Vamos por la carretera a 100 kilómetros por hora, de repente vemos un obstáculo en la calzada, tenemos un problema y para que la historia acabe bien, los factores que influyen son muchos y variados.
Por una parte todo lo que tiene que ver con el factor humano y la vía, como el tiempo de reacción, que depende sobre todo del estado del conductor, y el entorno, la visibilidad, las climatología y la calzada. Por otro lado, el estado del vehículo, y aquí hablaríamos de los sistemas de frenos, suspensión, dirección, y por supuesto de los neumáticos, porque hay una cosa clara: el elemento que va a transmitir la voluntad del conductor a la carretera, no son otros que las ruedas. Siempre se tiende a pensar en las distancias, tanto de frenada como de seguridad, cuando se habla de circulación en carretera, pero no se pueden pasar por alto las distancias de frenada en ciudad. Frenar a tiempo en vias urbanas supone en un atropello, la diferencia de que un peatón resulte herido leve o incluso pueda llegar a perder la vida.
Existen dos circunstancias muy fáciles de comprender que se deben dar para que un vehículo sea controlable. La primera es que las ruedas estén siempre en contacto con la calzada, y la segunda que estas estén rodando y no deslizándose.
Ruedas “pegadas al suelo”
La suspensión del vehículo contribuye a mejorar el confort de los ocupantes, pero cuando hablamos de seguridad, aparte de mantener la estabilidad, la suspensión de un coche trabaja precisamente para eso, para que las ruedas estén siempre en contacto con el suelo, es obvio que unas ruedas que no tocan el suelo no pueden guiarlo.
En caso de circular con una suspensión en mal estado, la distancia de frenada aumentaría y se perdería estabilidad en curvas.
En una suspensión tradicional básicamente los muelles helicoidales ejercen una presión para pegar la rueda al suelo y los amortiguadores hacen que las oscilaciones debidas a las irregularidades del terreno se suavicen y no se trasmitan a la carrocería, lo que comprometería la estabilidad.
Pues bien, el mejor sistema de suspensión no será efectivo con unas ruedas deshinchadas, sin presión o sencillamente en mal estado, ya que si el contacto es defectuoso la respuesta de nuestro coche también lo será.
Cuando los amortiguadores están gastados el neumático va a rebotar en la carretera, a medida que pasa el tiempo se produce un desgaste irregular en la banda de rodadura, estas irregularidades se pueden notar fácilmente pasando la palma de la mano por la banda de rodadura de nuestras ruedas.
Un estudio realizado por Gabinete de Estudios para la Seguridad del Automóvil de los Fabricantes de Amortiguadores (GESAFA), deja patente la influencia del estado de los amortiguadores en la distancia de frenada.
Se realizaron pruebas sobre un vehículo con 65.000 km, sobre asfalto liso y a una velocidad de 100 km/h. En esas circunstancias, cuando se accionaba el freno se recorrían 42,1 metros hasta que el coche se detenía, sin embargo, cuando el vehículo montaba amortiguadores nuevos lo hacia en 40,55 metros, es decir un metro y medio menos.
Sobre asfalto rugoso, tanto la distancia de frenada como la diferencia en la distancia recorrida entre el coche con amortiguadores nuevos y el que montaba usados, eran mayores. Con los amortiguadores nuevos se frenaba en 44,2 metros y con los usados 46,7 metros.
Ruedas rodando
Antes de la llegada del sistema antibloqueo de frenos (ABS), cuando el conductor pisaba el pedal de freno a tope y bloqueaba las ruedas los coches se deslizaban por la calzada y por mucho que se quisiera modificar la trayectoria girando el volante el coche no respondía y seguía en línea recta hasta que chocaba o salía de la vía.
El sistema ABS, permite el control del vehículo, ya que las ruedas no se bloquean, es decir, siguen girando y gracias a ello permiten que el conductor se pueda hacer con la dirección. Todos los sistemas que han venido después trabajan bajo el mismo principio, el sistema ESP, o Sistema de Control de Estabilidad, actúa frenando las ruedas necesarias en cada momento para mantener la estabilidad del coche.
