No es una distopía: en un futuro, las señales de tráfico podrán transformarse en radares de velocidad

¿Señales de tráfico variables capaces de adaptarse a condiciones climáticas o del tráfico y convertidas en radares fijos? Es uno de los últimos proyectos que ha llevado a cabo un grupo de investigadores de la Universitat Politècnica de Valencia (UPV).

Se trata de un prototipo de sistema comunicación entre señales y vehículos, que actualiza de forma remota a las primeras en función de las condiciones y que transforma la placa en un radar permanente. Éste ha sido desarrollado por un equipo de la UPV en colaboración con expertos de la Universidad Nacional de Tsinghua (Taiwán) y según sus creadores "destaca por su bajo coste, fácil instalación y escalabilidad".

Las señales de tráfico, al dar información estática, no siempre se adecuan a la realidad: por ello, los conductores suelen, o debieran, tirar de sentido común. Si la niebla es espesa en una autovía tipificada a 120 km/h, tendemos a bajar la velocidad o si hay tráfico denso, circulamos a la velocidad que marca el tráfico independientemente de lo que estipule la señal.

Pero todo ello podría cambiar gracias a este sistema de señales inteligentes desarrollado por un grupo de estudiantes de la UPV. Concebidas principalmente para entornos críticos, puntos negros y zonas de baja de visibilidad, servirían para mejorar el ecosistema vial y la seguridad. Aunque también se convertirían en cinemómetros fijos multando a aquellos vehículos que sobrepasen su límite variable.

Señales y vehículos 'hablando' entre sí

El sistema concebido por la UPV y el grupo de expertos de universidad taiwanesa se basa en señales equipadas con un ordenador integrado Raspberry Pi, una batería y una antena. Estos dispositivos permite a la señal comunicarse con cualquier vehículo, siempre que esté dentro de su radio de alcance, indicándole la ubicación, el significado de la misma y la dirección de la vía en que es aplicable.

Los vehículos recibirían esta información en el cuadro de instrumentos o navegador de una manera similar a como ocurre en aquellos equipados con sistemas de interpretación de señales, una tecnología que ya está presente en no pocos automóviles.

De esta manera, los conductores conocerían de antemano la velocidad variable o una orden precisa de dicha señal, para adecuar la marcha a lo que estipulan. De no hacerlo, la señal, convertida asimismo en radar fijo, multaría al infractor.

"Así serán las carreteras y señales del futuro", explica Pietro Manzoni, investigador del Grupo de Redes de Computadores del Departamento DISCA de la Universitat Politècnica de València, según recoge EFE. "Aunque predecir el futuro siempre es arriesgado, podemos imaginar que, en unos cinco años, las señales de tráfico se comunicarán directamente con el conductor a través de unidades de a bordo y dispositivos móviles"

Esta comunicación será bidireccional entre vehículos y señales, el sistema permite enviar la ubicación del coche y el mismo podrá comunicar al resto de vehículos la información de dicha señal, la dirección donde se aplica o la densidad del tráfico.

Velocidad variable y medicina contra la mala visibilidad

De esta manera, este sistema en comparación con las señales de tráfico de información fija, salvará situaciones como condiciones de baja visibilidad que evitan a los conductores detectar la señal. Por ejemplo, en zonas de niebla espesa: esta tecnología podría programar una alerta y avisar al conductor de la existencia de la señal.

Asimismo, esta red de señales inteligentes sería capaz de adecuarse a la situación de puntos específicos. Por ejemplo, en el horario de salida y entrada de los centros educativos, un ceda al paso podría mutar a un stop o se podría modificar la velocidad máxima en dichas franjas horarias de alta densidad peatonal y vehicular.

Por último, este sistema también variaría en función del volumen del tráfico o de las condiciones del clima: lluvia, nieve o la mencionada niebla.

Si cambia el límite de velocidad, no habrá que cambiar la señal

Además de las evidentes ventajas que ofrece una señalización variable en lo que respecta a seguridad vial, este sistema también evitaría el cambio de infraestructura, y el consiguiente desembolso, en caso de que se cambien por ley los límites de velocidad de un tipo de vía.

De haber estado operativo este sistema, por ejemplo, cuando se modificó la velocidad máxima en las autovías a 110 km/h en 2011, habría evitado dicha inversión. Dicho límite, por cierto, duró poco más de tres meses. De igual manera, no habría requerido la sustitución de señales en las vías convencionales, que acaban de unificar su velocidad a 90 km/h.

"Ante una modificación normativa no será necesario cambiar las señales de tráfico desplegadas en las vías de circulación, como acaba de ocurrir recientemente al limitar la velocidad máxima a 90 km/h en vías secundarias", defienden desde la UPV.

¿Lo veremos implantado dentro de unos años? En un mundo que va hacia el coche conectado y las ciudades inteligentes, no tiene sentido seguir manteniendo las señales tradicionales. Y más con el automóvil autónomo a la vuelta de la esquina. De hecho, así lo señalado Manzoni en la Cadena SER: "La forma de integrar los coches autónomos es informar a los coches directamente y sin intervención del conductor".

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