En un momento en el que, salvo excepciones y modelos exclusivos, los coches cada vez se parecen más unos a otros, no está mal echar la vista atrás y recordar que hace no tantos años había marcas como Citroën que apostaban muy, muy fuerte por ser diferentes.
Diferentes en tecnología y, por supuesto, en diseño. La marca francesa arriesgaba con unas carrocerías muy estilizadas y aerodinámicas mientras que sus competidores eran muchísimo más cuadradotes. Por dentro más innovación, para bien o para mal, con unos cuadros de instrumentos muy peculiares, volantes de un único brazo o curiosas y a veces complicadas piñas de mandos tras el volante.
La marca de los dos chevrones además creía firmemente en los motores bóxer de cilindros opuestos y su bajo centro de gravedad. El GS, competidor directo de coches como el Renault 12, el SEAT 124 o el SIMCA 1200, contaba con este tipo de propulsor y también con el famoso sistema de suspensión hidroneumática capaz de hacer cosas como las que se muestran en este anuncio:
También permitía elevar la altura del vehículo para afrontar pasos complicados, aunque en este otro anuncio (en este caso del GSA) nos lo vendan de una forma un tanto equívoca:
Esta suspensión era autonivelante, otra de las grandes ventajas de este sistema ya extinto:
Y, claro, permitía gozar de un confort de marcha impresionante, tanto que se decía que parecía que ibas en una alfombra voladora... y con este anuncio se tomaron la expresión demasiado a pecho: