El Citroën 2CV se diseñó como un coche para agricultores "capaz de llevar dos campesinos y 50 kilos de patatas". Fabricado en Vigo, vendió más de 5 millones en el mundo
Citroën

El Citroën 2CV se diseñó como un coche para agricultores "capaz de llevar dos campesinos y 50 kilos de patatas". Fabricado en Vigo, vendió más de 5 millones en el mundo

El Citroën 2CV es, sin duda, uno de los coches más emblemáticos en la historia del automóvil. Nacido con la misión de motorizar a la población rural tras la Segunda Guerra Mundial, este vehículo sencillo y polivalente que empezó despertando mucha polémica por su diseño, acabó convirtiéndose en un símbolo de libertad y un estilo de vida.

Con más de cuatro décadas en producción (de 1948 a 1990) y más de cinco millones de unidades vendidas en todo el mundo, el 2CV dejó una huella imborrable en la sociedad y la industria automovilística, especialmente en España. También llegó a la televisión y a la gran pantalla, convirtiéndose en co-protagonista de algunas películas inolvidables.

Los inicios del Citroën 2CV: un coche pensado y desarrollado para el campo

El Citroën 2CV debutó en el Salón del Automóvil de París en 1948 eclipsando al resto de novedades y sorprendiendo al público por su planteamiento y su estética peculiar, que para muchos fue objeto de burla. Sin duda fue una apuesta arriesgada del director general de la marca entonces, Pierre Boulanger, que lo definió como “el coche del futuro”. Y tenía razón.

Este pequeño coche revolucionario para su época, fue el primer lanzamiento de la marca después de la IIGM, pero llevaba en desarrollo más de una década. Para ajustarse a lo que Boulanger tenía en mente, se probaron todo tipo de materiales ligeros (como el aluminio o el magnesio), diseños y configuraciones posibles recurriendo a las tecnologías más avanzadas.

Además se introdujeron innovaciones como un avanzado sistema de suspensión y un eficiente motor bóxer de dos cilindros refrigerado por aire. Aunque en este sentido, se hicieron cambios en el proyecto hasta el último minuto antes de levantar la lona, literalmente: ninguna de las tres unidades expuestas en el Salón llevaba motor, por un cambio técnico de última hora.

Pero para ir a los inicios de la historia del Citroën 2CV hay que retroceder hasta 1935, cuando Pierre Boulanger, entonces director de la ‘Oficina de Estudios de Citroën’, tuvo una revelación mientras pasaba un fin de semana en el campo.

Viendo lo trabajosa que resultaba la labor de los agricultores para recolectar y llevar sus productos al mercado en sus carros tirados por animales, quiso crear un vehículo asequible que les facilitase la vida.

Esta idea dio lugar al proyecto TPV (Très Petite Voitureo “coche muy pequeño” en francés), un vehículo pensado para motorizar a los campesinos y facilitar sus desplazamientos por los complicados caminos que conectaban las zonas rurales con la ciudad. Esto supondría más ventas tanto para Citroën como para Michelin, que era el primer accionista de la compañía.

Un diseño de “cuatro ruedas debajo de un paraguas” que arrasó: hasta tres años de lista de espera para comprar un Citroën 2CV

2 CV

El pliego de condiciones para el 2CV era muy claro: este coche con un diseño sencillo debía “ser capaz de transportar una cesta de huevos a través de un campo sin romper ninguno” además de 50 kg de mercancías, “consumir menos de 3 l/100 km”, y tener un coste de mantenimiento mínimo. Además, tenía que ser fácil de conducir por alguien sin experiencia al volante y equipar la joya de la corona de la marca: la tracción delantera.

En su debut oficial en el Salón del Automóvil de París del 1948 la prensa especializada y la crítica no fue demasiado indulgente con el Citroën 2CV. Hubo comentarios para todos los gustos acerca de su diseño inusual, similar al de “cuatro ruedas debajo de un paraguas”, pensado más en la funcionalidad que en la estética. Lo calificaron de “horrible”, “raro” o “espantoso” a “divertido” o “único”.

2 CV

Sin embargo, el 2CV demostró rápidamente su valía. A pesar de las críticas iniciales, el modelo se convirtió en un éxito rotundo en sus primeros meses en el mercado: las listas de espera llegaban a los tres años. Parte de este éxito lo tuvo la que fue ‘su misteriosa’ mecánica en el momento de su debut.

Se esperaba que la mécanica del 2 CV fuera la misma que la de su primer prototipo: el peculiar “Cíclope” (llamado así porque tenía un solo faro), que contaba con una carrocería inspirada en la aviación ondulada y fabricada con una aleación de aluminio, unos asientos de tipo hamaca colgados del techo mediante cables, y un motor de dos cilindros bóxer de 375 cc refrigerado por agua.

