Si bien a finales de 2022 el litio alcanzó su precio más alto de la historia, desde el pasado mes de enero ha registrado una caída del 20 %, según los informes de Benchmark Minerals. De continuar con esta tendencia a la baja, a la postre los costes de producción de los vehículos eléctricos también se reducirán.
Y es que además de la caída del oro blanco, en lo que llevamos de 2023 también se han reducido los precios de otros materiales fundamentales para la fabricación de baterías de coches eléctricos como son el cobalto y el cobre.
Márgenes más altos para los fabricantes vs precios finales más bajos
En contraste con 2020 cuando el litio marcó un punto de inflexión con una cotización de 5.600 dólares por tonelada, hoy el oro blanco cotiza en torno a los 44.700 dólares por tonelada, lo que por el momento queda lejos de los 88.600 dólares por tonelada que llegó a alcanzar en 2022, su máximo histórico.
A pesar de que cada vez se venden más eléctricos en el mercado global, a la caída del precio del litio (presente en pequeñas cantidades tanto en los ánodos como en los cátodos de las celdas que componen la batería), hemos de añadir que el precio medio del cobalto se ha reducido en los últimos meses más de la mitad y el cobre ha bajado cerca de un 18 %.
De alargarse en el tiempo esta tendencia a la baja en los precios de estos materiales fundamentales para la cadena de suministro de las baterías, y por ende, del vehículo eléctrico, facilita a los fabricantes reducir los costes de producción sin ver afectados en gran medida sus márgenes de beneficio.
Esto favorecería la guerra de precios que tanto necesita el vehículo eléctrico para su verdadero despliegue, pues de momento los compradores se muestran prudentes ante precios medios elevados (salvo contadas excepciones) y la falta de ayudas a la compra.
Estos además, en los últimos meses han visto cómo se quedaban sin ayudas a la compra en mercados tan relevantes para los enchufables como son Noruega, Alemania o China, lo que a su vez ha provocado una caída de las ventas de coches enchufables en esos países.
Precisamente esta contención en la demanda final podría estar afectando al coste de las materias primas, además de otros factores como un aumento en la oferta por el surgimiento de nuevas minas y plantas de procesamiento de este material.
Pese a todo, sigue siendo un material tan complicado de extraer y procesar, que sigue siendo rentable para sus principales productores: según Mobility Impact Partners, su producción cuesta entre 5.000 y 8.000 dólares por tonelada, mientras que se vende 10 veces más caro.
De momento, en enero Tesla empezó a rebajar los precios de varios modelos como el Tesla Model 3 y el Model Y, a lo que Ford respondió con una reducción en los precios de su Mustang Mach-E.
Además, ambos fabricantes, temerosos de una posible escasez de litio que pudiera aumentar los precios a corto y medio plazo (y beneficiados por medidas proteccionistas como la IRA en EEUU), han tomado algunas medidas en los últimos meses para garantizarse un suministro constante.
En un mercado tan sensible como el de las materias primas habrá que esperar para ver cómo se comporta la tendencia, sin olvidar que también existe la posibilidad de que las mejoras en la tecnología de las baterías afecten a la demanda de litio de forma inesperada.
Las baterías de estado sólido que están desarrollando varias empresas requerirían aún más litio que las baterías que se utilizan hoy en día, lo que aumentaría la demanda, aunque es más que probable que esas baterías no aparezcan en vehículos de producción masiva hasta dentro de varios años. Por otra parte, el desarrollo de otras tecnologías como las de las baterías de sodio podrían reducir la necesidad de litio.