Mitsubishi tiene actualmente a la venta cuatro modelos todoterreno y todocamino: ASX, Outlander, Montero y L200. La libertad de elección en estas gamas está bastante recortada especialmente en lo que se refiere a motorizaciones de gasolina. Y no es un fenómeno nuevo.
He observado que en el más pequeño la única motorización de gasolina (los otros tres ya no tienen gasolina a secas) se asocia únicamente al equipamiento más sencillo, fijaos en la lista de precios del Mitsubishi ASX. Esa política también se llevó a cabo en el Outlander, recientemente. Pongámonos en antecedentes.
Cuando sale el Outlander en 2005 tiene disponibles tres motores: 2.4 gasolina (156 CV) y un par de petroleros: 2.0 DI-D 140 CV (2.0 TDI de VAG) y 2.2 DI-D 156 CV (2.2 HDi de PSA). Falta un gasolina gordote que está en otros mercados como el norteamericano: 3.0 MIVEC V6 220 CV… pero bueno, es hasta lógico que no vendan eso aquí.
Una curiosa política de motores y equipamiento
Antes del restyling el motor 2.4 MIVEC se podía asociar a un equipamiento grande, Kaiteki+, como atestigua la prueba del Outlander que hice el año pasado. Luego vino la renovación de la gama Outlander, conservando todos los motores, al menos temporalmente. Euro 5 y marketing se los han cargado.
De todas formas, ya se relegaba el 2.4 gasolina únicamente con tracción delantera y en el en nivel de acceso a la gama. Eso sí, era casi 5.000 euros más barato que el 2.0 DI-D, con tracción total, menos potencia y el mismo equipamiento: Challenge. Repasa la lista de precios del Outlander de noviembre de 2009.
Con la última renovación, el Outlander se queda únicamente con un motor diesel (220 DI-D) y dos potencias, 177 CV si es manual ó 156 CV si es automático: ¡y el más potente sale más barato! Ciertamente las políticas de equipamiento de Mitsubishi hay que entenderlas, así como el rollo de las motorizaciones.
De acuerdo, entiendo que los gasolina se vendan menos en un mercado fuertemente dieselizado. Pero si solo se ofrecen en versiones restringidas ¿qué esperan? Es posible que con el ASX acabe pasando lo mismo, y que el motor de gasolina acabe desapareciendo.
Más de uno pensará que la gasolina en estos modelos es para locos de remate. Bueno, no tanto, en el caso del ASX el diesel de 116 CV solo consume 0,4 l/100 km menos que el gasolina, y la diferencia de precio en el acabado inicial, Challenge, es de 2.450 eurazos. En otro nivel de equipamiento, solo hay diesel.
Y además, el ASX es un modelo más racional que por ejemplo el Montero, que solo tiene el 3.2 DI-D de 200 CV, y no hay gasolina. En un bicho tan grande un gasolina V6 ó V8 necesita ir con un surtidor tras de sí... pero el caso es que hubo un Montero de gasolina hace no mucho tiempo.
Sin ir muy lejos, en 2006 aún se ofrecía el Montero con un gasolina de 250 CV, aunque solo cinco puertas y automático. Para quien hace muy pocos kilómetros, o el consumo le da igual, o se plantea una adaptación a gas, la gasolina es una buena idea. Por no mencionar la diferencia de tacto que hay en un vehículo de este tipo.
¿Mitsubishi se ha vuelto muy pro-Diesel? ¡Desde luego! ¿Pero qué va primero, el huevo o la gallina? Es decir, ¿primero los clientes dejan de interesarse por estos motores o es la marca la que no interesa vender más y solo quiere colocar diesel en el mercado? Las dos teorías son muy válidas.
¿Qué hay de la pick-up L200? Pues que, obviamente, solo se vende con motores diesel. Es un 2.5 DI-D que da 136 ó 178 CV dependiendo de la versión. Siempre consumiendo 8,1 l/100 km, que no es mucho… pero es considerable ya, y se presupone para currar (no interesa gasolina). El Montero viene a gastar lo mismo con más potencia y cilindrada.
Ahora os pregunto: ¿realmente tiene sentido tener gasolina en estos modelos?