Greenpeace asegura que los vuelos fantasma en la UE sí existen y calcula que contaminan lo que 1,4 millones de vehículos

La noticia de que Lufthansa tendrá que operar cerca de 18.000 vuelos casi vacíos para no perder derechos ha causado tal revuelo que ha hecho posicionarse tanto al Gobierno belga -cuyo ministro de Movilidad se ha llevado las manos a la cabeza- como a la propia Comisión Europea, que niega que esto ocurra.

Pero en un escenario en el que se pone el foco en las acciones de la ciudadanía para revertir los catastróficos efectos del cambio climático, Greenpeace ha elaborado un estudio acerca del impacto de estos vuelos fantasma en comparación al de los vehículos privados.

20 toneladas de CO₂ por vuelo

Según un análisis de la organización ecologista, se calcula que 100.000 vuelos fantasma que operan en Europa emiten al clima 2,1 millones de toneladas de CO₂, el equivalente a las emisiones anuales de más de 1,4 millones de coches diésel y gasolina.

No hay datos disponibles sobre qué rutas son las más frecuentes para los vuelos fantasma, por lo que Greenpeace calculó en base al avión estándar promedio (Boeing 747-400 con alrededor de 200 asientos) y la distancia de vuelo promedio, que es de 900 km.

Aunque Lufthansa no especificó qué destinos y aeronaves se utilizan, una estimación conservadora de emisiones de gases de efecto invernadero equivalente a 20 toneladas de CO₂ por vuelo significa que los 18.000 vuelos fantasma de Lufthansa emitirían el equivalente a 360.000 toneladas de CO₂.

Se ha llegado a esta cifra de 1,4 millones de vehículos partiendo de la base de que un vehículo recorre de media 10.000 km año y emite 150 g de CO₂ por kilómetro.

Lo cierto es que, si bien hay países en la UE con un parque móvil muy envejecido, como es el caso de España, las emisiones de los vehículos nuevos han ido disminuyendo en la última década y hoy en día se alejan de esos 150 g CO₂/km.

Según datos de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles, las emisiones medias de CO₂ para los nuevos vehículos de pasajeros han pasado de rozar los 140 g CO₂/km a los 108 g CO₂/km de media.

En este escenario, Greenpeace ha pedido a la UE que se prohíban los vuelos de corta distancia y termine con el sistema de incentivos que obliga a la aerolíneas a operar un cierto número de vuelos para no perder derechos, aunque desde Bruselas aseguran que los denominados vuelos fantasma no existen.

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