Poco se puede hacer para conseguir que el BMW i8 sea más llamativo… bueno, se le puede pintar de rosa chicle, pero sin excentricidades de ese tipo hay que reconocer que sin modificar hace girar la cabeza a su paso. Pero AC Schnitzer se ha atrevido con él, les gustan los retos y este es uno difícil.
Afortunadamente no se han vuelto locos y se han conformado con añadir pequeños detalles de personalización (básicamente apéndices aerodinámicos pero discretos) y otras llantas. Cambios estéticos pero también mejoras en su comportamiento dinámico que ya de por sí es más que bueno. Pero ya sabes que a los preparadores les gusta rizar el rizo.
Vamos primero con la carrocería, que se ha rebajado 25 milímetros en la parte frontal y 20 milímetros en la trasera. Reducción del centro de gravedad y mejor paso por curva que el de serie. Llantas AC1 de 21 pulgadas forjadas en dos opciones de color, todas oscuras o con fondo oscuro y el frente en aluminio. Estas llantas son más ligeras que las de serie y ahorran unos 4,5 kilos, que no está nada mal y más teniendo en cuenta que son elementos no suspendidos y rotacionales.
Llegamos a los apéndices, todos ellos fabricados en fibra de carbono y sin modificar rotundamente la estética del i8, en realidad la complementan. Se trata de unos spoilers inferiores delanteros a modo de splitters con canalización para el viento en sus extremos exteriores, taloneras laterales también con canalización y un alerón trasero elevado. Bonito y discreto, en realidad tanto que lo más llamativo son las llantas.