En pleno Siglo XXI, los fabricantes de coches viven un momento muy dulce por la demanda de los países emergentes (China, Rusia, la India y Brasil) que compensan las caídas y altibajos de los mercados desarrollados, como el europeo, norteamericano, etc. Las cosas están cambiando.
La aplastante mayoría de las almas que pueblan el planeta (más de 7.200 millones) viven en áreas urbanas, con sistemas de transporte público más eficientes, donde la necesidad del coche privado no es tan importante como en núcleos aislados. Ya no es tan importante el carácter de libertad que tenía en el Siglo XX.
Las nuevas generaciones han crecido rodeados de tecnología, y ya no muestran el mismo interés por los coches. Además, el mercado en general apunta a una racionalización, no sin un importante componente subjetivo que ha hecho que tengan éxito segmentos aparentemente absurdos.
Todos quieren ser Premium y tecnológicos
Solo tenemos que fijarnos en cómo están evolucionando los segmentos de menor precio. Están llegando a coches sencillos unos elementos que antes eran impensables y reservados a coches de alta gama. Los fabricantes buscan hacer más atractivos hasta a los "pelotillas" de menos de 10.000 euros.
Los nativos digitales viven pegados al teléfono móvil y exigen continuar ese estilo de vida cuando se ponen al volante. Hace solo 10 años, había que dar las gracias si un coche de este tipo podía leer discos de música en MP3. Normalmente solo leían CD Audio, y algunos ¡hasta tenían un conector auxiliar para enchufar aparatos externos!
En la última hornada de utilitarios de segmentos A y B, los más económicos, ya se incluye la posibilidad de tabletas táctiles, interactividad con el teléfono móvil (no solo función manos libres), conectividad a Internet, aplicaciones y un largo etcétera. Y el que no lo ofrece, se está quedando fuera.
Antes muertos que sencillos
También comprobamos cómo avanzan las tendencias de personalización, para que nuestro coche destaque sobre los demás, y sea difícil que haya dos iguales en la misma calle. Baste mencionar la pintura bicolor, elementos de carrocería coloreables (o intercambiables) o vinilado.
No deja de ser notorio la cultura del aparentar, que ha proliferado toda una legión de modelos con un aspecto más destacado, más agresivo o parecido a los vehículos todoterreno. Paradójicamente, los 4x4 tradicionales van camino a extinguirse, reduciéndose al ámbito del lujo y/o profesional.
Los fabricantes de neumáticos lo han notado (y están encantados), cada vez las llantas son más grandes, tienen un gran impacto visual. Y esa es otra, los tapacubos se han relegado a las versiones más sencillas de cada gama (y en dimensiones pequeñas), y en muchos casos ni siquiera se ofrecen, a secas.
Mala época para ser purista
Se está dejando de lado al cliente más tradicional. Unos pocos modelos se resisten a esa tendencia. Es la hora de los tricilíndricos, las carrocerías de cinco puertas, plásticos negros y grandes maleteros. Segmentos tan tradicionales como los _roadster_ y descapotables van desplazándose a marcas Premium. Se impone la practicidad.
Ya se piensa más en quien no le gusta o no quiere conducir, para 2020 la conducción autónoma será una realidad y acercará el coche privado a quien necesita desplazarse en su propio vehículo, sin ni siquiera necesitar carné. Para los demás, la conducción semiautónoma hará más fácil la vida diaria y reducirá las víctimas de tráfico.
Los fabricantes ya no solo piensan en vender coches, sino soluciones de movilidad. El sector privado ya trabaja en fórmulas alternativas a la propiedad, porque quiere moverse, pero no los aspectos negativos asociados a un coche, principalmente económicos. Los taxis sin conductor serán una realidad pronto.
Y es que la propiedad de un coche puede convertirse en una pesadilla financiera. Los conductores tienen que lidiar con los costes de los seguros, impuestos en la compra y tenencia, mantenimiento, averías... Solo hay que ver cuántas marcas están ofreciendo, ya desde la compra, un periodo de mantenimiento incluido.
La sofisticación de los coches modernos ya son un problema para los "manitas", incluso para talleres independientes. Ya no está de moda eso de llevar una caja de herramientas en el maletero. Es más moderno tener un botón para pedir asistencia sin siquiera bajar del coche, obviamente al servicio oficial.
Desde el _Patentwagen_ de Benz y Daimler, el automóvil se ha adaptado a la sociedad con la que ha convivido, y la era contemporánea no es una excepción. El carácter práctico ha superado al romántico. Y se sigue pensando en cómo seguir siendo atractivos, con cada vez más competencia, más fabricantes y más modelos.
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Demasiado donde elegir
Y esa es otra, la capilaridad del mercado es alarmante. A día de hoy, solo en España, hay más de 7.000 combinaciones posibles de marca, modelo, motor, motorización, cambio de marchas, tipo de tracción, etc. El mercado chino es una pesadilla infernal, hay más de 400 marcas. Su "Autofácil" deben venderlo por tomos...
Empieza a cobrar sentido la figura del asesor de compra de coches, porque la mejor opción no tiene por qué ser una conocida. Con tantas opciones hay un problema de visibilidad evidente para las marcas de menor volumen. ¿Hasta qué punto es sostenible que haya gamas tan extensas? Los vendedores pronto estudiarán tanto como los de Derecho.
Puede que el automóvil esté creciendo con un modelo de burbuja, y un día empiece una severísima corrección (ya ocurrió antes de 1950). Para entonces, solo los mejor adaptados sobrevivirán. Cuando empiece una crisis energética de las gordas, que está al caer, veremos qué torres aguantan y cuáles se derrumban.