El sector del automóvil, con el horizonte de la descarbonización y el coche eléctrico como principal protagonista, se está enfrentando en los últimos años a un escenario disruptivo. En el caso de España, la irrupción del automóvil eléctrico podría tener un impacto negativo en la industria automovilística, precipitando la bajada de su peso en el PIB nacional (es uno de los sectores que más aporta al mismo) así como en la pérdida de 40.000 empleos.
Éstas son las principales conclusiones que se extraen del análisis publicado por la revista Economía Industrial del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, que está firmado por Roberto Scholtes Ruiz, experto de la entidad financiera suiza UBS. En él se analiza lo que supondrá para la el sector automovilístico español adaptarse a la producción del coche eléctrico.
Y es que sazón de cumplir con los objetivos de reducción de emisiones, el automóvil eléctrico ha llegado a marchas forzadas, planteando a día de hoy muchas incógnitas de cara a los consumidores españoles (necesidad de una infraestructura de carga, precio aún elevado) así como para la propia industria.
Prueba de ello es que los fabricantes europeos no dejan de recordar el aún papel importante de los motores térmicos, pues entrar de lleno en la electrificación supone aumentar notablemente su cuota de gastos ante un mercado aún muy incipiente: adaptar factorías, formar plantillas, necesidad de importar nuevos componentes...
En siete años, el aporte al PIB del automóvil bajaría un 1,2 %
Scholtes Ruiz parte en su artículo de varias premisas, es decir, estimaciones de lo que significará para el tejido industrial español asumir la producción masiva del coche eléctrico. El escenario que dibuja este analista financiero pone la vista en el año 2025, momento en el que, según Scholtes, los automóviles eléctricos e híbridos enchufables supondrán una cuota de mercado del 30,6 % del total (unos 400.000 modelos de un global de 1,2 millones de coches matriculados).
De igual manera, baraja la hipótesis de que los fabricantes se verán obligados a importar las baterías, lo que supondrá aumentar la dependencia de proveedores externos, y de que las ventas automovilísticas no experimentarán un gran crecimiento, a consecuencia de la penetración del coche compartido, a su vez fruto de la incertidumbre de los consumidores ante la adquisición de un automóvil.
En base a ello, el análisis asegura que el aporte al PIB del sector automovilístico español, que constituye actualmente cerca del 10 %, podría reducirse en 1,2 puntos porcentuales en un plazo de siete años, siendo inapreciable al principio, para llegar a las tres décimas anuales según se acerque 2025. También se reduciría el nivel de producción industrial, en su caso, unos dos puntos.
Por otro lado, la penetración del coche eléctrico también afectaría a las plantillas de las marcas y la cifra no es precisamente baja: el estudio determina que hasta 40.000 puestos de trabajo podrían perderse, ya fuese directa o indirectamente.
Asimismo, los fabricantes también podrían perder casi tres puntos porcentuales en la aportación de valor en la cadena de producción, lo que se traduce en una bajada de entre el 12 % y el 15 %. Y un camino similar seguirían los fabricantes de componentes, cuya caída de producción también rondaría entre el 12 % y el 16 %, cayendo sus ventas entorno a un 5 %.
Por último, el análisis también pone de manifiesto que el superavit comercial del sector automovilístico (cifrado en 10.000 millones de euros) podría reducirse hasta tres cuartas partes en 2025 a consecuencia de la necesidad de importar las baterías (que suponen más del 40 % del coste de producción del vehículo eléctrico), así como otros componentes electrónicos asociados al mismo.
Imposición tecnológica
Lo augurado en este estudio va en consonancia con aseveraciones firmadas por representantes de la industria y de las propias marcas. Carlos Tavares, presidente de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) y del Grupo PSA, ya advirtió recientemente que la implantación del coche eléctrico podría poner en peligro 13 millones de puestos de trabajo en toda Europa.
Los fabricantes se quejan de imposición tecnológica por parte de la UE, algo que también ha sido señalado por el sector automovilístico en España, que ya ha exigido al Ejecutivo neutralidad tecnológica y no discriminatoria para firmar el Acuerdo Estratégico del Sector de Automoción que se está elaborando de cara a los próximos años.
Es más, los efectos de este panorama disruptivo ya han comenzado a notarse en nuestro país. O al menos así lo han advertido los sindicatos, que aseguran que la electrificación, así como la llegada del WLTP, ya ha afectado a más de 35.000 trabajadores, lo que podría precipitar la "destrucción del tejido industria" si las administraciones no toman medidas.
Por otro lado, en este momento incipiente, lanzar al mercado los primeros coches electrificados de gran volumen podría suponer hasta pérdidas. Es el caso de Volkswagen con el recién llegado compacto eléctrico ID.3 que podría perder en torno a 3.000 euros por cada unidad comercializada.
De esta manera, la capacidad de adaptación del sector automovilístico para los próximos años, así como el aporte de las administraciones, será determinante para minimizar los efectos de la penetración del automóvil eléctrico. De hecho, en su artículo Scholtes Ruiz concluye que "la magnitud de la transformación ofrece también grandes oportunidades que pueden ser aprovechadas si el conjunto del sector y los gobernantes actúan rápida y acertadamente".