Como sabéis a partir de noviembre del año que viene, el control de presión de neumáticos será obligatorio para todo coche nuevo en la Unión Europea. Principalmente se esgrimen dos razones: seguridad víal y ahorro de combustible, que se traduce en menores emisiones.
Evidentemente la medida no ha sentado bien a muchas marcas, según dicen, el coste adicional por sistema y vehículo ronda los 290 euros, precio que o se repercute al consumidor, o tienen que asumir los propios fabricantes.
Según un responsable de Hyundai, el sistema tiene sus ventajas en términos de seguridad, pero al parecer sus clientes no lo valoran tan positivamente. De hecho la mayoría se muestran indiferentes ante esta medida de seguridad.
Para Vauxhall el sistema no soluciona el problema, ya que de cualquier manera todos los conductores deben revisar la presión de sus neumáticos semanalmente. El argumento no es muy sólido, ya que la idea es que el sistema avise ante una pérdida repentina de presión en un neumático, más que comportarse como un recordatorio para el conductor.
Otro argumento de las marcas es que el coste de mantenimiento aumenta, ya que cada vez que el neumático es sustituido, el control de presión tiene que ser reseteado, con el consiguiente cargo al cliente que tiene que pagar por un servicio más.
Además el control de presión de neumáticos no sustituye, no ya a la revisión semanal del conductor, si no a la supervisión periódica de un mecánico para detectar deformaciones o un desgaste desigual.
Personalmente no tengo una buena experiencia con este sistema. En dos ocasiones, en diferentes coches, el control de presión de neumáticos no advirtió que una rueda tenía una presión considerablemente más baja de los normal. No digo que normalmente no cumplan su función (pueden ser fallos puntuales), pero al menos yo seguiré comprobando mis neumáticos a la vieja usanza.
Vía | Autoexpress
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