Esta es una de las costumbres más divertidas que se ha ido perdiendo con los años en la Fórmula 1. Es imposible echar un vistazo al pasado y no acordarse de los briefings en los que Ayrton Senna se enfrentaba a Jean-Marie Balestre, presidente de la FISA en aquella época.
¡Eso sí que era curioso! Mediante la grabación de esas reuniones los aficionados pueden ver a los pilotos comportándose tal y como son y sobre todo, hablando con libertad. Porque todos sabemos, que por muchas ruedas de prensa que den, siempre lo hacen con filtros.
La reunión que Chalie Whiting mantuvo con los pilotos antes del pasado Gran Premio de Japón en Suzuka ha salido a la luz. Y no os creáis que desde Liberty Media nos han querido ocultar información, sino ¡todo lo contrario! Han sacado a la luz en redes sociales todo lo que allí aconteció.
Y el protagonista de la primera pelea a la que hemos acudido tras años de silencio por parte de FIA y FOM, fue Romain Grosjean. El piloto de Haas no se cortó ni un pelo a la hora chivarse de los 'delitos' que sus compañeros de parrilla habían cometido en la última carrera en Singapur.
Lewis Hamilton fue el primero en tener que dar explicaciones. Grosjean consultó con cierta ironía a Whiting si estaba permitido quitarse los cinturones de seguridad una vez terminada la carrera para saludar al público. Si bien no mencionaba directamente al piloto de Mercedes, sus intenciones eran claras.
Tras la negativa del Director de Carrera , el francés continuó en su empeño de sacar a relucir un acto que, a su parecer, debía haber sido sancionado por los comisarios. De hecho, hasta Felipe Massa intervenía para dar su opinión, alegando que no es posible aflojar los cinturones como les proponían.
La situación se complicó a medida que Whitting mostraba su indiferencia hacia la situación y Grosjean comenzaba entonces a sacar más trapos sucios. Entonces, era el turno de Sebastian Vettel.
Tras abandonar tras el golpe con Stroll en Singapur el de Ferrari dejó su coche en la puzolana y se llevó consigo el volante en el Sauber de Pascal Wehrlein que hizo de chófer. Según el reglamento deportivo dicha acción tampoco estaría permitida puesto que los comisarios podrían necesitarlo para retirar el coche.
Su elevado coste y el hecho de que en ocasiones los volantes hayan desparecido en el camino de vuelta al box, fueron seguramente argumentos suficientes para que los de Maranello solicitasen al alemán que no lo abandonase. O para que él lo decidiese por si mismo.
Sin haber dejado a Grosjean satisfecho, pero sin ganas para continuar con el debate Whiting dio la polémica por terminada con dos instrucciones claras: los pilotos no pueden desabrocharse los cinturones peros sí aflojarlos y ningún piloto debería ser sancionado por llevarse el volante una vez terminada la carrera.
Habrá que ver si la organización sigue deleitándonos con estos momentos por mucho más tiempo. A esta evolución, le ponemos un diez.