Mientras el Tesla Roadster continúa su periplo por el espacio en las entrañas del Falcon Heavy, no podemos evitar acordarnos de otros coches espaciales que ya han pasado a la historia en nombre en nombre de la ciencia. Sí, el primer modelo de la marca de Elon Musk no ha sido el primer eléctrico en "misión espacial"...
No han sido protagonistas en fotos de miles de tuits y post en Instagram, pero los vehículos espaciales desarrollados por la NASA tuvieron su origen en la década de la 70 y han aportado mucho a la ciencia y la carrera espacial. Desde el Rover Lunar hasta el Vehículo de Exploración Espacial, sin ellos el Tesla Roadster jamás habría puesto rumbo a Marte.
LRV, el primer coche eléctrico de misión en el espacio
Corría el año 1971 cuando el primer automóvil de propulsión eléctrica era lanzado al espacio. Se trataba del LRV, acrónimo de las siglas Lunar Roving Vehicle y había sido desarrollado por la NASA en colaboración con Boeing. Su destino era nuestro satélite más cercano y había sido concebido para facilitar las tareas de exploración de los astronautas.
Fue la tripulación del Apollo 15 quien tuvo el honor de estrenarlo, siendo los astronautas David Scott y Jim Irwin los primeros en ponerse a sus mandos y conducir sobre la superficie de la Luna. Casi nada.
Del LRV se construyeron un total de 11 unidades, de las cuales únicamente tres fueron destinadas a misiones espaciales. Una de ellas fue utilizada para cubrir repuestos de los Rover que viajaron más allá de la Tierra, mientras que los siete restantes se utilizaron para pruebas y entrenamiento.
Conociendo la luna y un récord de velocidad
A diferencia del Tesla Roadster, que no pisará suelo marciano, el LRV sí puede enorgullecerse de haber sido de utilidad en misiones espaciales. En concreto, las tres últimas exploraciones que se realizaron sobre la Luna. El Rover Lunar permitió a los astronautas del Apollo 15 cubrir más terreno y recolectar muchas más muestras en comparación a los del Apollo 11.
Si bien el radio de acción del LRV se limitó a una extensión de unos 9,6 km, que equivalía al terreno que se había podido explorar con seguridad, los astronautas pudieron recoger muestras geológicas mucho más interesantes y numerosas en comparación a las que hubieran podido acceder yendo a pie.
El LRV recorrió entre 11 y 21 km por trayecto y a sus mandos se pusieron los miembros de la tripulacion del Apollo 15 durante los tres días que estuvieron en la superficie lunar. El avance fue notable si lo comparamos con la distancia acometida en la misión del Apollo 11: sus astronautas sólo cubrieron dos tercios de milla a pie.
El primer coche espacial también tuvo tiempo de batir un récord de velocidad que aún no ha sido superado: alcanzar los 18,02 km/h sobre la irregular faz de la luna. Marca conseguida en 1972 con el astronauta Gene Cernan a sus mandos.
Si el Rover Lunar se hubiera lanzado hoy en día...
En aquellos años, la comunicación globalizada brillaba por su ausencia, pero de existir las redes sociales, estamos seguros que la hazaña de Scott e Irwin sobre la superficie lunar habría sido seguida con avidez por el público como ocurrió con el lanzamiento del Falcon Heavy.
De hecho, la misión Apollo 15 le sirvió a la agencia aeroespacial a recuperar mucho del interés perdido por el público en las operaciones espaciales. A una zona de aterrizaje más atractiva, se le unieron un aumento de las retransmisiones televisivas y, por supuesto, el LRV, que abría una puerta hasta ahora inédita en los trabajos de exploración por la superficie lunar.
El Rover Lunar vs el Tesla Roadster
Bien es cierto, que poco tiene que ver el LRV con el Tesla Roadster: ambos coinciden en sus cuatro ruedas, pero poco más. No obstante, al ponerlos frente a frente nos damos cuenta de que podrían haberse conseguido misiones aún más exitosas con la tecnología actual.
