En la actualidad, Aston Martin depende de una plataforma que se está quedando obsoleta, de motores que Ford les fabrica bajo licencia hasta 2016, y con una línea de diseño que diferencia muy poco sus coches. Según Autocar, todo eso va a cambiar en un par de años.
La compañía está desarrollando una plataforma VH nueva, adaptada a propulsores Mercedes AMG de nueva hornada, mayor uso de aluminio, diferentes longitudes y batallas (para poder diferenciar más los modelos) y nuevas tecnologías como Stop/Start, cámaras de visión artificial o asistencias de conducción semiautónoma como es el frenado automático.
Según este pronóstico, en 2016 se presentará el nuevo DB9, que se comercializará en 2017. Le seguirá la renovación de los Vantage V8 y V12 para 2018, en 2019 llegará el Vanquish, y más adelante los Rapide y el Lagonda SUV. Es una ofensiva de producto como antes no se había visto en la marca, y que arriesga, porque se han metido en fuertes préstamos.
Aston Martin se suma así a la tendencia de la industria de optimizar los costes de desarrollo, utilizando plataformas con gran flexibilidad para poder sacar modelos más diversos. Ahora mismo para un profano es muy difícil diferenciar uno u otros modelos, no solo por diseño, porque a nivel técnico tampoco son muy diferentes.
Eso sí, hay componentes que van a ser comunes, como las estructuras de deformación programada delantera y trasera, así como el piso del habitáculo. Y no olvidemos que tiene que haber diversidad en carrocerías, y eso incluye modelos descapotables.
El objetivo de Aston Martin es ponerse a la altura de Ferrari, y lo conseguirá con AMG como socio tecnológico. Eso no podrá ser si no consiguen adaptarse a los retos normativos de Estados Unidos, Europa, e incluso China, donde están perdiendo competitividad por una tecnología que ya se está quedando fuera de onda.
Fuente | Autocar