Radares térmicos para vigilar el uso de carriles BUS-VAO, radares de sobrepeso para proteger las infraestructuras, radares de ruido... Poco a poco vamos viendo nuevas formas de detectar irregularidades, y pasarse de decibelios es una de ellas.
En Francia y Suiza hace años que han empezado a probarlos, y ahora es otra ciudad europea la que lo hará a finales de mes: Ámsterdam.
La idea es similar a los radares pedagógicos que hay en España: una señal luminosa en forma de cara, que sonríe si el vehículo circula dentro de los límites máximos de velocidad y que se pone triste si ocurre lo contrario.
En el caso de Ámsterdam, la instalación consta de un medidor de ruido con cuatro micrófonos y una pantalla debajo. Si el medidor registra un sonido por encima de los 83 decibelios, el conductor verá el mensaje "Te luid" ("demasiado alto" en holandés).
A su vez, la cámara está conectada a un cinemómetro que toma una foto de la matrícula para emitir una multa. Para hacernos una idea, el sonido se vuelve dañino a los 75 dB y doloroso alrededor de los 120 dB.
De momento, estos radares de ruido funcionarán en periodo de prueba para comprobar si es suficiente con el 'modo pedagógico' o si en el futuro son necesarias las multas.
En Róterdam también se están utilizando micrófonos en dos puntos de la ciudad para recopilar datos y se advertirá a los automovilistas a través de carteles que el incumplimiento de los niveles de ruido puede conllevar una multa de 280 euros.
Y Bruselas presentó en febrero un proyecto piloto para poner a prueba dos radares de ruido como forma de luchar contra la contaminación acústica.
Una investigación realizada por el Servicio de Salud Pública de Ámsterdam encontró que las motocicletas son la mayor fuente de contaminación acústica en la ciudad, con el 19 % de los residentes adultos expuestos a la contaminación acústica grave de estos vehículos.
Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente el año pasado declaró que la contaminación acústica urbana es una de las principales amenazas ambientales emergentes del mundo.
Y no solo eso. La Organización Mundial de la Salud ha clasificado el ruido del tráfico (incluido el rodado, el del ferrocarril y el de los aviones) como la segunda causa más importante de problemas de salud en Europa occidental, solo por detrás de la contaminación del aire.