Las marcas de coches tradicionales no están vendiendo suficientes coches eléctricos. Eso está afectando a su producción, su rentabilidad e incluso su supervivencia. Pero también a la de los proveedores de componentes. Como es habitual, el pato lo está pagando el eslabón más débil: los trabajadores.
Firmas como Ford y Volkswagen ya han anunciado el despido de miles de empleados, pero el sector de suministros de la automoción no se queda atrás: este 2024 han anunciado el recorte de 50.000 personas en sus plantillas a nivel mundial.
"El mayor impacto en el empleo aún está por llegar"
La irrupción de los coches eléctricos chinos, con precios más asequibles y una avanzada tecnología, sumado a una mala estrategia para con sus coches eléctricos está llevando a las marcas del Grupo Volkswagen y a Ford al límite, con hasta incluso la posibilidad del cierre de factorías. Las consecuencias las está notando toda la cadena de valor del automóvil, lo que incluye a las firmas de componentes. La lista es larga.
Ejemplo de ello es Bosch. La firma, mayor proveedor de componentes para coches del planeta, ha anunciado el despido de 12.000 empleados. La mayoría en Alemania, donde se fijarán en 5.500. No es la única: ZF Friedrichshafen ha hecho lo propio: recortará entre 11.000 y 14.000 empleos en los próximos cuatro años.
También Continental prescindirá de más de 7.000 trabajadores en los próximos años, en su mayoría en Europa: prevé el recorte de 3.000 empleados. Valeo también ha anunciado el despido de 2.000 de sus trabajadores y el cierre de fábricas. Schaeffler despedirá hasta a 4.700 personas en todo el mundo, la mayoría en Europa: 2.800.
56.000 empleos menos en cuatro años. Según CLEPA, la patronal de fabricantes de componentes europea, desde 2020 la pérdida neta de empleos en el sector se fija en 56.000 puestos de trabajo. Se han creado muchos menos puestos de los previstos para la transición del coche eléctrico, que se estimaban en 100.000 pero se han quedado en 19.000. Y desde la pandemia se han perdido unos 86.000 empleos.
Este 2024 está siendo especialmente duro: en los primeros seis meses del año, las firmas de suministros han anunciado 32.000 despidos, superando el peor momento de la pandemia, cuando se recortaron 29.000 empleos. Alemania ha sido más afectado, con el 60 % de las pérdidas totales de empleo, y se estima que se han perdido casi 52.000 puestos desde 2020.
Lo peor, que esto no ha hecho más que empezar: según estima CLEPA lo más probable es que "el mayor impacto en el empleo aún esté por llegar". "Los últimos datos son una clara llamada de atención. La industria del automóvil, piedra angular de la economía europea, se enfrenta a un punto de inflexión", señala Benjamin Krieger, secretario general de la patronal de componentes.
No en vano, las marcas de coches van a hacer efectivos más recortes de empleo en los próximos años. Ford ha anunciado recientemente que echará cerca de 4.000 trabajadores a la calle en los próximos tres años. La mayoría en su principal fábrica de Alemania, en Colonia: se prevé el recorte 2.900 empleos. Se estima que Volkswagen despedirá al 10 % de su plantilla, lo que supone 30.000 trabajadores.
Efecto dominó por el coche eléctrico. Según CLEPA esta situación es consecuencia de la acusada caída de la demanda de coches eléctricos, que ha sido especialmente notable este 2024. Tanto en Europa como en EE.UU, principales mercados de los fabricantes de coches occidentales. Eso ha derivado en aumento de costes de producción y el consiguiente retraso en la inversión de nuevas tecnologías.
En la misma línea se mueve el análisis de la consultora Gartner: Pedro Pacheco, analista de esta firma señala a Autonews que la electrificación ha exigido cambios en las empresas de componentes. Y que esto supone un riesgo si no se fabrican al ritmo esperado. Una factoría no es rentable si produce por debajo de su capacidad de fabricación, ya sea de coches o de componentes.
Como ejemplo señala a Volkswagen en China. Es el mayor fabricante extranjero en la República Popular, pero en los últimos años ha perdido una importante cuota de mercado a favor de las marcas chinas de coches eléctricos. "Ha afectado directamente a su cadena de suministro, creando un efecto dominó para empresas como Bosch y Schaeffler", explica Pacheco. En general, las firmas occidentales han perdido peso por la feroz "competencia de los fabricantes locales, que ofrecen coches eléctricos más avanzados y a mejor precio".
En opinión de CLEA la solución para proteger estos puestos de trabajo es una "recalibración regulatoria". Se refiere esencialmente a reducir los objetivos de reducción de emisiones. " Si no se toman medidas decisivas, Europa corre el riesgo de perder su liderazgo en el sector del automóvil", postula Krieger.
Es precisamente lo que ha solicitado la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA). En septiembre emitió una misiva al Ejecutivo de la UE pidiendo el retraso del nuevo límite de emisiones medias que deben cumplir las marcas desde 2025. Lo que a su vez retrasaría todo el calendario fijado, incluyendo la prohibición total a los coches nuevos de gasolina desde 2035.
Según los fabricantes europeos, cumplir estos objetivos será imposible porque no están vendiendo suficientes coches eléctricos. Entre enero y noviembre, las ventas de enchufables representaron el 14 %.
"La industria automovilística europea podría verse obligada a pagar hasta 15.000 millones de euros en multas o abandonar la producción de más de 2,5 millones de coches", ha pronosticado Luca de Meo, presidente de ACEA y CEO de Renault.