En el archivo de British Pathé y la colección histórica de Reuters se pueden encontrar joyas como esta: bautizada como ‘The Otter’ (la nutria, en español) se trata de una caravana anfibia de mediados de la década de 1950, en pleno auge de los vehículos de recreo en los EEUU.
Un invento ideal para aquellos amantes de la vida al aire libre que no quieren renunciar a pasar las vacaciones más completas: una semana en el campo y otra en el mar -o quizá mejor en el río-. Genial.
La curiosa historia de "The Otther"
La caravana anfibia "The Otter" probablemente fuese la primera caravana de su tipo en la historia. Con un diseño muy sencillo, minimalista (y al mismo tiempo muy peculiar), fue el último invento del inconformista Alan Eckford, que se negó a aceptar las limitaciones de la época para los vehículos recreativos.
El diseñador y su socio Ronald Sams decidieron lanzarla al mercado en 1955 tras múltiples pruebas en Reino Unido, y resultó ser todo un éxito que causó un gran revuelo mediático cuyo eslogan venía a decir algo así como "una caravana tan a gusto en el agua como en tierra".
Medía cinco metros por dos metros y tenía espacio para seis ocupantes. Estaba construida con madera contrachapada de deriva, y pintada de una llamativa combinación de colores en la que predominaban el azul celeste y el blanco.
Podía botarse en cualquier vía fluvial, y una vez a flote, era capaz de navegar a una velocidad máxima de cuatro nudos.
Incorporaba elementos tan curiosos y prácticos como un cabrestante retráctil que se usaba para sacar a “The Otter” a tierra cuando era necesario. Era tan ligera que un coche con solo 8 CV de potencia podía remolcarla a cualquier parte.
Eckford y Sams llegaron a vender unas 200 unidades de su caravana anfibia, aunque fabricar vehículos de este tipo no tenía nada que ver con la actividad principal de su empresa.
Con sede en Hoddesdon (Hertfordshire, Inglaterra), esta estaba dedicada a la fabricación de pequeños artículos de equipamiento deportivo y accesorios como raquetas de tenis, squash o bádminton, e incluso palos de hockey y mesas de billar, la mayoría de los cuales se fabricaban en Jamaica.
Pese a que Sams solo quería hacer negocio con “The Otther” acabó desempeñando un importante papel en la restauración y reapertura de los canales y vías fluviales de Gran Bretaña entre finales de 1950 y la década de 1960. Además, fue uno de los primeros en navegar por el reinaugurado Canal de Aylesbury en su propia caravana anfibia.
Imágenes: British Pathé, Reuters