Un barrio de curritos e inmigrantes se cansó de vivir en una de las calles más peligrosas. Restringieron el tráfico y se ha convertido en "una superautopista para niños y familias"

Un barrio de curritos e inmigrantes se cansó de vivir en una de las calles más peligrosas. Restringieron el tráfico y se ha convertido en "una superautopista para niños y familias"
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En la Avenida 34, el corazón de Jackson Heights (Queens, EEUU) un barrio obrero conocido por su diversidad y espíritu comunitario, los residentes tomaron una decisión hace años que transformó por completo su entorno: convertir una peligrosa avenida atestada de coches en una gran zona peatonal donde las familias pueden pasear y hacer vida con sus vecinos.

Este cambio radical, que llegó tras un grave accidente de tráfico, no sólo ha redefinido el uso del espacio público gracias a sus esfuerzos por mantenerlo (a nivel económico y logístico), sino que también ha mejorado significativamente la calidad de vida y la seguridad de sus habitantes. Y este es sólo un ejemplo de los muchos proyectos similares ya en marcha.

La transformación de la Avenida 34: historia de un esfuerzo colectivo

Antes de la pandemia por el COVID-19, la Avenida 34 de Queens era una arteria congestionada por el tráfico. Pero tras mucho trabajo y esfuerzo de los vecinos, ahora el tramo de más de 2 km de largo y las 26 manzanas (que el ayuntamiento rebautizó como ‘Paseo Park’) se han convertido en la joya de la corona del programa ‘Open Streets’ o ‘Calles abiertas’ de Nueva York.

En la Avenida 34, el tráfico, el humo y el ruido eran lo habitual. También los conflictos diarios, pues el propio director de una de las nueve escuelas de la zona tenía que ‘regular el tráfico’ todas las mañanas, para que los niños pudieran cruzar la calle de forma segura. La situación llegó a un punto crítico en 2019, cuando un niño de 12 años fue atropellado y gravemente herido, lo que impulsó a la comunidad a tomar medidas.

Así, la ex fiscal de Manhattan Nuala O'Doherty-Naranjo, presidenta de la asociación de padres y profesores de una escuela local, junto con otros vecinos, decidieron que era hora de actuar. Esa tragedia impulsó reuniones entre las escuelas, el departamento de policía, el Departamento de Transporte de los EEUU o DOT (que forma parte del Gabinete federal del Gobierno) y los residentes para instaurar restricciones al tráfico de vehículos durante ciertas horas.

Con la pandemia de COVID-19, los barrios obreros de inmigrantes del centro de Queens se habían convertido en el "epicentro del epicentro" del virus. Cerca de allí, el Elmhurst Hospital Center se convirtió en uno de los centros médicos más afectados del país. Pero el tráfico en la avenida disminuyó drásticamente, lo que abrió una ventana de oportunidad.

Aprovechando el momento, O'Doherty-Naranjo y otros residentes reclutaron a más de 100 voluntarios para instalar barricadas y bloquear el tráfico vehicular, transformando la avenida en una zona peatonal segura.

Hoy, el paso de vehículos está prohibido entre las 7 de la mañana y las 8 de la tarde todos los días del año, aunque los coches pueden seguir aparcando en todas las manzanas que no sean plazas. En cuanto a las manzanas situadas inmediatamente fuera de cada escuela están permanentemente libres de vehículos, una medida de seguridad cada vez más popular en todo el mundo.

Además, los residentes tienen un aire más limpio, calles más tranquilas y seguras, así como un espacio comunitario que necesitan desesperadamente. Y los accidentes de tráfico con peatones en la Avenida 34 han descendido un 61 %, según el Departamento de Transporte de la ciudad.

Pero no ha sido tarea fácil. El proyecto de la Avenida 34 ha estado plagado de desafíos, particularmente en términos de dinero, ya que la financiación de las calles abiertas puede ser difícil de conseguir. En toda la ciudad, los más de 130 km de este tipo de calles se redujeron a cerca de 32 entre 2020 y 2022.

El DOT sólo asigna 20.000 dólares al año (unos 18.300 euros al cambio) para la Avenida 34, que es sólo una fracción de los fondos necesarios, ya que la ‘Coalición de Calles Abiertas de la Avenida 34’, fundada por O'Doherty-Naranjo y el residente Jim Burke, calcula necesita al menos 50.000 dólares al año (45.713 euros) para funcionar con una programación decente, y el Ayuntamiento aún le debe 10.000 dólares (9.142 euros) del año pasado.

Este dinero se utiliza para pagar a instructores de actividades como yoga, arte y música, así como para embellecer la calle con jardines y arte público. A pesar de estas dificultades, la comunidad ha recaudado fondos adicionales y continúa trabajando para mantener este espacio público.

"Una autopista de niños, familias y vecinos”

Hasta ahora, “muchos de los lugares en los que la ciudad de Nueva York ha llevado a cabo este tipo de proyectos innovadores han sido barrios ricos”, explica Dawn Siff, directora de “Alliance for Paseo Park”, una organización sin ánimo de lucro que apoya el proyecto.

Otros proyectos similares, donde las calles peatonalizadas han revitalizado barrios enteros priorizando a los peatones y fomentando un entorno más seguro y saludable, se dan por ejemplo en la Ciudad de México o en París. Al otro lado del curso del East River, la ‘High Line’ de Manhattan es otro modelo a seguir para la Avenida 34.

El éxito de la Avenida 34 ha inspirado a los residentes y autoridades a soñar con más cambios a futuro: entre los planes más ambiciosos se encuentra la idea de extender la calle peatonal hasta el final de la avenida, cerca de Citi Field, e interconectar calles abiertas en toda la ciudad. También se está considerando la implementación de sistemas de mitigación de inundaciones y la creación de más espacios verdes.

Sin embargo, sigue habiendo mucho trabajo por delante, como la “crisis de los ciclomotores” que utilizan la avenida como atajo. El concejal Shekar Krishnan ha señalado la necesidad de “rediseñar la calle” de nuevo para evitar este problema y “crear vías seguras para estos vehículos”, muchos de los cuales son utilizados por repartidores.

La transformación de la Avenida 34 en un espacio peatonal que O'Doherty-Naranjo describe como “una autopista de niños, familias y vecinos”, ha tenido un impacto profundo en la calidad de vida de los residentes de Jackson Heights.

No sólo porque los accidentes y el ruido han disminuido notablemente desde que se peatonalizó, sino porque las calles de este barrio sin apenas zonas verdes y atestado de pequeños pisos se han convertido en un lugar donde las familias y los niños pueden disfrutar de actividades al aire libre de manera segura.

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