El Intelligent Adaptive Cruise Control de Honda, que la marca abrevia con sus siglas i-ACC, puede ser un gran aliado de aquellos que tienen un imán para atraer a conductores con un nulo sentido de las separaciones laterales, comúnmente conocidos como lapas del asfalto o directamente leñadores de carril, por esos hachazos que sueltan a sus sufridos compañeros de viaje. Si no fuera porque depende de que nuestra velocidad esté fijada, su aplicación en rotondas sería un éxito.
Su comportamiento ha sido calibrado en las carreteras de Europa, guiándose por —atención, que esto promete— "los típicos estilos de conducción europeos", según Honda. El i-ACC basa su acción en una cámara y un radar que determinan la posición de los otros vehículos, más un algoritmo que predice la probabilidad de que esos vehículos nos corten el paso en un momento dado en función de las interacciones que realizan nuestros vecinos de carril. Vamos, que al final los tiene calaos.
Lógicamente el sistema no se limita a prever la maniobra ajena... con hasta 5 segundos de adelanto, sino que reacciona frenando para evitar el choque, aunque desde la marca aseguran que lo hace de un modo suave para evitar asustar al conductor, que quizá no se haya apercibido del peligro que le acecha. Y tras esto y un aviso visual, frena de un modo algo más enérgico para mantener la distancia de seguridad con el vehículo cuyo conductor no acaba de tener claro el concepto carril.
Este sistema de "seguridad predictiva", como lo han bautizado en Honda, tiene en cuenta tanto la circulación por la derecha como la circulación por la izquierda, en los países que la tienen, para determinar de forma automática qué lado de la carretera puede ser más peliagudo, y constituye un interesante avance en materia de seguridad activa, por cuanto se trata del primer sistema que se dedica a evaluar el comportamiento de los otros conductores, antes de que nos la puedan liar.
Lo veremos en la versión del Honda CR-V 2015 para el mercado europeo, en el nivel Executive.