundial de Turismos. Pese a ser urbano, se trata de un circuito muy ancho y rapidísimo, en el que salvo las chicanes artificiales que se prepararon para el evento, se puede experimentar una altísima sensación de velocidad y comprobar como los pilotos apuran los límites para recortar esas decisivas décimas que en el WTCC marcan diferencias. No es de extrañar que muchos señalaran a Vila Real como un circuito más desafiante incluso que Macao.

Un país volcado con el WTCC

Otra de las cosas que me encantó, más allá de los coches, por supuesto, fue la manera en la que Portugal acogió al WTCC. Ni qué decir tiene que la propia localidad de Vila Real se vistió de gala para la ocasión. Una enorme multitud de gente abarrotaba sus calles y balcones con banderas portuguesas para dar apoyo a Tiago Monteiro, su piloto de referencia, pero también para disfrutar de las carreras, pues la cultura "automovilística" estaba presente en cada rincón de Vila Real. Basta con decir que la parrilla de clásicos tenía cerca de 30 coches inscritos.

Además, fue bastante impactante, por no ser algo habitual en España, ver como el telenoticias de las 8 de la noche en una de las dos grandes cadenas de TV privadas portuguesas le dedicara una pieza de casi 15 minutos ininterrumpidos al WTCC. No es de extrañar, pues, que el evento fuera un éxito total y que se agotaran todas las entradas para ver las carreras dominicales.

Faltó emoción en las carreras

Ahora bien, si hay que ponerle un pero al fin de semana, sin lugar a dudas tendría que ser la falta de emoción en las carreras. Ya era de esperar que en esta pista los adelantamientos iban a ser muy complicados, y prácticamente todo se decidiría en la salida y los primeros metros. Y en efecto, así fue. Las victorias de Pechito López en la primera carrera y Ma Qing Hua en la segunda apenas tuvieron oposición.

Ese sea probablemente uno de los puntos débiles del actual WTCC, que todavía no ha encontrado la fórmula para ofrecer carreras realmente emocionantes, como se espera de una competición de turismos, y como se pueden ver por ejemplo en los diferentes nacionales de turismos, con el BTCC como gran referencia. Sin embargo, luchas al margen, ver a esos coches en directo bien compensa el pago de una entrada para cualquier aficionado al automovilismo.

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