Por qué Mazda todavía cree que los coches de gasolina tienen futuro

En el Salón de Los Angeles, Mazda destacó con la presentación del nuevo Mazda3. Por una parte su diseño de concept car fue aclamado por todos, pero también porque Mazda persiste en el desarrollo del motor de combustión (considera que hasta 20250 todavía tiene mucho recorrido) cuando el resto de fabricantes miran hacia a la electrificación. Es inevitable preguntarse ¿por qué Mazda todavía cree en el motor de combustión y considera que aún tiene mucho futuro?

En el Salón de Los Angeles, Jay Chen, al frente del departamento de motores para Mazda North America y Dave Coleman, ingeniero jefe de Mazda North America explicaron en una entrevista a Road&Track por qué Mazda lo apuesto todo (o casi) al motor de combustión interna, especialmente con la nueva generación de motores gasolina Skyactiv-X sin bujías.

Espíritu de determinación

Para Chen, es algo que tiene que ver con el espíritu de Mukainada, con la determinación de la marca. Y, como recalca, Mazda es una marca de ingenieros y eso se traduce en que si consideran que una solución es la adecuada para el futuro, trabajaran todo lo posible para que así sea.

Así, mientras otros fabricantes desarrollan e inviertan en varias soluciones (eléctrico puro, híbrido enchufable, fuel cell, hidrógeno, gas natural comprimido, etc) en función de las normas locales de cada uno de los mercados en los que van a vender. Sin embargo, Mazda prefiere una solución global que va adaptando mediante pequeños cambios a cada mercado. Aunque eso le vaya a costar una pequeña fortuna en multas.

De esta manera, Mazda contribuye a reducir las emisiones de forma global. Chen pone como ejemplo Tailandia o Africa donde no hay drásticas regulaciones sobre emisiones, pero gracias a la tecnología de los motores gasolina de la marca, los Skyactiv-G, contribuyen a la reducción de emisión de gases de efecto invernadero. Según Mazda, con los Skyactiv-G Mazda redujo sus emisiones de forma global un 23 %.

Si Mazda se puede permitir seguir apostando por el motor de combustión interna o la caja de cambios manual, cuando la norma a ambos lados del charco es el cambio automático (en Europa, gracias al DSG), es justamente porque Mazda es un pequeño fabricante si se compara con Toyota o Volkswagen, explica Coleman. La marca se puede permitir ir a buscar la clientela, todavía importante, que no encuentra lo que busca en un Toyota híbrido automático.

El conductor es lo más importante para Mazda

Otro punto importante de la filosofía de Mazda para entender el por qué la marca sigue un camino diferente al resto de los fabricantes es que, explican, diseñan los coches pensando en sus pasajeros y especialmente el conductor. Quieren que cualquier conductor pueda sentir algo al volante de un Mazda, aunque sea con un motor de modesta potencia.

Es el famoso jinba ittai, donde conductor y coche forman uno. Pero lo que más me llamó la atención es cómo consiguen esa sensación. Mientras que en cualquier otra marca -especialmente si es del trio premium alemán- buscarían la manera de que el coche se pegue más al asfalto o tome la curva más rápida.

Mazda sin embargo ha investigado qué es lo que hace sentir algo al conductor y adaptar la técnica para conseguirlo. El objetivo era (y es) “averiguar cómo funciona el cuerpo humano y diseñar un coche que se comporte de una manera a la que el cuerpo humano esté acostumbrado. Automáticamente, todo te parece estar en su sitio”, explica Chen.

Es decir, el conductor siente que conduce realmente el coche, siente lo que hace y cómo responde a sus órdenes. Evidentemente, es algo que no llamará la atención de todo el mundo. Hay un público que solo desea un electrodoméstico que lo lleve del punto A al punto B. Y si pudiese dejar que la máquina tomase totalmente el control, lo haría encantado.

Pero justamente, Mazda no busca esa clientela. Tiene la mirada puesta en la clientela que busca un coche semipremium, diferente y en el que la persona todavía pueda sentir algo, camino de su trabajo o de viaje, aunque sea con un motor de 110 CV, por ejemplo.

A Mazda, no le queda otra habida cuenta de su tamaño

Chen y Coleman decían que lo puede hacer porque es un fabricante pequeño comparado con Toyota. La realidad, y es una buena jugada por parte de los directivos, es que a Mazda no le queda otra opción. Contra Volkswagen, General Motors o Toyota no va a poder luchar. No tiene ni los recursos ni el volumen de producción para al menos intentarlo.

Si quiere sobrevivir tiene que ocupar el hueco que los grandes fabricantes han dejado libre al adoptar soluciones más generalistas (cambio automáticos en toda la gama, por ejemplo) en la que sus coches han dejado de poner en el centro al conductor y han decidido que lo más importante era el cambio automático y la compatibilidad con AndroidAuto y Apple CarPlay.

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