El Partido Popular Europeo (PPE), el grupo mayoritario del Parlamento Europeo tras las últimas elecciones, parece decidido a revisar la prohibición de vender coches nuevos y furgonetas de gasolina o diésel de cara a 2035 (híbridos incluidos), una medida que lleva sobre la mesa desde hace casi un lustro, aunque se confirmó el año pasado.
Ahora los populares, que están debatiendo las prioridades políticas para la próxima legislatura, podrían abrir la puerta a los combustibles sintéticos, tal y como ha pedido Alemania. Pero no todos están de acuerdo con esta revisión, incluyendo a algunos fabricantes, que ya han invertido miles de millones en la tecnología y baterías necesarias para sus coches eléctricos.
Los e-fuels pueden salvar millones de coches de gasolina, pero no todos los quieren
En las elecciones al Parlamento Europeo celebradas el mes pasado, el PPE obtuvo 188 de un total de 720 diputados, consolidando su influencia en la asamblea de la UE. Estos días, durante una reunión en Portugal, los miembros del partido están debatiendo sus prioridades para los próximos cinco años de legislatura, incluyendo las medidas sobre movilidad que afectarán a millones de personas.
Según un borrador de esas prioridades políticas, al que habría tenido acceso Reuters, el grupo de centro-derecha pretende “revisar las normas de reducción de CO2 para coches y furgonetas nuevos y permitir el uso de combustibles alternativos de cero emisiones más allá de 2035”.
Esta postura, contraria a la normativa aprobada por la UE el año pasado que prohibirá la venta de coches nuevos con motores de combustión para 2035, podría cambiar drásticamente las cosas.
En este sentido, la Comisión Europea ha indicado que creará una vía legal para que las ventas de coches nuevos que solo funcionen con "e-combustibles" (combustibles sintéticos utilizables en motores de combustión en lugar de gasolina o diésel) continúen después de 2035.
Esta exención, exigida por Alemania, permitiría a los fabricantes desarrollar y vender coches con motores de combustión que funcionen únicamente con combustibles certificados como neutros en emisiones de CO2 y equipados con tecnología que impida su arranque con gasolina o diésel. No obstante, el PPE aún no ha especificado los aspectos concretos de la política de emisiones que desea modificar.
Reuters apunta a que el borrador del documento añade que el grupo quiere “revisar la prohibición de los motores de combustión y desarrollar una tecnología puntera de motores de combustión”.
Si el PPE aprueba este documento, presionará a la Comisaria Europea Ursula Von der Leyen (miembro también del PPE) en su gestión de la agenda verde europea, justo ahora que ella está buscando garantizarse los apoyos suficientes para repetir en el cargo.
Varias firmas automovilísticas, energéticas y ONG medioambientales han emitido una advertencia urgente contra esta posible revocación de la prohibición de la venta de nuevos coches de gasolina y diésel de la UE para 2035.
Entre ellos, la Plataforma para la Electromovilidad, que incluye a Renault Group, Uber, Volvo, Ford y Tesla, enfatiza que “el objetivo de coches de cero emisiones para 2035 es la estrategia industrial de vehículos eléctricos más directa de Europa, que aporta una inversión vital a las empresas europeas”.
Según esta coalición, “atraer inversiones para crear el ecosistema industrial neto cero para la movilidad de cero emisiones no es posible sin un marco regulatorio coherente y claro”. Pero no todos los fabricantes de automóviles comparten esta visión.
El CEO de BMW, Oliver Zipse, hace meses que calificó la prohibición de “ingenua” y añadió que “un ajuste es inevitable”. Jens Gieseke, exjefe negociador del PPE sobre los estándares de CO₂ para coches, indicó que el nuevo grupo del PPE en el Parlamento Europeo decidirá cómo cumplir con su promesa tras sus 'días de estudio' en Portugal durante los próximos días.
Gieseke señaló que “retirar la prohibición de los motores de combustión fue una de nuestras demandas principales en la campaña electoral”, sugiriendo opciones como contabilizar los combustibles alternativos o reducir el objetivo de reducción promedio de emisiones para los fabricantes de automóviles al 90 %, en lugar del 100 % actual.
La conclusión de este debate está aún por definirse, pero es evidente que el PPE y otras partes interesadas están dispuestos a reabrir la discusión sobre el futuro de los motores de combustión interna. Mientras algunos ven en los combustibles alternativos una oportunidad para mantener vivos estos motores (y la industria que los rodea), otros advierten que retroceder ahora penalizaría las inversiones ya realizadas en tecnologías de cero emisiones.