A partir del 1 de enero de 2021 serán obligatorias las pegatinas de ángulo muerto para los camiones y otros vehículos pesados en Francia. Nuestro país vecino ha aprobado una ley por la que los conjuntos de vehículos de más de 3,5 toneladas y todos los camiones tendrán que llevar estas señales, y su propósito no es otro que reducir la siniestralidad.
¿Una pegatina en un camión puede salvar vidas? Sí, desde luego. La finalidad de estas advertencias es hacer conscientes al resto de conductores de que hay puntos en los que el conductor del camión no puede verte.
La peligrosidad de los puntos ciegos
La señalización para los vehículos de transporte de mercancías y conjuntos de más de 3,5 toneladas que circulen por carreteras francesas pasará a ser obligatoria en 2021 como parte de la nueva modificación de la Ley de Circulación gala.
Estas nuevas pegatinas tendrán que situarse tanto en los puntos de los laterales como de la zona trasera, donde los conductores no pueden ver al resto de vehículos. Para aquellos vehículos que morfológicamente no puedan disponer de espacio para estos distintivos se permitirá una exención, como pueden ser las hormigoneras o portacoches.
Los conductores saben de sus puntos ciegos, pero el resto de conductores pueden pasarlo por alto. Estas pegatinas servirán para alertar al resto de conductores, motoristas y ciclistas de que pueden estar situados en un punto fuera del alcance visual del conductor del camión y, por lo tanto, expuestos a un riesgo bastante serio.
La Federación Nacional de Asociaciones de Transporte de España (FENADISMER) cifra en unos 100.000 los camiones españoles que pueden verse afectados por esta medida al circular de manera más o menos habitual por Francia. Por ello van a facilitar el acceso a estos distintivos en paquetes de seis unidades a un precio de 12,90 euros (sin IVA ni transporte).
Porque dejar espacio salva vidas
Además de la existencia de puntos ciegos hay otro factor importantísimo a la hora de relacionarnos en carretera con los vehículos voluminosos, pesados o ambas cosas a la vez: todo se magnifica.
Conducir un camión supone en números redondos multiplicar por 20 la masa de un turismo, pasando de un coche de 2.000 kg a un vehículo articulado de 40.000 kg de MMA para un tráiler. A esto hay que sumarle la dificultad añadida de ser articulado, un conjunto compuesto por una cabeza tractora y un semirremolque, o incluso dos remolques en el caso de los nuevos megacamiones de hasta 25,25 metros de largo y 60 toneladas, con los que ya estamos hablando de 30 veces la MMA de un coche.
Con esta premisa no es de extrañar que en carretera veamos a los camiones dejando márgenes de seguridad amplísimos. La distancia que necesita un tráiler cargado para detenerse desde 90 km/h es de aproximadamente 100 metros (sobre el papel y en el mejor de los casos). El problema es que hay muchas veces que el resto de conductores no permiten mantener esta distancia de seguridad, por ejemplo en la salida de una autovía adelantando a un camión y frenando justo delante suyo.
Los conductores de camiones tras el volante tienen que jugar con una anticipación descomunal, previendo el comportamiento de su vehículo en caso de emergencia y contemplando también el del resto de conductores, además de gestionar los posibles cambios de comportamiento en el caso de cargas un poco puñeteras como pueden ser por ejemplo las cisternas.
Con esto queremos decir que no sólo es una cuestión de puntos ciegos. Tanto situarse en los puntos de sombra de un camión como no dejarles el espacio suficiente para circular, maniobrar o detenerse con seguridad en caso de emergencia es vital.
Y decimos vital porque sí, un coche puede detenerse en menos espacio que un camión, y eso puede provocar un accidente en el que el turismo tiene todas las cartas de salir peor parado, porque recordemos que (siguiendo el ejemplo anterior) estamos hablando de un vehículo de 2.000 kg contra uno de 40.000 kg.
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