Hay muchos tipos de pilotos. Los hay que compiten sobre dos ruedas o sobre cuatro. Extravagantes o discretos. Que se dejan la piel cada semana en el gimnasio o que prefieren ponerse a tono al aire libre. Que han tenido que luchar para llegar a donde están o que aún sueñan con poder hacerlo algún día. Pilotos hay muchos, pero solo algunos pueden llegar a la cima.
¿Quienes son? Podríamos resumirlo en aquellos que tienen un don, que han sido tocados por la mano de Dios; pero quizá sea un concepto demasiado amplio y abstracto. Son aquellos que sea cual sea la máquina que tienen entre manos son capaces de frenar dos metros más lejos, rascar unas décimas en cada curva, de conseguir que las situaciones adversas se vuelvan favorables... Aquellos que van un paso más allá.
En el pasado, solo ellos eran los que tenían un hueco en las competiciones más importantes. El cronómetro era el que mandaba. Si eras rápido, estabas dentro, si no, pues tenías que volverte a casa. Cómo no acordarse de Enzo Ferrari cronómetro en mano probando a sus pilotos en Fiorano.
Sin embargo, en los últimos años la situación se ha complicado hasta para los mejores. A pesar de que en las máximas categorías tratan de tener a los pilotos más rápidos, hace tiempo que el dinero juega un papel casi o tanto más importante que el talento.
Bueno sí, pero con un buen maletín
La deriva que han tomado las máximas competiciones el presupuesto lo es todo. En la Fórmula 1, las cantidades de dinero con la que equipos como Ferrari o Mercedes cuentan, obligan a los equipos más humildes a tener que buscar dinero debajo de las piedras. Actualmente, lo más habitual es que cuando un piloto llega a un equipo, lo haga con un importante apoyo económico detrás.
Ya sea aportando dinero de su bolsillo -una práctica habitual en las competiciones de promoción- o mediante patrocinadores. Y no creamos que esto solo sucede en la Fórmula 1, sino que en otras que gozan de mayor apoyo entre los aficionados comos en el Campeonato del Mundo de Resistencia (WEC), también sucede. Seguro que a nadie se le pasó, este año, por alto que Toyota tuviese tres pilotos japoneses en sus filas.
Y eso si nos fijamos en las máximas categorías, pero si echamos un ojo al karting, Fórmula 4, Fórmula 3 y demás categorías en las que se forman los pilotos más jóvenes la situación es aún más complicada. ¿Cómo va a conseguir un niño demostrar que es mejor que los demás si sus padres no tienen dinero para pagárselo?
Así que antes siquiera de plantearnos qué hace a un piloto mejor que a otro, es necesario tener en cuenta que quizá haya por el mundo estrellas del motor que nunca pudieron llegar a demostrar su valía por falta de recursos.
Academias de jóvenes promesas
Uno de los recursos más importantes con los que cuentan los más jóvenes son las academias de pilotos. La más famosa quizá sea la de Red Bull, pero hay muchas y muy diversas. Como sucede en el fútbol, en las categorías inferiores es habitual ver a ojeadores -similar a los del futbol, pero no exactamente lo mismo por una razón principal: no hay pelota-. El de las bebidas energéticas, por ejemplo, es Helmut Marko.
Equipos y marcas cuentan con expilotos y especialistas cuya labor es buscar y seguir el rendimiento de jóvenes cuyas habilidades estén ligeramente por encima del resto. Candidatos a formar parte de una de esas escuelas de pilotos en las que solo algunos tendrán el honor de seguir formándose.
Una vez dentro, los 'estudiantes' tienen otra prueba vital que superar: la presión. No todos conseguirán mantenerse fríos ante la disciplina militar que se suele seguir y las situaciones extremas a las que se enfrentarán.
Sacrificio más allá del don
No todo es subirse a un coche y marcar el mejor tiempo. Hasta aquellos que tengan un don tienen que trabajar fuera de los circuitos para poder dar lo mejor de sí mismos a la hora de la verdad. Como en cualquier deporte, la forma física es vital en los resultados.
De ahí que un deportista de élite como Lewis Hamilton contratase como su fisioterapeuta -nutricionista, asistente-deportista- a Angela Cullen, una profesional que ha trabajado en la NASA. Desde que trabaja con ella, el de Mercedes dice haber mejorado notablemente su rendimiento y últimamente hasta se ha atrevido con una dieta vegana. Todo vale para ganar, ¿no?
A pesar de que muchos puedan pensar que la vida de un piloto es sencilla, seguro que si le preguntamos a uno te dirá que en absoluto. No es fácil pasar más de la mitad del año fuera de sus casas, viajando de un lado a otro, durmiendo en hoteles todo mientras tratan de sacar lo mejor de sí mismos.
La hora de la verdad
¿Entonces, cómo saber cuál es el piloto realmente más rápido? El que gane la carrera, que dirían muchos -vease el que sea más rápido-. Pues no. ¿Alguno ha tenido el honor de ver a los que se consideran los mejores de todos los tiempos compitiendo en un mismo sitio, con un mismo coche y en las mismas condiciones? Pues va a ser que no.
Ya entre los que son contemporáneos es complicado establecer un baremo para saber qué piloto es el más rápido por la diferencia en los coches y en las condiciones. No es lo mismo ser el más rápido en un Rally de Montecarlo en nieve que serlo en las calles de Mónaco en un F1 o rodar en Nürburgring con un WTCC...
Fernando Alonso, por ejemplo, fue nombrado -por algunos especialistas- en sus horas bajas con Ferrari como el mejor piloto del año. Por encima incluso del Campeón del Mundo.
En la Fórmula 1, con la llegada de Liberty Media se habló de la posibilidad de hacer un Gran Premio en un circuito tan desafiante como Macao, todos los pilotos con el mismo coche -que podría ser un Fórmula 3- para tratar de descubrir así quién es el mejor. Por el momento, no se ha uelto a hablar de esta opción, pero no para lo que nos ocupa en este post, nos hubiese venido de perlas, para tener una respuesta a tan compleja pregunta.