Empecemos por la autonomía. El LRV gozaba de unos comedidos 91,7 km de rango y sus baterías no se podían cargar: una vez se agotaban, era necesario sustituirlas por otras. Nada que ver con el Tesla Roadster, con sus 360 km de autonomía y, por supuesto, recargables.
En velocidad máxima también están a años luz el uno del otro. Mientras que el Rover Lunar alcanzaba unos comedidos 18,02 km/h (los mismos que el récord conseguido por Cernan) el biplaza descapotable de Elon Musk supera los 200 km/h. No es que la superficie de Marte premita tales velocidades, pero quizá una punta más elevada habría ayudado en las exploraciones.
Terminamos con el precio. Cada uno de los once Rover que construyó la NASA costó la friolera de 3,5 millones de dólares, siendo la inversión en el proyecto completo de 38 millones (unos 2,8 y 31 millones de euros respectivamente). Por su parte, cada Tesla Roadster ronda los 160.000 euros.
Desde luego, la empresa espacial en la que se ha embarcado Musk puede ser más barata si incluye coches de exploración como el primer buggy espacial. Aunque también puede aceptar la sugerencia de Partisan Motors y llevarse varias unidades del One Mars Edition.
El legado del LRV: los rover marcianos
El Rover Lunar abrió una nueva puerta a la exploración espacial y fue el germen de la utilización de vehículos para investigación en terrenos interplanetarios, en concreto, Marte.
Siguiendo su estela llegaron los Rover marcianos que, a diferencia del LRV, no fueron concebidos para ser conducidos por el ser humano. ¿Sus nombres? Spirit, Opportunity y Curiosity.
El Spirit, a medio camino entre un robot y un coche teledirigido, era completamente autónomo y estuvo en activo investigando el planeta rojo desde 2004 a 2010. Su principal logro es la confirmación de la existencia de agua en Marte: desde la evidencia de antiguos manantiales en ebullición y pozos de agua dulce hasta confirmar un ciclo de agua activo.
También lanzado en 2004, su gemelo, el Opportunity, lleva trece años explorando Marte, aunque en un principio su misión se había fijado en 90 días, y ha realizado labores de investigación en paralelo al Spirit con la existencia de agua en Marte también como objeto de estudio.
La evolución de ambos la encontramos en el Curiosity, conocido internamente como Mars Science Laboratory (MSL). Como su nombre indica, es todo un laboratorio con ruedas, siendo su tamaño dos veces mayor al de sus hermanos. En su fisonomía incorpora instrumentos de medición y exploración más avanzados y está programado para recoger numerosas muestras del rocoso suelo marciano. Aterrizó con éxito en Marte en agosto de 2012 y sigue también en activo.
SEV, el sucesor del Rover Lunar
Si bien los tres Rover marcianos están más cerca de un robot que de un vehículo, el SEV es quien ha tomado el relevo del LRV, aunque a diferencia de éste, aún no ha pisado suelo espacial.
El Space Exploration Vehicle, SEV o Vehículo de Exploración Espacial, dispone de una cabina presurizada y da cabida a dos ocupantes. Más que un coche, es una especie de autocaravana espacial, que cuenta con comodidades como camas, duchas o sanitarios. Proyectado como un vehículo lanzadera para misiones de exploración, permitirá a los astronautas travesías de dos semanas y la posibilidad de cubrir unos 200 km.
La cabina va montada sobre un chasis conformado por doce ruedas, las cuales pueden girar 360º. Alcanza una velocidad de unos 10 km/h y es capaz de acometer pendientes de hasta 40º de inclinación.
Sin duda, el SEV sería el vehículo ideal para explorar Marte con un equipo humano, si Musk no está trabajando en un vehículo de similares características para su futura exploración a Marte, ya puede ponerse las pilas.