Lo que está juego ahora mismo con las elecciones en EEUU abarca tantas dimensiones y afecta a tantas esferas que es difícil elaborar una fotografía simple. Durante cuatro años Donald Trump ha agitado las aguas de las Relaciones Internacionales de forma constante, iniciando una guerra comercial con China, rompiendo el acuerdo nuclear con Irán y amenazando con aranceles a la industria automotriz europea.
Su salida de la Casa Blanca podría dar un giro a todo esto, pero mientras se siguen contando votos, muy a pesar del republicano, el mercado del crudo se muestra optimista ante un periodo de estabilidad si gana Joe Biden, mientras que Asia mira al demócrata con la esperanza de enterrar unas relaciones cuanto menos hostiles.
Optimismo ante una posible era de estabilidad
Hay pocos mercados que se hayan vuelto más volátiles que el del crudo en las últimas décadas, pero la curva ascendente que han tomado los futuros del Brent y del WTI recientemente son un indicativo de que al mercado no le asustaría un posible cambio.
Los futuros del WTI han experimentado una considerable subida desde el 31 de octubre, y cotizan en estos momentos a casi 39 dólares el barril. El Brent por su parte ha seguido recuperándose a buen ritmo desde que empezaron las elecciones estadounidenses, y ahora cotiza a poco más de 40 dólares.
El resultado de las elecciones estadounidenses tendrá implicaciones a gran escala dentro del sector energético; una victoria de Biden puede estabilizar los precios del petróleo a corto plazo, aunque su postura en los permisos federales de fracking, según explica Bloomberg, pueden afectar los precios a largo plazo.
Sin embargo, las sanciones de Trump a Irán y Venezuela han impactado de forma más significativa en los suministros, por lo que su marcha podría dar algo de oxígeno al conflicto. Recordemos que en 2018 Trump rompió el cuerdo nuclear con Irán, provocando una reducción de la oferta del crudo, un subidón de los precios y una crisis internacional.
De momento la balanza se inclina a favor de Biden, mientras Trump ya ha puesto en marcha la maquinaria legal para impedir el recuento de los votos que faltan (votos por correo que en mayoría efectuaron de forma anticipada el sector demócrata).
Se ve la posible victoria de Biden como un salvavidas en forma de paquete económico para impulsar el consumo, y con ello la demanda de petróleo, pero todo está por ver.
Los pronósticos pintan un horizonte más amable en el mercado del petróleo en 2021, después del duro golpe que ha supuesto la pandemia. Aquí la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus socios juegan un papel clave, pues si deciden alargar los recortes de producción, podrían conseguir estabilizar los precios y reducir el abultado inventario de reservas.
Muchos conflictos sobre la mesa presidencial
Mientras tanto, Wall Street y los mercados de Asia-Pacífico se están animando como no lo han hecho en meses ante la perspectiva de que haya un nuevo inquilino en la Casa Blanca.
Sin embargo hay que tener en cuenta un factor: una victoria estrecha del partido Demócrata y sin mayoría en el Senado no podrá revertir las medidas de la era Trump, o al menos no de inmediato, lo que implica que el estímulo fiscal se verá reducido.
Quedan en la palestra las regulaciones medioambientales que Trump ha desmantelado en EEUU, el Acuerdo de París, la guerra comercial con China y contra el sector automotriz europeo así como una tensa relación con la Organización Mundial del Comercio.
En este escenario, la Unión Europea espera recuperar las relaciones con EEUU, aunque Biden no se caracteriza por estar muy abierto al libre comercio ("Buy America" o "Make it in America" son dos de sus eslóganes electorales).
Lo que sí ha prometido Biden es invertir 1.300 millones de dólares en la expansión de coche eléctrico, con la instalación de 500.000 puntos de recarga para 2030. Tendrá que prestar atención antes, eso sí, a la recuperación de los miles de empleos que se han destruido en el sector automotriz estadounidense.
Cualquier cambio que se produzca a partir de ahora, incluso si no hay ninguno, afectará a la industria automotriz de todo el mundo, aunque no será de forma inmediata.
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