Desde 2006, Mercedes-Benz fabrica coches en China para abastecer exclusivamente a ese mercado. Primero fue el Clase E, después el clase C, y el Clase E largo. Ahora le toca al Clase GLK, el todocamino compacto, del que se han vendido 20.000 unidades en ese país en lo que va de año.
China es uno de los mercados más importantes para la marca de la estrella. En lo que va de año, llevan casi 170.000 coches, casi un 30% de aumento sobre 2010, y en 2015 quieren vender 300.000. Eso implica que hay que producir más localmente. La producción de Alemania no se ha visto alterada por este hito.
La joint venture Beijing Benz Automotive Co., Ltd. está participada a partes iguales por Daimer y BAIC. Esto va a más, y se van a fabricar más modelos allí. Globalmente esto tiene sus ventajas, se reducen las listas de espera para los demás clientes de GLK, como por ejemplo, los españoles.
Mientras tanto, los chinos se benefician de ingentes cantidades de saber-hacer de constructores europeos con décadas o un siglo y pico de experiencia. Lo de obligar a fabricar localmente con empresas chinas (nunca a más del 50% de propiedad) para ahorrar aranceles es todo un gol a la industria extranjera.