La legislación europea para la reducción de las emisiones sigue su camino

El Parlamento Europeo ha dado el sí a la propuesta para recortar las emisiones de CO₂ de vehículos nuevos. La nueva normativa exigirá a los fabricantes situar las emisiones medias de sus modelos (y recalco lo de medias) por debajo de los 120 g/km, frente a la cifra inicial de 160 gramos que se barajaba.

El giro es sustancial. Los modelos que ahora vemos como más ecológicos pasarán a ser la norma, y todo lo que ahora nos parece normal (o incluso de bajas emisiones) pasarán a considerarse contaminantes.

En 2012, habrá una multa de 20 euros por cada gramo y unidad vendida para los coches que estén por encima de esa cifra. La cuantía subirá hasta los 95 euros en 2015.

Pero, atención, no se trata de un impuesto sobre el vehículo sino una multa al fabricante si supera las emisiones medias. Y la diferencia es sustancial. Un fabricante podrá vender coches que emitan 200 gr/km de CO₂ sin pagar multa, siempre y cuando los compense vendiendo muchas unidades por debajo de la cifra de 120 g/km.

Con la tendencia actual no será difícil alcanzar esas cifras. En diésel encontramos compactos de 100 cv (e incluso más) por debajo de los 120 g/km, y el avance en estos años hará que al menos puedan llegar a 150 cv manteniendo esas emisiones.

¿Quienes son los mayores perjudicados?

Sin duda, los fabricantes que no pueden rebajar sus emisiones medias con vehículos pequeños. Las más afectadas serán las marcas premium que, aunque estén rebajando su cifra de emisiones, difícilmente su volumen de ventas de coches pequeños compensará las emisiones de los coches más grandes y pesados.

Hay un punto clave que desconocemos, y es si la medida se hará por marcas o por empresas. Por ejemplo, si Lexus y Toyota se medirán conjuntamente. Las ventas de Lexus, muy inferiores a las de Toyota en número, no subirían la media del grupo. Sin embargo Lexus pagaría la multa si se miden únicamente sus cifras.

¿Y qué pasará con las marcas de lujo?

Realmente no les afectará mucho. Un Bugatti Veyron emite 574 g/km de CO₂, aun con la multa de 95 euros por gramo, pagaría 43.130 por unidad. Despreciable comparado con su precio.

Con un coche de 200.000 euros la diferencia se notará más, aun así quién compa un Ferrari no se echará atrás por otros 20.000 euros.

¿Ya ha sido aprobada?

Todavía no. Tendrá que hacerlo el Parlamento Europeo en una nueva sesión entre el 20 y el 23 de Octubre, y finalmente los países miembros tendrán que ponerse de acuerdo. Es decir, los grupos de presión de las marcas estarán ahora actuando para que no siga adelante.

Un mal necesario

Aunque pueda parecer excesiva, la ley hará espabilar a los fabricantes para cumplir la normativa. De otro modo, no se puede conseguir que una empresa reduzca el CO₂ drásticamente por amor al arte. Las experiencias similares siempre han demostrado que las empresas están preparadas, y si alguna no lo consigue significa que su tecnología no es tan buena como la del resto, y caerá por su propio peso.

¿Pagaremos más? Es posible que sí, pero también es posible que fuésemos a pagar lo mismo aun con una ley más permisiva. Si una marca sabe que nos podemos gastar 20.000 euros en un coche, no nos lo dejará por 18.000.

Es posible que la potencia de los coches no siga creciendo como hasta ahora (algo que también es razonable, no todo el mundo necesita un deportivo). Pero por otra parte esto hará que avance la tecnología y que no nos quedemos parados en más de lo mismo. Será un gran impulso para las energías más limpias, y al final redundará en que podamos seguir disfrutando de los coches de forma sostenible.

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