Para los que, como yo, nos criamos viendo cada mañana furgones Citroën Type H haciendo la ruta de reparto, Citroën representa mucho más que esa marca de coches francesa, prima de Peugeot desde los 70, que lleva electrónica hasta en los pespuntes de las tapicerías (no, pero casi). Para nosotros Citroën es un referente histórico.
Y sí, vanguardistas lo han sido siempre en la casa fundada por André Citroën. Basta como ejemplo echarle un ojo al mítico Citroën DS desde su lanzamiento en 1955 --y todo lo que vendría después--, pero lo que quizá no todo el mundo conozca son los otros Citroën, aquellos otros vehículos con los que la marca, en su momento, quiso despuntar del resto. Entre ellos figuran desde autocares hasta un monoplaza o un helicóptero.
En efecto, entre ellos está el Citroën RE-210 que vemos arriba. Se trata de un helicóptero biplaza del que cuesta encontrar más referencias que las de haber volado por primera vez en 1975 y formar parte en la actualidad del Centro de Conservación Citroën, en Aulney-sous-Bois, muy cerca de París.
Más espectacular, si cabe, resulta el Citroën MEP X27, un monoplaza del que se fabricaron 80 unidades que estuvieron corriendo en circuitos hasta 1975. Tenía una masa de sólo 392 kg y un conjunto motor/caja de velocidades adaptado a partir del que montaba el clásico superventas Citroën GS.
Capaz de alcanzar los 200 km/h, el MEP X27 fue heredero del Citroën MEP X1. Y de hecho, aquel primer monoplaza lo debe la marca del doble chevrón a Maurice Emile Pezous, concesionario de Citroën en Albi (una pequeña población que hoy queda a una hora de camino de Toulouse), que en 1965 decidió diseñar su propio coche de carreras.
Retrocediendo un poco más en el tiempo, tenemos los autocares que fabricó Citroën desde sus inicios como marca y hasta la década de los 60. La Société Anonyme des Transports Citroën, creada en 1931, se compuso de más de 150 líneas de transporte público nutridas con los vehículos que construían en París.
Y como parte de aquel legado ha llegado a nuestros días el Citroën U23. Carrozado en 1947 por Besset, a quien se considera como padre de los autocares modernos en Francia y que colaboró tanto con Citroën como con Renault, el U23 era un autobús que tomaba el motor de 11 CV del Citroën Traction Avant para transportar 20 pasajeros sentados y 8 de pie.
Hablando de derivados, y para acabar con este repaso a los Citroën menos conocidos, durante la Segunda Guerra Mundial, con una producción automovilística muy mermada por las circunstancias, Citroën desarrolló en su centro de pruebas de La Ferté-Vidame el Type J, un tractor que montaba un motor de 7 CV con tracción a las cuatro ruedas. Como anticipo, la marca ya había producido pequeños tractores agrícolas derivados del Citroën Type A, el primer automóvil fabricado en serie por Citroën.