La pasión por el automovilismo puede alcanzar cotas inimaginables. Los hay que, si su economía se lo permite, llenan su garaje de joyas sobre ruedas como es el caso de Jay Kay o de la estrella televisiva Jay Leno, pero sin duda nuestro protagonista de hoy se lleva la palma. Ni corto ni perezoso, se ha construido un circuito de drift... ¡en su propia casa!
Sí, has leído bien. Su nombre es Takeshi Teruya y es un mecánico japonés de 37 años de edad que se mudó hace tiempo a Nueva Zelanda. Concretamente a la Isla Norte del país oceánico, a la localidad de Hamilton que es la cuarta más grande de este estado. Su pasión por el drifting venía de antes: en su Japón natal ya empezó a competir como aficionado en esta modalidad de automovilismo en la que los derrapes son los principales protagonistas.
Pero cuando llegó a Nueva Zelanda, tuvo la suerte de hacerse con una casa con un terreno alrededor lo suficientemente grande como para montarse su propio trazado, para divertirse cuándo y cómo quiera.
El circuito en el jardín
"Este es mi sueño hecho realidad", comenta Teruya al diario New Zealand Herald, que visitó recientemente las instalaciones de este aficionado nipón para grabar este vídeorreportaje.
"El drifting es mi modo de vida. Es más que un hobby para mí", explica a la publicación neozelandesa. En las imágenes vemos como un gran anillo de asfalto rodea su casa, dejando muy poco espacio para disfrutar de las comodidades propias de un jardín, como una piscina o una barbacoa. Pero quién quiere esas banalidades mundanas cuando puede tener un circuito.
Los vecinos deben estar encantados, puede uno preguntarse al verle quemar rueda por su trazado privado, pero Teruya afirma que "son adorables y que son muy comprensivos con mi pasión. Como mi mujer". Aunque bien podría no estar siendo del todo sincero, ya que su esposa también es entrevistada en el vídeo y dice todo lo contrario: "No, no lo apoyo. ¡Nadie quiere un circuito alrededor de su casa! ¡Es una locura!", explica entre risas.
Guste a los que conviven con él o cerca de él, a este mecánico japonés le da exactamente igual: ha cumplido su sueño y más de uno seguro que se muere de la envidia.