He aquí un claro ejemplo de como las modas cambian y como los más conservadores en su forma de hacer las cosas pueden cambiar de idea si el trabajo final está hecho con estilo y calidad.
Ese era el problema que tenían Blake y Brent Grandil, padre e hijo, cuando empezaron la restauración de este precioso 1967 Chevrolet Camaro. El primero ya había trabajado en la restauración de numerosos muscle cars y en la fabricación de otros tantos hot rods, pero a ojos de su hijo, su trabajo siempre era demasiado conservador. Por eso Brent quiso darle su toque personal pintándolo de naranja, alisándole las manetas de las puertas y calzándole unas enormes llantas de 20’’. No soy muy partidario de ponerle llantas de más de 15 ó 16 pulgadas a este tipo de coches, pero he de reconocer que le quedan de muerte a este Camaro.
Y como se puede ver en las imágenes, a pesar de unas ideas tan modernas para un señor clásico de casi 40 años, el resultado final es espectacular. Aún con mi manifiesta devoción por el Mustang, este Camaro del 67 me podría en serios aprietos a la hora de elegir uno u otro…
Vía | Super Chevy Magazine