Se avecina un escenario bastante negro para los conductores y para la industria. En sus esfuerzos por seguir apuntalando los precios del petróleo, Arabia Saudí y Rusia han acordado extender los recortes en la producción hasta fin de año, a pesar de que el oro negro ya cotiza a los niveles más altos en lo que llevamos de año y de los pronósticos de una escasez de petróleo.
Pronto notaremos -aún más- las consecuencias en el surtidor.
Riad extenderá los recortes de 1 millón de barriles diarios hasta finales de 2023, mientras que Moscú hará lo propio con 300.000 barriles al día (el 5 % de su capacidad). Ambos, que se han coordinado para anunciar la decisión, revisarán estos recortes mensualmente, de forma que podrían aumentarlos o disminuirlos.
Lo cierto es que Arabia Saudita, que por otro lado busca desde hace años diversificar su economía basada en el crudo, es el único miembro de la OPEP+ con capacidad para reaccionar sin problemas ante los cambios en la oferta y la demanda debido a su capacidad de producción y almacenamiento.
Según calcula The New York Times, esta decisión podría representar más del 1 % de los suministros globales, pero el objetivo de Riad es apuntalar los precios de lo que sigue siendo su principal fuente de ingresos.
Tras la noticia, los futuros del barril de Brent -el de referencia en Europa- repuntaron hasta superar los 90 dólares; una cifra que no veíamos desde noviembre del año pasado. De hecho, los precios del crudo han aumentado más del 20 % desde mediados de junio.
Y lo que puede esperar el consumidor de este movimiento no es bueno, menos aún en un contexto de mayor demanda.
En España ya llevamos más de ocho semanas de subidas prácticamente ininterrumpidas que no parecen mostrar signos de ralentización. Y si bien el precio medio de la gasolina parece hoy estabilizarse, el diésel no frena su subida.
La gasolina sin plomo de 95 se mantiene hoy en 1,739 euros el litro mientras que el diésel ha vuelto a subir, afectado por la falta de stock y la irregular marcha de las refinerías.