Las mejoras de Aston Martin volvieron a ser humo. El equipo de Fernando Alonso ha dejado de ser un grande de la F1, y tal vez nunca lo fue

Alerón delantero, morro, cuerpo del fondo, bordes del fondo, esquinas del fondo, difusor, cubierta motor y suspensión trasera. Eran ocho las supuestas mejoras que Aston Martin incorporaba en el Gran Premio de la Emilia-Romaña, con las que soñaban con emular el gigantesco salto al frente que dio McLaren en Miami.

El resultado habla por sí mismo. En las 308 carreras en las que Fernando Alonso ha cruzado la línea de meta, nunca lo ha hecho en una posición más retrasada que lo que hizo en Imola. El asturiano fue decimonoveno, el último de los que acabaron, cosechando su peor resultado en sus 21 años de carrera.

"Aston Martin parece ir hacia atrás en vez de hacia delante"

"Aston Martin parece ir hacia atrás en vez de hacia delante. Alonso está bien, pero el coche no". Eran declaraciones de Flavio Briatore, manager y casi guía espiritual de Fernando Alonso desde el propio circuito de Imola. No es muy aventurado sugerir que si Briatore lo dice es que Alonso lo piensa, aunque el asturiano haya sido más polite en sus palabras.

Y es que si alguien esperaba que Aston Martin diese en Imola el mismo salto que dio McLaren en Miami, se ha vuelto a encontrar con la cruda realidad: el equipo de Alonso no solo no se ha acercado, sino que cada vez parece estar más lejos. Y, al menos en Imola, dio la sensación de que Racing Bulls se ha metido por delante.

"Parece que hayamos dado un paso hacia atrás. Muchas veces es mejor tener menos mejoras pero que funcionen bien", concluía Briatore. No van por ahí los tiros. McLaren añadió en Miami nueve mejoras, una más de las que ha llevado Aston Martin a Imola, y el resultado es evidente: Lando Norris ganó en Miami y se quedó a menos de un segundo de hacerlo en Imola.

El problema parece otro: Aston Martin no es aún un equipo grande de la Fórmula 1, tan solo es un equipo pequeño que tuvo la fortuna de acertar con el coche de 2023. Los petrodólares de Aramco, los podios de Alonso y el glamour de Aston Martin nos hicieron creer que el equipo que no hace tanto se llamaba Racing Point ya estaba para codearse con Ferrari y compañía.

La realidad es que Aston Martin hace un año parecía tener el segundo mejor coche de la parrilla y ahora, como mucho, tiene el sexto. El espíritu de involución se vive en esta misma temporada. A principios de año al menos el Aston Martin volaba a una vuelta, lo que hubiese dado esperanzas para circuitos como Imola o Mónaco. Ahora es un milagro meterlo en Q3.

Los dos puntos de Lance Stroll, que al final logró ser noveno, dan algo de esperanza. El problema es que se suponía que Aston Martin no estaba para celebrar ser el primero del resto, sino para ser uno más de la élite de la Fórmula 1.

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