Ciclope
"Cíclope", el primer prototipo del 2 CV

Pero el 2 CV finalmente equipaba un motor de 375 cc refrigerado por aire, con transmisión de 4 velocidades y 9 CV de potencia. A pesar de estar dirigido a un público de bajos recursos, este pequeño Citroën, en el que no se escatimó el presupuesto de la compañía ni el esfuerzo de los ingenieros, pronto se transformó en un mito del diseño y un símbolo de una generación que valoraba la sencillez y la eficiencia.

Y es que el Citroën 2CV no solo destacó por su carácter utilitario, sino también por su capacidad para adaptarse a las necesidades y los gustos cambiantes de sus usuarios, así como para ir adoptando los avances tecnológicos que surgían en la industria.

Además, se ganó al público por su versatilidad: su tracción delantera y su ligereza lo hacían perfecto tanto para la ciudad como para los caminos rurales, consumía poco y era barato de mantener.

El Citroën 2CV y su impacto en España

Furgoneta 2cv

El éxito del 2CV trascendió fronteras y, en 1958, la fábrica de Citroën en Vigo comenzó a producir el modelo, inicialmente en su versión furgoneta. Este paso fue crucial para la industria automotriz en España, donde el 2CV se convirtió en uno de los vehículos más populares durante décadas.

Su presencia se extendió a numerosos sectores, siendo utilizado por organismos como Correos, la Guardia Civil y la Compañía Telefónica Nacional. El Citroën 2CV no solo motorizó a una generación de españoles, sino que también contribuyó al desarrollo económico del país.

La producción en la planta de Vigo generó empleo y fomentó el crecimiento de la industria automotriz en la región, convirtiendo al 2CV en una pieza clave de la historia industrial española. A lo largo de sus 42 años de vida comercial, el Citroën 2CV se mantuvo fiel a su diseño original, con solo pequeñas modificaciones estéticas y mejoras técnicas. 

A partir de los años 60, la paleta de colores del 2CV se amplió, y surgieron versiones especiales como el Charleston, el Sáhara o el Cocorico, que añadieron un toque de estilo a este clásico vehículo.

El 2CV también se aventuró más allá de las carreteras convencionales. Gracias a sus excepcionales capacidades "off-road", fue el vehículo elegido para expediciones como el París-Kabul-París de 1970 y el Raid África de 1973. Asimismo, el 2CV se mantuvo activo en el mundo de la competición, destacándose en campeonatos como el 2CV Cross, que sigue disputándose.

Sin embargo, con el tiempo, las regulaciones ambientales y de seguridad, junto con la competencia de vehículos más modernos, pusieron fin a su producción. El último Citroën 2CV salió de la línea de montaje en 1990, en la fábrica de Mangualde, Portugal.

Más que un coche, un estilo de vida que marcó una época

2 CV

El Citroën 2CV no es solo un coche, es un símbolo de una era. Su diseño sencillo pero efectivo, su capacidad para adaptarse a las necesidades de sus usuarios y su papel fundamental en la motorización de Europa y España lo han convertido en un verdadero mito del automóvil. 

Más que un simple vehículo, el 2CV representa una forma de vida, una libertad que muchas personas encontraron tras su volante. En este sentido, su aparición cinematográfica más conocida en España está protagonizada por Gracita Morales en “Sor Citroën”, acompañada por Rafaela Aparicio, José Luis López Vázquez y Juanjo Menéndez. 

Anunciada con el lema ‘A Dios rogando y con el acelerador aprentando’, la película cuenta la historia de la inconformista novicia Gracita que decide recorrer España en un viejo 2CV para llevar ‘la luz’ donde haga falta. Algunas de las peripecias sufridas por el coche fueron reales, pues entonces Gracita era una conductora novata.

Gracita

Pero el Citroën 2CV también forma parte de los paisajes urbanos y rurales de muchas películas y series francesas. Por ejemplo, Louis de Funes en su serie ‘El gendarme’ protagoniza aventuras divertidas y persecuciones en muchos 2CV. También aparece en 'Traffic' de Jacques Tati, donde satiriza el mundo del tráfico y los conductores.

En cuanto a la industria automotriz española, su producción en la fábrica de Vigo marcó el inicio de una nueva era de desarrollo y crecimiento. Hoy en día, el Citroën 2CV sigue siendo un icono cultural, presente en películas, arte y la memoria colectiva de varias generaciones. Un coche que, con su silueta redondeada y su espíritu aventurero, ha logrado trascender el tiempo y las modas para convertirse en un verdadero clásico.

Temas