Tras el espejismo de julio, Europa vuelve a la realidad. Durante el mes de agosto en la Unión Europea las matriculaciones volvieron a caer, un 5%, y en acumulado anual ya vamos por el 5,2% de caída. Será seguramente el sexto año consecutivo de caída de ventas.
De enero a agosto de 2013 se han matriculado 7.841.596 unidades, es decir, el volumen más bajo desde 1990, cuando la ACEA empezó sus estadísticas. Mientras la UE se desploma, Reino Unido sigue llevando la contraria con un 10,9% de crecimiento, 18 meses consecutivos en verde, ¿tendrá algo que ver que allí no se practica el austericidio?
Sí, va a ser eso. Una vez más el resto de los grandes mercados caen: Alemania (-5,5%), Italia (-6,6%), Francia (-10,5%) y España (-18,3%). Lo que pasó aquí en agosto tiene su explicación, es un efecto estadístico y se compensará el mes que viene. En el acumulado anual España cae menos que la UE, un -3,6%, por efecto del Plan PIVE.
ACEA explica que julio tuvo un mes hábil más que julio de 2012, y agosto un día menos respecto al año anterior, y que eso también tiene su efecto. Pero distorsiones estadísticas a un lado, Europa sigue teniendo un serio problema que lo están padeciendo sus industrias, ya que casi todo lo que se vende se fabrica en el continente.
Luego que no nos extrañe que el mismísimo responsable de Volkswagen AG, Martin Winterkorn, diga que en Europa sobran 10 fábricas. Con la caída de las matriculaciones el tejido industrial está sobredimensionado, a menos que se traiga la producción de fuera, en países emergentes asiáticos.
La situación también es _chunga_ para los fabricantes, aunque hay reseñables excepciones en el acumulado anual, como SEAT (+9,7%), Dacia (+18,7%), Mercedes-Benz (+5,6%), Mazda (+8,3%) o Jaguar Land Rover (+10%). Sus gamas de producto están muy adecuadas a las circunstancias actuales y eso se nota.
¿La solución es hacer las cosas al _british mode_? Sí y no. Por un lado, las políticas económicas no son tan lesivas para el ciudadano con tanto recorte y tanta puñeta. Por el lado oscuro, se está forzando a la gente a cambiar de coche a golpe de impuestos, un _modus operandi_ que funciona muy bien en Japón.
Eso no funcionaría en España, freír a impuestos a los coches más antiguos no ayudará a las ventas de coches nuevos. Prácticamente la mitad del parque de turismos tiene más de 10 años, más que venderse más coches nuevos lo que se logrará es seguir bajando los valores residuales, y más gente renunciará a un coche en propiedad.
Forzar a la gente a cambiar de coche es una medida razonable si hay dinero para gastar, caso de Japón o de Reino Unido. Gracias al Plan PIVE las cosas no son peores y hasta se podría acabar el ejercicio en tablas, acercándonos al nivel de matriculaciones de 2012, casi 700.000 unidades (menos de la mitad que el mejor ejercicio).
¿Cómo encauzar la situación en España?
Abogo por una extensión del Plan PIVE para salvar el año 2013, pero creo que hay cosas que deben cambiar. Para empezar, hay que establecer un mínimo de propiedad del coche a achatarrar para evitar la picaresca, y que coches nuevos reemplacen a tartanas que apenas se movían, con dudosos beneficios.
Por otro lado, el PIVE no tiene por qué beneficiar a marcas Premium, ni con potencias elevadas, solo por ser eficientes en homologación. El español medio que quiere comprar coche y no puede tiene aspiraciones más humildes, y a esos hay que ayudar. Es decir, se podrán beneficiar más matriculaciones de gama baja.
Ciertamente, los españoles están cambiando a coches más pequeños por necesidad, y con potencias más modestas. Centrémonos en esos clientes, y a quienes se compran algo más grande o potente por necesidad, como familias numerosas. Y quien quiera algo más potente o más lujoso, que se lo pague él enterito. Ya verán cómo suben las matriculaciones.
Fuente | ACEA