Cuando se trata de evitar un obstáculo, el conductor además de reducir la velocidad, va a girar el volante, en caso de que lo haga hacia la izquierda el ESP frenaría la rueda trasera izquierda. para ayudar al conductor con el giro. Una vez evitado el obstáculo, y para evitar que el vehículo se nos vaya de atrás, el ESP frenará la rueda delantera izquierda para mantener la trayectoria.
Pero al igual que ocurría con el ABS, el estado de los neumáticos para conseguir el éxito en una maniobra resulta fundamental. La coordinación entre fabricantes de neumáticos y de sistemas de seguridad se hace imprescindible y en este sentido, Continental aporta su experiencia global en tecnologías clave para lograr una seguridad vial más efectiva, algo esencial para conseguir el gran objetivo: VisionZero.
Hay que tener en cuenta que el periodo de tiempo en que actúan estos sistemas en estas circunstancias es de segundos. Aumentar las distancias recorridas por causa de unos neumáticos en mal estado pueden dar lugar a que, a pesar de que el sistema funcione perfectamente se produzca el accidente, y se ha producido por unos neumáticos en mal estado.
Ayudas en la frenada
El Asistente de frenada o como se conoce por sus siglas en inglés BAS (Brake Asssitance System) es un dispositivo que funciona en combinación con otros sistemas como el ABS y el ESP. Este sistema interpreta cuando el conductor quiere realizar una frenada de emergencia, esto lo hace porque detecta lo “rápido” que levantamos el pie del acelerador y “lo fuerte” que pisamos el pedal del freno. Cuando se detecta esto, el sistema actúa aumentando la presión que se ejerce en el pedal, ayudando al conductor.
El BAS se introdujo en el año 1994 En España, según la Fundación Instituto Tecnológico para la Seguridad del Automóvil la frenada automática de emergencia, en sus distintas versiones, podría salvar 200 vidas al año si lo incluyera todo el parque automovilístico.
El sistema de frenada automática de emergencia está disponible como equipamiento de serie u opcional en 1 de cada 3 vehículos matriculados en España, según el Barómetro de Seguridad Vial y Medio Ambiente Anfac.
Adaptarse a cada situación
Versatilidad, esa es una de las características de un buen coche y de un buen conductor. No siempre el entorno y las situaciones son las mismas. La versatilidad es la que hace que coche y conductor se adapten a los cambios y puedan dar la mejor respuesta en cada caso.
Hay aspectos como la carga del vehículo que influyen de forma decisiva en la distancia de frenada, se necesita más espacio para detener 1.500 kilos que 1.000. Las leyes de la física mandan, y la inercia de un cuerpo que se mueve a una velocidad es la que es. ¿Pero no se puede hacer algo…?.
Sí, si echamos un vistazo a la presión recomendada por el fabricante, cuando el vehículo va cargado debemos aumentar la presión. La razón es sencilla, con el coche cargado, el neumático va a ejercer más presión por los extremos del neumático y la parte central puede perder el contacto con la calzada. Por ese motivo, al aumentar la presión conseguiremos que el contacto del neumático con la calzada sea total.
Otro aspecto al que debe adaptarse el conductor es al tipo de firme, y especialmente cuando este está mojado, en ese caso el agarre del neumático es menor, sencillamente porque existe una película de agua entre la rueda y el suelo que si no es evacuada correctamente mediante el dibujo del neumático puede llegar a producir el efecto “aquaplaning”.
En definitiva, teniendo en cuenta que los accidentes por “no pararse a tiempo” son muy numerosos, no cabe duda que la prevención por parte del conductor es fundamental, pero además, tener los neumáticos a punto nos puede evitar el accidente, sobre todo cuando este depende de la distancia que tardamos en detenernos.
Imágenes:IStock, CONTINENTAL, Agustín Galdón