Tal y como prometió Alemania será la industria la que pague la factura del diésel, bien a través de actualizaciones o bien a través de incentivos. En cuanto a las modificaciones de hardware, el ministerio de Transportes alemán publicó hace unos días el documento que establece las pautas para obtener los permisos para efectuar dichas modificaciones en los coches diésel más antiguos.
Pero esta operación trae consigo una cara B: mayor consumo de combustible, mayores emisiones de CO₂ y en algunos casos un rendimiento reducido. Marcas como BMW se han negado a hacerlo.
Un plan sin mandato legal y con la oposición de parte de la industria
El plan maestro del Gobierno alemán para evitar prohibiciones de circulación en sus ciudades pone todo el peso en la industria automotriz, pues se basa en incentivos no gubernamentales para la compra de coches nuevos y en actualizaciones de hardware que han dividido a los fabricantes.
Un documento de 30 páginas publicado por el ministerio de Transporte establece los requisitos para lo que han llamado un "permiso de operación general", necesario para que la autoridad de vehículos motorizados KBA apruebe los kits de hardware. Esto supone un primer paso legal para que se actualicen los sistemas de filtrado de emisiones de escape de los automóviles diésel anteriores a la norma Euro 6d.
Sin embargo, de los 15 millones de vehículos diésel que hay en las carreteras de Alemania, solo 2,7 millones cuentan con este estándar.
Pero el grupo automovilístico VDA se posicionado en contra de esta solución, argumentando según explica Autonews Europe, que los ciudadanos deberían comprar coches nuevos en vez de recurrir a las modificaciones en vehículos antiguos.
También los fabricantes están divididos en cuanto a quién debería pagar los costos de actualización, dado que la mayoría de estos coches cumplieron con las normas de aire limpio en el momento en que fueron vendidos. BMW se ha negado a efectuar modificaciones y aboga por los incentivos para la compra. Según la firma bávara les llevaría hasta tres años desarrollar y certificar actualizaciones del sistema de filtrado que no afecten al consumo de combustible o provoquen un desgaste adicional del motor.
Por su parte, Volkswagen y Daimler dijeron que cubrirían algunos de los costos, pero según el jefe de investigación y desarrollo de Volkswagen, Frank Welsch, esta operación solo trae desventajas, como un mayor consumo de combustible y, por lo tanto, un aumento de las emisiones de CO₂ y, en algunos casos, un rendimiento reducido.
Lo cierto es que el Gobierno no puede obligar a la industria a actuar, por lo que tendrá que encontrar una solución a medio camino entre las exigencias de los grupos ecologistas y de la poderosa industria automotriz alemana.
Hace un año Daimler, BMW, el Grupo Volkswagen y Ford se comprometieron tras la cumbre del diésel actualizar el software de 5,3 millones de vehículos diésel para evitar remedios más costosos y prohibiciones de conducción en las ciudades.