Muchos podrán ver al Chevrolet Volt como una revolución gracias a su sistema híbrido de rango extendido. Pues bien, para los que pensaban que no está todo inventado, simplemente decirles que se equivocaban. Y una muestra de ello es el Opel Kadett Stir-Lec I de la imagen.
Ya en 1969, en plena época dorada del automóvil americano, donde los muscle cars de grandes V8 campaban a sus anchas por las kilométricas rectas de asfalto de Estados Unidos, General Motors ya estaba investigando en formas mejorar sus vehículos y hacerlos más eficientes.
En este caso, lo que nos enseñaban en este anuncio, que como decía es de 1969, era un Opel Kadett de la época con un extraño motor para la época. El esquema de configuración mecánica que deja ver el anuncio ahora nos resultará medianamente reconocible, pero en aquellos años era algo bastante innovador.
Claro, hay que matizar que es bastante más tosco que cualquier coche híbrido actual. Antes no habían ordenadores, baterías de ión-litio u otros avances que facilitan la tarea de hacer un coche híbrido de rango extendido. Pero por algo se empieza.
La configuración de este Opel Kadett Stir-Lec I consistía en un motor Stirling que hacía las veces de generador eléctrico y conectado a 14 baterías de ácido que ocupaban toda su parte delantera y conectadas a un motor eléctrico conectado a las ruedas traseras.
No me quiero ni imaginar lo que debía de pesar el aparato, pero es que no había otra cosa por aquel entonces. Todo valía y había que tratar de montar esto con lo que tuviesen a mano. Y si pusieron eso, es porque no habría otra cosa donde echar mano.
Como sucede ahora con el Chevrolet Volt, el movimiento del Opel Kadett Stir-Lec I se hacía exclusivamente a través de energía eléctrica. La diferencia es que no se podía conectar a la electricidad para recargar las baterías. Había que pasar impepinablemente por el motor térmico.
Supongo que la elección del motor Stirling se debía a que se trata del motor térmico con mejor rendimiento. Pero es que además, no usaba gasolina, sino que se alimentaba de helio. Por lo tanto, tenemos híbrido de rango extendido con combustible alternativo. Para la época, no está nada mal.
Pero es que además, las baterías eran las mismas que podías comprar en cualquier tienda de repuestos de automoción. ¿Qué se te estropea alguna? Pues nada, vas a la tienda de la esquina y la cambias tú mismo.
No he encontrado datos de su autonomía, pero sí de su velocidad máxima, 55 millas por hora, unos 89 km/h. Suficiente para circular por las highway estadounidenses, cuyo límite de velocidad, si no me equivoco, es ese.
Lamentablemente, el invento parece que no tuvo la acogida esperada. O bien sus costes de producción no eran lo suficientemente bajos como para que saliese algo medianamente rentable. Aunque la opción más probable sea que los lobbys del petróleo no lo viesen con buenos ojos. Y ya sabéis lo que se dice, no muerdas la mano que te da de comer.
No fue el primero, puesto que a finales del siglo XIX ha se había investigado estos sistemas, de formas mucho más rudimentarias. Tampoco fue el único ni General Motors fue una pionera en este sentido, pero siempre es bueno conocer como lo que hubiesen sido grandísimos avances en el mundo del automóvil y que se quedaban en el limbo de los prototipos, existieron de forma totalmente funcional.
Una pena que muchos de esos prototipos nunca llegasen a ver la luz como coches de producción. Es posible, que el mundo del automóvil, tal y como lo conocemos hoy en día, fuese totalmente diferente…
Vía | Retro Thing
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