Con todos los equipos pensando ya en 2015, es obvio que el rendimiento de los monoplazas no va a mejorar en estas últimas pruebas del año. Si a ello sumamos que las unidades de potencia ha llegado la mayoría al límite de su vida útil, el bajón de rendimiento de algunas escuderías está siendo más que evidente. Entre ellas podemos colocar a Ferrari y el F14 T de Fernando Alonso.
Tras estar durante todos los entrenamientos libres conservando la mecánica y no dando más vueltas más que las totalmente imprescindibles, el conato de incendio ayer durante la segunda sesión del viernes ya daba una señal de aviso. De todas formas se salía a clasificación con el objetivo de terminar por delante de los McLaren y apuntalar, a falta de la cita con puntuación doble, la cuarta posición para Ferrari entre los constructores.
El susto inicial se lo llevaba el propio Alonso al comprobar que salía a Q1 con la batería descargada del KERS y se lo recriminaba abiertamente al equipo a través de la radio. Posteriormente el asturiano daba el máximo posible y aun así no podía evitar terminar por detrás de los dos McLaren y Vettel y con Daniel Ricciardo justo detrás. Será difícil aguantar al australiano tras ver el pobre rendimiento del motor del F14 T, pero desde luego la lluvia puede convertirse en la única aliada. Lo que queda claro viendo las imágenes es que el trato cordial entre piloto y escudería está llegando a su fin.