La utopía de comercializar combustibles obtenidos exclusivamente con luz solar, agua y dióxido de carbono (CO₂) comienza ser algo menos inalcanzable. Para lograrlo, la ciencia trata de imitar lo que las plantas hacen: capturar la energía solar y almacenarla en enlaces químicos mediante la división del agua y el CO₂.
Conocemos investigaciones que quieren llevarlo a cabo a través del almacenamiento de la energía solar; otros, como Bill Gates, quieren extraer a gran escala el CO₂ para sintetizarlo en una mezcla que hará funcionar nuestros vehículos. Es lo que se describe como "mecanización de la fotosíntesis".
Del aire a nuestro depósito
El multimillonario Bill Gates es muy activo en el terreno de la ciencia y se involucra con frecuencia en investigaciones muy ambiciosas. Hace unos meses se hacía eco de un proyecto que busca impulsar nuestros aviones, barcos y vehículos terrestres gracias al enorme poder de la energía solar. "Llega más energía del sol a la Tierra en una hora que la que los seres humanos utilizamos en un año", reflexionaba en voz alta a través de su Twitter:
Tal y como nos desvela The Guardian, el cofundador de Microsoft se ha asociado con el físico de Harvard David Keith y el magnate petrolero Norman Murray para llevar a cabo una idea ambiciosa. Se trata de extraer el CO₂ de nuestro aire a través de ventiladores gigantes y convertirlo en el diésel y la gasolina que alimenten nuestros medios de transporte.
Para llegar a esto, el éxito del proceso denominado "mecanización de la fotosíntesis" resulta indispensable. Es el proceso Aire a Combustibles (A2F), que necesita, según los investigadores, 100 veces menos tierra y agua que los biocombustibles, y que supondría además un complemento a los vehículos eléctricos:
"A2F es una tecnología potencialmente innovadora, que si se escala con éxito nos permitirá aprovechar la electricidad renovable intermitente y barata para impulsar la síntesis de combustibles líquidos que son compatibles con la infraestructura y los motores modernos", dice Geoff Holmes de Carbon Engineering.
Esta empresa fue creada en 2009 por Keith, Gates y Murray, y ha alcanzado un hito: la construcción de un enorme prototipo de planta con grandes ventiladores que ha estado extrayendo alrededor de una tonelada de CO₂ puro cada día durante un año. Junto a la compañía energética californiana Greyrock ha comenzado a poner en práctica el proceso A2F, sintetizando una mezcla de diésel y gasolina usando únicamente ese CO₂ capturado y añadiendo un proceso de electrólisis. Así lo describen en su página web:
"Primero, nuestro proceso DAC [Captura Directa de Aire por sus siglas en inglés] captura y purifica el CO₂ del aire atmosférico. En segundo lugar, la electricidad limpia (como la energía solar fotovoltaica) se utiliza para electrolizar agua y generar hidrógeno. En tercer lugar, el CO₂ y el hidrógeno se reaccionan termocatalíticamente para producir gas de síntesis, y se reaccionan de nuevo para producir hidrocarburos. En principio, se puede generar una gran variedad de hidrocarburos, pero nuestro enfoque se centra principalmente en el diésel y el combustible para aviones".
Esta planta piloto supone la oportunidad de hacer de la fabricación de combustibles sintéticos un proceso a gran escala. El siguiente paso es recaudar dinero, ampliar y comercializar el proceso utilizando electricidad baja en carbono como la energía solar fotovoltaica.
La start-up suiza Climeworks utiliza una técnica similar e instaló a finales de 2017 una planta piloto en Islandia, la primera planta con emisiones negativas de CO₂, es decir, que consumirá más dióxido de carbono del que emitirá a la atmósfera.