El futuro de la movilidad tiene muchos frente abiertos, aunque el protagonista principal es el electrón. Todos los esfuerzos que se están realizando, los desarrollos que se completan y los objetivos marcados apuntan, todos, hacia la electricidad. El transporte del mañana estará animado por electricidad, de eso parece no haber duda aunque la forma de obtener esa electricidad tendrá diferentes opciones. Por el momento, la enorme mayoría de los vehículos eléctricos requieren de una toma de corriente para obtener esa electricidad para funcionar, pero hay quien apunta por otra opción que resulta más interesante por alcance de uso y por tiempo de reabastecimiento: el hidrógeno.
Bueno, en realidad el hidrógeno no hace mucho por sí solo, hablamos más concretamente de la pila de hidrógeno, un modo de propulsión que mediante una serie de reacciones electroquímicas gracias a este gas, produce electricidad. Además, es una energía especialmente limpia, sin apenas contaminación. Su repostaje es tan rápido como con combustibles tradicionales y el alcance de uso es bastante mayor que en el caso de los vehículos eléctricos normales. Tiene sus inconvenientes, como una obtención complicada y contaminante, así como un almacenamiento delicado pues se trata de un gas muy reactivo y altamente inflamable.
Europa, Japón y Estados Unidos apuestan por la pila de combustible
El gasto en investigación y desarrollo de nuevas formas de movilidad está siendo muy elevado. La industria del automóvil vuelve a demostrar su capacidad de innovación, creando diferentes soluciones que permitan reducir la excesiva contaminación que estamos sufriendo pero, por desgracia, se requiere de ayuda y apoyo de terceras partes. En ocasiones, esa ayuda llega desde empresas energéticas y otras desde gobiernos, aunque no siempre son suficientes para obtener resultados tempranos y aprovechables. No obstante, es posible que la situación de la pila de hidrógeno cambie en próximos años tras la última reunión del G20 sobre Transiciones de Energía y Medio Ambiente celebrada en Tokio.
Los diferentes ministerios y departamentos responsables de industria y energía de Europa, Estados Unidos y Japón, han mostrado interés en el desarrollo de un acuerdo de cooperación para el estudio y evaluación del potencial del hidrógeno en todos los sectores, así como la aplicación de tecnologías, armonización de regulaciones, códigos y normas, intercambio de información e investigación y desarrollo en torno a esta tecnología. Se tiene entre los objetivos presentar el hidrógeno como alternativa real, anunciando una reducción del 30% en el coste de obtención de este gas mediante energía renovable para el año 2030.
El principal problema actual, además de una infraestructura deficiente (hay cerca de 369 estaciones de hidrógeno en todo el mundo), es la obtención del gas, mayoritariamente a través de combustibles fósiles. Un proceso que, según estudios, es el responsable de unas emisiones anuales equivalentes a las de Reino Unido e Indonesia juntos.
Hidrógeno a partir del aire
Sin embargo los diferentes proyectos abiertos entre distintos actores está permitiendo significativos avances en la materia. Y es aquí donde Toyota entra en escena en colaboración con DIFFER, el instituto de investigación energética fundamental holandés. Por todos es sabido la apuesta por la electrificación llevada a cabo por la compañía nipona, así como el lanzamiento del Toyota Mirai, el vehículo animado por pila de combustible que podría llegar a nuestras carreteras a lo largo de este año o el siguiente, pero no todo el mundo conoce el proyecto presentado en 2015 bajo el nombre de ‘Desafío Medioambiental 2050’.
A través de dicho proyecto se busca reducir el impacto negativo de los gases de efecto invernadero en la atmósfera y conseguir una sociedad ‘en armonía’ con la naturaleza. Y dentro de los logros que se están consiguiendo, hay uno muy llamativo y que puede ser la solución para reducir las emisiones en la obtención de hidrógeno. Toyota Motor Europe (TME) y DIFFER trabajan en un proceso mediante el que obtener hidrógeno del aire. Explicado de forma sencilla, se trata de un proceso que tomaría vapor de agua y lo separaría en hidrógeno y oxígeno usando energía solar.
Según parece, trabajar con agua en estado gaseoso y no líquido, presenta mayores ventajas. Así lo confirma Mihalis Tsampas, responsable del grupo de Procesos Catalíticos y Electroquímicos DIFFER: “los líquidos presentan ciertos problemas técnicos, como la formación no deseada de burbujas. Además, al utilizar agua en estado gaseoso y no en estado líquido, no necesitamos instalaciones costosas para purificar el agua. Y, por último, puesto que sólo utilizamos el agua presente en el aire que nos rodea, muestra tecnología también es aplicable a lugares remotos donde no hay agua disponible”.
Sólo emiten vapor de agua
Emplear hidrógeno como combustible para transporte tiene bastante ventajas. Una de ellas es que el hidrógeno es el elemento más abundante en el universo así que las reservas son inagotables. Por otro lado, las emisiones son totalmente inocuas para el medio ambiente al ser exclusivamente vapor de agua y su repostaje es tan rápido como un combustible convencional. El principal inconveniente del hidrógeno es que no existe en estado puro y requiere de grandes cantidades de energía para su obtención, procedentes en su mayoría y como hemos dicho anteriormente, de la quema de combustibles fósiles que emite enormes cantidades de CO2.
Por eso, esta propuesta de Toyota y DIFFER podría ser un punto de inflexión, permitiendo obtener hidrógeno de forma limpia mediante energías renovables, en este caso, energía solar. Esto, a su vez, daría la posibilidad de aprovechar los momentos de máxima producción para crear reservas y usarlas cuando no se pueda conseguir de otra forma.
Imágenes | Toyota